SOCIEDAD • SUBNOTA
En su intervención, el diputado frenteamplista Sebastián Sabini recordó las palabras del impulsor de la enmienda a la Constitución norteamericana que impuso la prohibición del alcohol en 1920, Andrew Volstead: “El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerrarán para siempre las puertas del infierno”.
El diputado luego enumeró los efectos de esa “desoladora experiencia”: “Treinta mil personas murieron a causa del envenenamiento por adulteración del alcohol, 100 mil víctimas de ceguera y parálisis, 45 mil detenidos por traficar, el aumento de la tasa de homicidios fue del 78 por ciento y las cárceles que tenían alrededor de 4000 personas en 1920, llegaron a 26.859 en 1932. ¿Cuáles hubieran sido las consecuencias si esta política se hubiera aplicado a escala planetaria? Rápidamente Estados Unidos cambió el enfoque de la política y reguló el mercado de alcohol”.
El alcohol, agregó, causa 2,5 millones de muertes al año pero no se lo prohíbe: “¿Por qué? Porque tendríamos más muertes, más mutilados, más encarcelados, más violencia, más corrupción a causa de la prohibición. En lugar de prohibir, regulamos”.
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