EL PAíS › LAS FINANZAS ENCLENQUES DE EDUC.AR
La quiebra
Fue el chiche de Aíto de la Rúa y la puertita de entrada de Cavallo al gobierno de la Alianza. La fundación que iba a poner Internet en cada escuela invirtió la donación del empresario Varsavsky en bonos de la deuda. Por supuesto, el dinero se esfumó y la empresa ahora “subsiste”.
Por Nora Veiras
Era enero del 2001 y Domingo Cavallo empezaba a planear su desembarco como ministro de Economía en el gobierno de la Alianza. La cabecera de playa elegida fue el directorio de la empresa educ.ar, el “chiche” de Fernando “Aíto” de la Rúa, a la sazón el hijo del entonces presidente. Propenso al exabrupto, como siempre, Cavallo pronosticó entonces que a partir de ese portal educativo “el presidente será recordado como el Sarmiento del siglo veintiuno”. “Educ.ar hay que verlo como un negocio porque sino es irreal. Es un emprendimiento del Estado, pero lo estamos haciendo como una empresa privada y lo estamos pensando como un negocio económico”, explicaría poco después el propio Aíto. Aquella grandilocuencia trocó en ironía: los 11.282.855 pesos (dólares) que había donado el empresario Martín Varsavsky para desarrollar el proyecto fueron invertidos, por decisión del directorio, en bonos de la deuda externa argentina. Hoy en día quedan 2,3 millones de dólares a valor nominal que a la cotización real apenas rondan el millón y medio de pesos. La debacle económica convirtió a los Bonte 2002/2003 en una de las peores inversiones financieras y condenó a educ.ar a la subsistencia. Casi una parábola de la Argentina.
El abogado especializado en derecho administrativo Osvaldo Siseles, ocupa la vicepresidencia del directorio de Educ.ar, sociedad del Estado, explica que “cuando se empezó con este proyecto las condiciones de Argentina y el mundo eran otras. El directorio decidió invertir los 11 millones de dólares que donó Varsavsky en bonos de la deuda externa y a medida que el funcionamiento de la sociedad lo requería se vendían bonos para enfrentar los gastos ¿Qué pasó? Los bonos fueron pesificados a 1,40 pesos y la cotización en el mercado está en un 45 por ciento de su valor. Esta sociedad que empezó con 11 millones, gastó el 35 por ciento en gastos operativos (aproximadamente 3,8 millones de dólares) y del resto nos quedan bonos por un valor nominal de 2,3 millones de dólares que a valores de mercado apenas llegan al millón y medio de pesos”.
–Evidentemente, el ex ministro Cavallo optaba por otras inversiones cuando se trataba de su patrimonio personal... –le comentó Página/12.
–(Silencio y sonrisa). Nosotros especulamos con que el Estado rescate bonos a un valor mayor. En definitiva, es deuda del Estado. Lo cierto es que los gastos operativos suben y el dinero se va acabando.
–¿En el proyecto de Presupuesto para el año próximo hay alguna partida prevista para el funcionamiento de educ.ar?
–En el proyecto que envió Economía al Congreso no está prevista ninguna partida. Desde el Ministerio de Educación estamos haciendo gestiones para ver si el Congreso incluye algún financiamiento. Si nos adjudicaran 1,5 millón de pesos para el 2003 seríamos Gardel. Sería una lástima dejar caer todo esto.
El portal surgió en la época de auge de las empresas punto.com y fue producto de la relación personal entre el hijo del presidente y el empresario argentino radicado en España. El uso de la web como herramienta para la formación docente, el desarrollo de contenidos de los distintos niveles educativos y la vinculación con el mundo quedó trunco por múltiples motivos. El desarrollo de la empresa se realizó sin escatimar en nada. Desde el sueldo de Aíto de la Rúa que embolsaba 5400 pesos/dólares como director ejecutivo del portal hasta los técnicos que fueron contratados para elaborar y cargar a la red los contenidos todo se hacía como en el Primer Mundo. En un principio, se tomaron 77 personas, se redujeron a poco menos de 70 y en la actualidad quedan alrededor de 40 en la misma sede por la que se pagan 7000 pesos de alquiler (el contrato original era en dólares).
