Martes, 6 de octubre de 2009 | Hoy
Por Pedro Lipcovich
“Toda una línea de investigación en tratamientos contra el cáncer, en la que participa nuestro laboratorio, se funda en los descubrimientos por los que acaba de otorgarse el Nobel”, señaló Daniel Gómez, jefe del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad de Quilmes. Tal como informó Página/12 el 29 de diciembre de 2002, un estudio de esa universidad, publicado en la revista Anticancer Research, estableció que, en cultivos celulares, es posible frenar el crecimiento de tumores mediante una droga que inhibe la acción de la telomerasa (ver nota principal).
En aquel estudio, “habíamos buscado similitudes entre la telomerasa y otras moléculas conocidas, y encontramos que se parecía a una enzima del VIH, el virus del sida. Entonces, decidimos probar con la droga AZT, que ataca esa enzima, y vimos que también destruía la telomerasa”, explicó Gómez, y señaló que “el AZT se había desarrollado inicialmente contra el cáncer, hace más de 40 años, pero en pruebas breves, que fracasaron”.
Hoy, “por convenios con el National Cancer Institute de Estados Unidos y con un laboratorio argentino, trabajamos en combinaciones de drogas que puedan dar aplicación clínica a ese descubrimiento”, agregó el investigador de la Universidad de Quilmes. Mientras tanto, “el problema es que el AZT u otras drogas, si bien impiden que la célula tumoral se reproduzca indefinidamente, no bloquean las divisiones que la célula tendría por sí misma aunque no fuera cancerosa, lo cual es suficiente para que el tumor se expanda. Nuestro laboratorio y otros en el mundo buscan el modo de frenar a tiempo la reproducción de las células del tumor”.
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