“No es cierto que la mujer embarazada deba ‘comer por dos’, como a veces se dice –puntualizó Elsa Longo, de la Dirección de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación–: el aumento del requerimiento de energía es de unas 300 calorías diarias, y es sólo a partir del segundo trimestre; una banana grande, por ejemplo, tiene 200 calorías; una rodaja de pan lactal, 90 calorías; un pote de yogur descremado, 100 calorías.” Estos datos están consignados en el folleto “Nutrición y embarazo. Recomendaciones en nutrición para los equipos de salud”, de la Dirección de Maternidad e Infancia.

En la Argentina, el 88 por ciento de las embarazadas, y el 94 por ciento de las mujeres en edad fértil, no consumen suficiente calcio, según datos oficiales. “El 30 por ciento de las embarazadas tiene anemia, llegando al 35 en el tercer trimestre. El 60 por ciento no consume suficiente hierro alimentario, como tampoco lo hace el 20 por ciento de todas las mujeres en edad fértil”, precisa el informe de la cartera sanitaria.

El Ministerio de Salud –de acuerdo con la OMS– indica suplementar con hierro medicamentoso a todas las mujeres embarazadas, pero sólo un 24 por ciento de las embarazadas cumple esta prescripción, que de todos modos se agrega a la necesidad de consumir hierro en la dieta. “El hierro que mejor se absorbe es el que está presente en las carnes, tanto de vaca como de pollo, cerdo o pescado –señaló Longo–. También tienen hierro las legumbres y vegetales de hoja verde, pero es de más difícil absorción: por eso se recomienda comerlos con una pequeña porción de carne o con jugo de naranja, tomates frescos o salsa de tomates, para incorporar vitamina C, que facilita la absorción. Y, una hora antes o después de las comidas, no hay que consumir gaseosas cola ni té, mate o café, que inhiben la absorción del hierro no proveniente de las carnes.”