SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Emilio Ruchansky
Cada noche, al terminar Dinamita, el personaje de Alex Grudke comienza a demaquillarse y a desvestirse hasta mostrar de cuerpo entero a Alejandro Castillo. “Queremos dar un mensaje. Que somos actores que elegimos vestirnos de mujer para poder hacer otro laburo actoral. No es una elección de vida”, dice Castillo. En la obra Transfrappe ocurre algo similar. El elenco de transformistas hace su despedida sin vestidos ni maquillaje y aclara que ser travesti es otra cosa, más compleja, que involucra la identidad sexual.
“No sé si hace falta que lo aclaren. Creo que tiene que ver con un recurso del transformismo, de mostrar el trabajo que involucra montar un personaje”, dice Vanessa Squillaci. Por su parte, Paula Strada asegura que es una forma de que el público sepa que hay diferencia, por ejemplo, entre artistas como Antonio Gasalla y Flor de la V. “Hace años nos metían a todos en la misma bolsa. Si hasta Flor decía que era un puto de un metro ochenta. Ahora todos, transformistas y travestis nos hacemos valer”, dice Strada.
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