Jueves, 25 de julio de 2013 | Hoy
Por Sonia Santoro
¿Cómo juega el factor culpa de los padres al momento de establecer reglas en torno del consumo de tecnología?
–Hay una serie de cuestiones no menores que contribuyen al aumento del consumo-compra de bienes en el mercado para los chicos, vinculado con dos procesos: la ampliación de las horas de trabajo de los padres, que pasan más horas fuera de casa; y por otro lado, la sensación de que esa ausencia es sentida. Un taxista me dijo una vez que estaba preocupado porque tenía que comprarle una Play 2 a la hija para el cumple pero no tenía plata e iba a sacar un crédito. Le dije: “¿Pero no le parece que si no puede no lo tiene que comprar?”. “No, es que me separé de la madre.” Está esta idea de que uno puede compensar una ausencia, un dolor, con un regalo. En ese sentido, la idea de la culpa es qué hago con este chico al que veo poco, cuando me pide algo que yo le puedo comprar. Por qué le voy a decir que no. Es mucho más difícil decir que no cuando uno puede comprarlo que cuando no tenés el dinero. ¿Qué pasa cuando elegís no comprarlo? Estás produciendo un significado sobre lo que es comprar eso. Se encuentra cada vez más el “me lo pidió, se lo compro”, “hoy lo puedo comprar, se lo compro; cuando no pueda, no se lo compro”. El “no” está construido por las posibilidades económicas, no por la intervención de un adulto.
–¿Qué rol cumple el menor saber tecnológico de los padres frente a sus hijos?
–La única manera de corrernos de la idea de que los chicos nacen con un mouse es sentarnos a aprender. Entonces, una de las cosas que estoy sosteniendo es “sentate con tu hijo”. Lo que pasa es que la tendencia es a la multiplicación de TV y consolas en la casa. Hay casi un TV por habitante, una computadora por habitante, para minimizar conflictos. Si bien no desaparece la idea de la familia reunida frente a la TV, tiende a ser reemplazada. Entonces, hay que sentarse a tratar de entender a qué juegan los chicos o jugar con ellos. Es un embole, bueno, hemos jugado cosas peores. Hay que sentarse en el piso, sacar la compu del cuarto de los chicos. Ahora, me decís “trabajo 14 horas por día, no me puedo preocupar por eso”, bueno. Es que uno de los grandes aliados es la flexibilización laboral.
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