Lunes, 5 de marzo de 2012 | Hoy
Ricardo Galliani participó también como psicólogo luego del derrumbe en la mina de Río Turbio, en 2004, cuando hubo 14 mineros muertos y 120 heridos: “Estuve seis meses trabajando, con las familias de los fallecidos y con los 120 accidentados. Con los accidentados hicimos diez reuniones de dos horas de duración, cada una con 12 mineros, dos veces por semana: no se trataba de terapia, sino que eran eso, reuniones. Con las familias instrumentamos estrategias como las asambleas multifamiliares y las visitas domiciliarias: en vez de entrevistar a las familias en consultorios, lo hacíamos en sus domicilios, para ver cómo se desempeñaban en su propio lugar de convivencia, y esto tuvo muy buenos resultados”.
–¿Cómo era ese trabajo psicológico a domicilio?
–Ibamos a los domicilios en determinados casos, con familias que por algún motivo no podían hacer una adecuada elaboración del duelo. Yo necesitaba ver cuáles eran las situaciones históricas que en estas familias entorpecían la elaboración. Nunca les decía que iba a hacer terapia, sino que iba de visita. “¿Prefieren que vaya a almorzar, a merendar, a cenar?”. Y yo iba, con un postre o algo como cualquier invitado. La intervención empezaba en el momento en que tocaba el timbre. Y, mientras almorzaba, merendaba o cenaba, veía cómo era la dinámica familiar. Las comidas son un momento muy importante de reunión familiar, yo veía cómo interactuaban. En general, el momento de la intervención propiamente dicha era la sobremesa. Para entonces, yo ya tenía un panorama bastante claro de cómo venía funcionando la familia. Yo me insertaba en la cotidianidad.
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