SOCIEDAD › PLAN PARA REDUCIR LAS MATERNIDADES

Menos y mejores

 Por Pedro Lipcovich

“En la Argentina se atienden nacimientos de prematuros en lugares donde sólo deberían admitirse partos de baja complejidad”, advirtió el subsecretario de Salud Comunitaria del Ministerio de Salud de la Nación. El funcionario anunció a este diario que, desde el año que viene, la cartera nacional sólo dará financiación a maternidades que cumplan las “condiciones esenciales” exigidas por la OMS. Y mostró qué difícil es, para los especialistas en el tema, explicarles a los intendentes –y éstos a sus comunidades– que lo mejor no es tener una maternidad en cada ciudad pequeña, sino pocas, calificadas y en condiciones de derivar los casos complejos a centros de mayor especialización. En contrapartida, cuando se logra que las maternidades trabajen en red, la mortalidad infantil puede bajar en poco tiempo, como sucedió recientemente en La Matanza.

Guillermo González Prieto, subsecretario de Salud Comunitaria de la Nación, reconoció que “en la Argentina han proliferado maternidades que no cumplen con las Condiciones Obstétricas Neonatales Esenciales (COME), definidas por la OMS (ver nota central). Si se cuenta con estas condiciones, cuando nace un chico con problemas se lo puede sostener y, si es necesario, derivarlo con agilidad”. El funcionario señaló los ejemplos de Canadá y Portugal: “Son países emblemáticos, que han ido planificando redes de servicios de complejidad creciente. Portugal, cuando entró a la Comunidad Europea, tenía las tasas de mortalidad infantil y materna más altas de Europa. Lo primero que le exigieron fue la regionalización: Portugal la cumplió estrictamente, cerrando maternidades, y hoy es el país de Europa con menor mortalidad infantil y materna. También en Irlanda se cerraron maternidades, y las mujeres ya aceptan que deberán trasladarse para el parto”.

En la Argentina “todavía prevalece la idea de que lo mejor es tener cada vez más hospitales. No está legitimado que tener menos hospitales pueda ser algo bueno. A la fórmula que propicia ‘más hospitales’ habría que oponerle ‘mejores hospitales’. De hecho, la mayoría de los países desarrollados disminuyeron la cantidad absoluta de hospitales, y en particular de maternidades”, destacó González Prieto, y citó una experiencia exitosa: “En La Matanza, la mortalidad infantil bajó sensiblemente entre 2010 y 2011, debido fundamentalmente a la caída en las muertes de recién nacidos menores de 1500 gramos. Esto se logró articulando una red entre los distintos servicios, de modo que los prematuros vayan al Hospital Paroissien, bien preparado para recibirlos, y que este hospital reciba menos partos normales. Así el Paroissien empezó a recibir el doble de prematuros de los que atendía antes: los profesionales de otras maternidades los identifican y derivan a la mujer para que el chico nazca directamente en el Paroissien, en condiciones mucho mejores”.

“La diferencia entre el Paroissien y una maternidad más chica no consiste tanto en el equipamiento tecnológico, sino en el entrenamiento y experiencia de los profesionales –explicó González Prieto–, sobre todo en la enfermería, que es tan importante para el cuidado riguroso que los prematuros necesitan. No se trata tanto de respiradores y monitores: cuando se cuenta con enfermeras y médicos entrenados para atender a estos pacientes, las sobrevidas son mucho mayores.”

Es que “a veces es posible prever que un parto será prematuro: las mujeres que ya tuvieron prematuros tienen más chances de volver a tenerlos; a veces la prematurez se puede identificar por ecografía. Cuando una mujer que todavía no debiera dar a luz empieza el trabajo de parto y en la maternidad no se logra detenerlo, tiene que estar planificado el traslado, pero suele prevalecer la errónea tendencia a que nazca y recién después derivarlo o, todavía peor, en vez de derivarlo, mantenerlo en maternidades chicas donde no hay recursos humanos para sostenerlo bien.

–¿Por qué una maternidad puede insistir en no derivar un pacientito que no está en condiciones de atender? –preguntó Página/12.

–Por una parte, hay una presión de las comunidades por mantenerse en el área geográfica donde se vive. Hay localidades que no tendrían por qué tener maternidad, porque no registran más de 500 o 600 partos al año; pero, si los chicos van a nacer en el pueblo de al lado, parece como si el pueblo se fuera quedando sin ciudadanos, porque figurarán como nacidos en otro lugar. Y a los médicos, obstetras y neonatólogos, a menudo les cuesta aceptar que deberían mantener sólo bebés de más de 2500 o 3000 gramos o hacer sólo partos normales, como si dejar de atender la mayor complejidad fuese desjerarquizarse. Y entonces se atienden prematuros en lugares donde ni siquiera debiera haber partos, o eventualmente sólo de baja complejidad –contestó González Prieto.

“En varias provincias –contó–, nos reunimos con las autoridades sanitarias y los intendentes de localidades que insisten en tener maternidad propia. Lo más difícil es ayudar al intendente a construir un discurso político por el que pueda trasmitirle a su comunidad que su principal responsabilidad es asegurarle a la mujer y el niño que nazcan en un lugar seguro, con el menor riesgo posible, aunque deban viajar 50 kilómetros. Esto no es sencillo: nos va bien en cuanto a convencer a los intendentes pero tienen que hacer una construcción compleja para legitimar estos criterios ante la comunidad. Y, desde luego, es importante que los equipos de salud no boicoteen.”

El funcionario recordó que “por el Programa Sumar, ampliación del Plan Nacer, la Nación transfiere recursos a las provincias” para anunciar que, respecto de los partos, a partir de 2014 sólo se transferirá a maternidades que cumplan las CONE y, tratándose de prematuros, sólo a aquellas que estén en condiciones de hacerlo”. Mientras tanto, “más del 60 por ciento de las maternidades públicas atiende menos de mil partos, cuando lo lógico sería que una maternidad pueda atender por lo menos mil partos por año; y en el sector privado es igual o peor”.

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