SOCIEDAD • SUBNOTA › EMILIO TENTI FANFANI, INVESTIGADOR DEL CONICET
› Por Mariana Carbajal
“Uno de los problemas más graves es su invisibilidad”, dice el sociólogo Emilio Tenti Fanfani sobre el trabajo infantil doméstico, cada vez más extendido en los barrios pobres del país. Investigador del Conicet y profesor de la UBA, Tenti Fanfani encabeza el Area de Investigación del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de Unesco, desde donde se llevó adelante el estudio que da cuenta del fenómeno (ver nota central). En un contexto de desocupación, “la sociedad tiene que hacerse cargo”, sostiene y considera que se deben implementar medidas estructurales como un ingreso universal para las familias y la jornada escolar completa, con becas, en todas las escuelas.
–¿Cómo analiza el hecho de que cada vez esté más naturalizado que los chicos se hagan cargo de las tareas domésticas en sus hogares?
–Uno de los problemas más graves es precisamente ése, su invisibilidad, la naturalización, al interior de los propios hogares. Las niñas ven este tipo de actividades como parte de su propia condición. Hacen de mamá. Y empiezan a hacer de mamá a edades muy tempranas.
–Los nenes también asumen responsabilidades hogareñas. Ya no sería una cuestión de género, sino de la niñez pobre.
–Pero los varones tienden a mantener una distancia con estas actividades, a quejarse por tener que hacerlas, a rebelarse. Las nenas, no. El trabajo doméstico para algunos abordajes internacionales es considerado un trabajo sospechoso, no llega a considerarse como la explotación que implica la prostitución u otras actividades que implican trabajo infantil. Pero sin duda son actividades que constituyen un obstáculo para el desarrollo de los chicos y un abuso de sus derechos. Por no ser visible es probable que se desarrolle en un tiempo extenso. Hay mucha gente que trabaja en su casa y eso no constituye un obstáculo para su crecimiento. Lo que preocupa son las situaciones extremas. Hay que diferenciar la colaboración que pueden prestar los chicos en las tareas hogareñas, de las que realizan al reemplazar el trabajo de los adultos.
–¿Cómo influye en su desarrollo?
–Los dos trabajos legítimos de los niños son el estudio y el juego. A esas dos actividades deberían dirigir su energía los chicos. La cuestión lúdica produce placer y el niño tiene derecho al juego. Trabajar significa no tener infancia. No hay que ser psicólogo para darse cuenta de que es una etapa necesaria. Robarle a un niño su infancia sin dudas tendrá consecuencias. Además, afecta su rendimiento escolar. No va a la escuela o va salteado. Y lo que vemos es que la escuela no tiene estrategias frente a la problemática del trabajo infantil.
–¿Qué debería hacerse desde el Estado?
–La sociedad tiene que hacerse cargo. Habría que implementar medidas estructurales para proveer a las familias de los ingresos necesarios para vivir. El trabajo es una mercancía escasa. Incluso en Europa, países desarrollados tienen 10 por ciento de desocupación. El derecho a la vida debe ser garantizado independientemente de si se tiene o no trabajo. La sobrevivencia de la familia no puede depender de su ingreso al mercado laboral. Además, es necesario un sistema de becas escolares para todos, como en Brasil, con una jornada escolar completa. Si el chico está 6 o 7 horas en la escuela tiene una ventaja pedagógica y disminuye la probabilidad de que sea explotado en su casa o en otro lugar.
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