Siseles explica que se está pensando en trasladar el portal a un piso del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), en Independencia yJujuy. Pero nada es sencillo. “El equipamiento que se compró es de primera calidad y la mudanza supone un nivel de especialización complejo, por lo cual adecuar el piso vacío del INET y hacer la instalación de todos los equipos saldría alrededor de 300 mil pesos”, aclara. En cuanto al personal, Siseles señala que no son especialistas contratados sino que “su situación se rige por la ley de Contrato de Trabajo. Además ahora está vigente una normativa que prevé que en caso de despido la indemnización debe ser doble”.
Game over
“Al asumir había 400 mil abonados a Internet, hoy llegamos a 1,5 millón y al término de la gestión tendremos al menos 4 millones”, se entusiasmó el entonces presidente Fernando de la Rúa en uno de los tres actos de lanzamiento del portal que hizo en apenas 8 meses. Una vez más erró el pronóstico. El sentido “democratizador” del proyecto de educ.ar capotó de la mano de la crisis primero y el default después. Para conectar a la red de redes a todas las escuelas del país, el gobierno aliancista había gestionado usar un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de 600 millones de dólares, de los cuales poco más de 230 millones serían destinados a la conectividad del sistema educativo. Así se pensaba llegar a los 11 millones de alumnos del país (Varsavsky había donado, justamente, 1 peso/dólar por cada estudiante).
“En conectividad no hemos progresado nada. Por ahora, quedó en la nada”, se sincera Siseles y explica que “el préstamo tiene un pedido de prórroga, el BID lo mantuvo latente pero hoy en día yo no sé si al normalizarse las relaciones con los organismos de crédito, Economía estará dispuesta a tomar ese crédito para destinarlo a la conectividad de las escuelas”.
Los datos sobre escuelas conectadas a Internet no son precisos. Se calcula que en todo el país hay 7384 escuelas secundarias y 29.712 primarias. En las medias, el 33,7 por ciento tiene por lo menos una PC, el 15 por ciento puede acceder a Internet y 7 de cada diez tienen teléfono. Si ya de por sí, el acceso es limitado, la brecha digital reproduce la brecha económica del país, mientras que en la ciudad de Buenos Aires se calcula que el 25 por ciento accede a Internet, el promedio provincial es de apenas el 5 por cieno de la población. Otro factor que limita el uso de Internet en las escuelas es que generalmente tienen una sola línea de teléfono y al navegar por la red se incomunica al establecimiento. Además, está el tema del costo telefónico que debe afrontar cada jurisdicción.
Para subsistir, el único recurso de Educ.ar es encontrar fuentes genuinas de financiamiento. Cuando Aíto hablaba de hacer del portal un negocio pensaba en incorporar publicidad y vender software educativo en español a otros países. “Se cayeron todas las puntocom, la publicidad se cayó en todos los rubros, es decir que los ingresos por ventas de espacios no se pudieron cumplir”, dice Siseles. Ahora dependen de la posibilidad de conseguir donaciones y de que el Congreso habilite alguna partida para financiar los crecientes gastos de funcionamiento porque todo lo que es mantenimiento o renovación de equipos informáticos se dolarizó.
El directorio que preside la ministra de Educación Graciela Giannettasio está integrado también por Siseles, María del Carmen Feijoó, Claudia Marcela Caraccia y Pablo Juan Tschirsch. De la anterior gestión continúan el ex secretario de Comunicaciones, Henoch Aguiar, Luis Moreno Ocampo, el propio Varsavsky, José Octavio Bordón y la docente Claudia Gómez Costa. De la euforia inicial les queda poco. Para mantener en pie el proyecto les queda soñar con que mejore la cotización de los bonos de la deuda externa argentina.