SOCIEDAD › OPINION
La deuda pendiente
Por Claudio Altamirano *
Discursos de ocasión, publicidad para consumir, imágenes tiernas y dulces poblarán diarios, revistas, radios y pantallas televisivas evocando “su día”. Pero, realmente, a nuestros niños, niñas y jóvenes, ¿qué mañana les espera?
El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 impuso un proyecto político y económico que favoreció a los grandes grupos económicos, concentró la riqueza en pocas manos y planificó la miseria. Dictadura militar, terrorismo de Estado, desaparición sistemática de personas, niños y niñas nacidos en cautiverio, apropiados ilegalmente, “botín de guerra” de quienes intentaron despojarlos de su identidad, su historia y el sueño de sus padres.
Los sucesivos gobiernos democráticos limitaron su accionar al irrestricto cumplimiento de las recetas elaboradas en los centros del poder financiero. En este contexto de gerenciamiento de la pobreza fueron desapareciendo las garantías del derecho a la vida, la educación, la salud y la vivienda digna. La desigual distribución de la riqueza condenó a millones de niños y niñas a la marginación y la exclusión. Fueron convertidos en mercancías; vendidos, traficados, expulsados a la calle, explotados laboralmente; usados por la mendicidad organizada, la pornografía y la prostitución. El Estado abjuró de su rol y los dejó librados al desamparo, hambre, desnutrición, abandono, abuso de autoridad, legislación inadecuada y una Justicia ineficiente. Se les robó su infancia, su posibilidad de ser sujetos plenos de derecho, su futuro.
¿Debemos resignarnos a este cuadro de situación de la niñez? Recuperar la memoria histórica y reflexionar sobre las consecuencias padecidas por los grupos más vulnerables, el de los niños/as y adolescentes, implica afrontar un nuevo desafío: saldar la deuda pendiente, la justicia social. La desnutrición, las malas condiciones higiénicas, el hacinamiento en sus hogares, la deserción temprana del sistema escolar; la imposibilidad de acceso a la red de servicios de salud; el confinamiento en internados, institutos de menores, cárceles y comisarías como producto de judicialización de la pobreza podrán revertirse sólo a partir de una justa distribución de la riqueza.
Recuperar los sueños de quienes propusieron construir un país más justo es una utopía posible y un deber ético que la niñez merece. Cuando nos hayamos decidido a hacerlo, será cierto que existe un Día del Niño.
* Maestro.