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Por H. C. y R. K.

En el juzgado de instrucción porteño a cargo de Julio Lucini está prevista para hoy la realización de una serie de careos. Participarán de ellos los tres detenidos que tiene el caso –el defuntólogo Juan Carlos March y los funebreros Oscar Sierco y Marcelo Ferrín– y algunos de los investigados por el certificado de defunción trucho –entre ellos, Guillermo Bártoli, cuñado de María Marta, si es que su citación para el careo llega antes que su detención en la causa que sigue Molina Pico–.
El caso que investiga Lucini es tangencial a la muerte de María Marta y, aunque fue desatado por el crimen, se concentra en la falsificación de certificados de defunción. Por el momento, son cuatro los certificados firmados por March que sirvieron de sustento para la calificación de asociación ilícita en concurso con falsificación de documento público. Pero Lucini recibió en los últimos días una ampliación de casos, una veintena de certificados firmados por el mismo estoy-donde-me-llamen que podría ampliar la acusación y provocar una cantidad de exhumaciones de cadáveres por el momento no precisada.
Como anticipó en primicia Página/12, esta investigación provocó cierto malestar en los circuitos del negocio necrófilo. Dos amenazas telefónicas, la segunda más fuerte que la primera, llegaron al despacho del director general del Registro Civil porteño, Félix Pelliza. Nunca como antes, pudo determinarse que esas fueron llamadas de ultratumba.
Dentro de la misma causa, Guillermo Bártoli, cuñado de María Marta, los dos hermanos Sierra, propietarios de la empresa fúnebre, y cinco empleados administrativos ya fueron liberados. Bártoli continúa ligado a la causa, aunque sobre él no pesa la calificación de asociación ilícita ya que el único hecho en el que se le imputa participación es en la falsificación del certificado de defunción de su cuñada. El resto de los certificados, todos por curiosa muerte natural, pesan sobre las cabezas de los detenidos.