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Candidatos al implante

No cualquier persona con problemas auditivos es candidata al implante coclear. Según Vicente Diamante, director del Centro de Implantes Cocleares, la técnica es apropiada “para hipoacusias bilaterales, irreversibles, severas o profundas, es decir, con pérdida de audición muy importante, en las cuales los audífonos dan un pobre resultado: si es un adulto para entender, si es un niño para poder desarrollar su lenguaje”.
En su institución aplican los criterios de la FDA americana, que ya aprobó el implante a partir del año de vida. Esos son, justamente, los pacientes que más beneficios obtienen, ya que al ser implantados a esa edad pueden adquirir el lenguaje prácticamente igual que un chico oyente.
Pero los resultados dependen en buena medida de la situación del paciente. “Existen dos tipos de sorderas –explica Diamante–: prelingual, es decir previa a la adquisición del lenguaje, y postlingual. En el caso de los pacientes postlinguales, que perdieron la audición ya grandes, se obtienen muy buenos resultados. En el caso de los adolescentes y adultos prelinguales, pueden ser implantados, pero sabiendo a qué objetivo apuntan. Tenemos un paciente como Gabriel Garriga, que está oralizado, es sumamente inteligente, tiene estudios terciarios y está logrando enormes avances. En cambio una persona que no habla, que tiene poca escolaridad, va a tener más limitaciones.”
El implante reemplaza la función del caracol –cóclea– cuando está dañado: transforma el sonido en impulsos eléctricos que estimulan las terminaciones nerviosas, que a su vez envían al cerebro la información. Hay un pequeño procesador de habla externo con un micrófono que permite captar los sonidos, codificarlos y transmitirlos por radiofrecuencia al receptor interno, encargado de activar los electrodos.
Norma Pallares, directora asociada del CIC, apunta que con el avance de la tecnología ahora más personas pueden ser candidatas a la operación. Los procesadores de habla incluían antes un solo programa, ahora tienen hasta cuatro, lo cual permite mejorar el proceso de rehabilitación.
Si bien el implante puede realizarse en ambos oídos –con lo que el paciente gana en estereofonía y en capacidad para manejarse en ambientes ruidosos–, la mayoría sólo recibe uno. La principal razón es el costo: es una intervención cara –el equipo sale unos 20.000 dólares– y las obras sociales cubren sólo uno (ver recuadro aparte).
Además del CIC otras instituciones que realizan la intervención son el Hospital Garrahan, el Hospital Italiano, el Británico, y Fundación Arauz.

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