SOCIEDAD • SUBNOTA › CARLOS ZERMOGLIO, EX RECTOR DEL COLEGIO
› Por Mariana Carbajal
Carlos Zermoglio tiene setenta años. Es psicólogo clínico. Y fue profesor del Instituto Vicente Pallotti de Turdera desde 1967. Renunció, según contó a este diario, en el ’92 después de ocupar un cargo directivo, en disconformidad con el poco espacio para el manejo de la institución educativa que la congregación de los palotinos –rama alemana– le dejaba a una comisión de laicos que se había conformado. Zermoglio le llevó el viernes el libro La cacería del ángel al obispo de Lomas de Zamora, Jorge Rubén Lugones, jesuita como el papa Francisco I.
“Las historias que relata el libro corresponden a personas vinculadas al Instituto Pallotti de Turdera”, afirmó en una entrevista de Página/12. Desde los doce años, Zermoglio se crió rodeado de palotinos. A varios de los que aparecen señalados como abusadores en el libro, especialmente al cura que fue rector del colegio, los conoció muy bien, dice. Agrega que está muy dolido porque no vio en su momento lo que pasaba en la institución. Por eso decidió llevarle el libro al obispo. El y su esposa, Susana Fernández, son gente con un fuerte compromiso católico.
Uno de sus hijos, a los veinte años, tuvo un episodio con el encargado de la pastoral del Paloti –como se conoce al colegio de Turdera–, quien se propasó con él, le desabrochó el pantalón y lo empezó a manosear, aunque él se resistía, en una casa. “Dos veces me lo desabrochó”, cuenta Chueco en el libro, aquel encuentro con Rubio. Hasta que pudo reaccionar, paralizado ante el avance de quien era desde hacía años su referente de pastoral, con gran ascendencia entre los jóvenes. Ya era mayor de edad. Pero la situación lo descolocó. “Rubio siempre sentaba a los pibes en las gambas, los abrazaba y les daba besos en la mejilla. A mí también a veces me sentaba. Sentaba a unos y a otros y yo primero lo tomé como su forma de demostrar cariño. Era más de lo mismo. El tipo te saludaba y te daba un beso al lado de la boca. Si no se lo esquivabas te lo ponía”, dice Chueco, que en realidad es Pablo Zermoglio, tiene 39 años, es músico y docente en Cipolletti, donde vive con su esposa desde hace dos años. Pablo se puso en contacto con esta cronista cuando supo que escribiría una nota sobre el libro y quiso revelar su identidad, para reforzar la credibilidad de los testimonios que se suceden en La cacería del ángel.
Pablo le contó a su padre lo sucedido con Rubio un año después, en 1994, según recordó en diálogo con este diario. Su padre y su madre lo fueron a ver a Rubio en ese momento “para pedirle explicaciones”, pero el hombre –que era encargado de la pastoral en el colegio– dijo que se trataba de un malentendido. Carlos Zarmoglio dijo a este diario que también le escribió una carta al provincial de los Palotinos, dando cuenta de la situación. En aquel entonces la máxima autoridad era el padre Nicolás Dreiling, a quien él conocía desde hacía muchos años. “Le mandé la carta firmada por mí, en un sobre donde me referí al episodio de mi hijo con Rubio. Tengo el aviso de retorno con su firma. Pero nunca recibí ninguna respuesta. Ni hubo cambios en el colegio. Rubio siguió a cargo de la pastoral y organizando la semana de la juventud.”
Lugones no es el primer obispo de Lomas de Zamora al que va Zarmoglio por los hechos del Pallotti. Cuando estuvo a cargo de la diócesis Agustín Radrizzani –hoy a cargo del Obispado de Luján–, el purpurado lo recibió junto a su esposa, Graciela Fernández. “Le contamos lo que le había pasado a nuestro hijo. Estábamos con un entripado con ese tema porque sabíamos que Rubio seguía en el colegio”, precisó Zermoglio.
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