SOCIEDAD
Dos expertos analizan las vivencias de los chicos
BEATRIZ JANIN *.
“Se junta con fantasías”
“Por un lado, los chicos viven desde hace tiempo la situación de incertidumbre e inseguridad ya que no son ajenos a la realidad social y por otro, a ellos esta situación se les junta con fantasías, con cuentos, con películas que vieron, con relatos que les hicieron. Lo nuevo que aparece es que ellos pueden ser usados como intercambio por dinero y si sus vidas pueden ser puestas en juego por una cuestión de plata es terrible. Los chicos deben estar aterrados por esto y con un terror particular, aunque no haya casos confirmados, porque la sensación colectiva es que puede pasar cualquier cosa. Este rumor denota una situación seria porque es suponer que hasta la vida de los niños se puede poner en peligro por dinero. Los niños captan los temores de los padres y no tiene sentido ocultarles información, porque igual se enteran. La sensación de inseguridad general provoca la idea de que todo es posible y en este marco una de las imágenes más terroríficas es la del secuestro de un chico.”
* Directora de la Especialización en Psicoanálisis con
Niños de UCES-APBA.
OSVALDO VIERA *.
“Se acotan los espacios”
“Esto suena a operativo, como se hizo en otro tipo de situaciones, hacia la clase media en relación a supuestos ‘ataques’ de gente de clase baja. Lo grave es que en este caso se está trabajando con los padres, lo que tiene consecuencias en el chico. Le cambian las rutinas y le comienzan a aparecer personas extrañas a su realidad de todos los días, por ejemplo, el vigilador. Este estado paranoico también provoca en el chico una inhibición porque se le acotan los espacios, se le empieza diciendo ‘no podés hacer tal cosa’ y esto puede terminar con ‘cuidado con los negritos’ y además van a empezar las preguntas ‘¿con quién estuviste? ¿no viste nada extraño?’. Una cosa es la información y otra es lo que se transmite, pero cuando al padre le tocan algo que tiene que ver con la seguridad de sus hijos es su punto más sensible. Entonces, los adultos transmiten sus propios temores frente a la realidad y por más que esta información mañana se olvide, ya quedó en los chicos. Generar este temor va dirigido a los padres pero se usa a los chicos, que terminan siendo los perjudicados.”
* Psicoanalista.