Domingo, 9 de enero de 2005 | Hoy
Por Fernando Krakowiak
Consumen poco, pero son la mayoría. Las grandes empresas
elaboran estrategias de marketing especialmente para ellos. Conforman un mercado
de 27,5 millones de personas de clase media empobrecida y clase baja. Gastan
apenas 371 pesos mensuales por hogar para alimentarse, asearse y mantener limpia
su casa, pero en conjunto mueven 27.107 millones de pesos por año. Algunos
fueron pobres toda su vida y otros vieron disminuir su poder adquisitivo durante
la crisis y, según los analistas consultados por este suplemento, será
difícil que puedan revertir su situación en el mediano plazo.
La masividad del fenómeno hizo que las empresas de primera línea
comenzaran a idear estrategias para venderles sus productos a través
de segundas marcas, envases pequeños, formatos económicos o un
mix donde se combinan esas opciones. Cash conversó con las compañías
y realizó un recorrido por supermercados, autoservicios y almacenes para
describir las particularidades de la nueva gama de ofertas económicas
que dejó la crisis.
Durante la década del ‘90, los ejecutivos de marketing de las grandes
compañías concentraron sus esfuerzos en tratar de posicionar sus
productos en el mercado ABC1, pues ese podio les aseguraba también el
derrame hacia otros sectores de la pirámide social que buscaban distinguirse
consumiendo productos líderes, aunque fuera con menor periodicidad. Sin
embargo, a partir de la recesión, y fundamentalmente luego de la devaluación,
los sectores más pobres y la clase media asalariada abandonaron cualquier
pretensión de posicionamiento a través del consumo y se dedicaron
a consumir los productos más económicos, cualquiera fuera su marca.
Así fue como, según datos de la Consultora CCR, las primeras marcas
disminuyeron su participación en el mercado de 61,4 a 52,7 por ciento
en poco más de un año.
Para frenar la sangría y recuperar a los clientes perdidos las grandes
compañías iniciaron un acelerado proceso de reformas ampliando
la gama de productos e incrementando la inversión en publicidades donde
se focaliza en la relación precio-calidad. Jack Smart, gerente de Relaciones
Corporativas de Unilever, señaló a Cash que “el impacto
en el bolsillo de la gente motivó inmediatas adaptaciones, apuntando
a ofrecerle al consumidor una oferta diversa de formatos y tamaños, preservando
la calidad del producto”. En el caso de jabón en polvo, Unilever
ofrece Skip para los consumidores de clase alta, jabón Ala para los sectores
medios y a partir de la crisis direccionó la marca Drive para abastecer
a los segmentos medio-bajos. Mientras que su rival, Procter&Gamble lanzó
la marca Rindex para el mismo segmento, sumándola a Ariel y Ace, marcas
destinadas a los sectores altos y medios, respectivamente. Unilever también
le dio impulso a la línea de champúes económicos Suave
de Helene Curtis y debido a la buena respuesta del mercado lanzó jabones,
talcos corporales y desodorantes familiares con la misma marca. En el caso de
Procter&Gamble, uno de los lanzamientos que mejor recepción tuvo
es la línea de pañales económicos Babysan de Pampers, que
vienen en paquetes pequeños de hasta ocho pañales. Hebe Peralta,
gerente de asuntos corporativos de Procter&Gamble afirmó que pese
a haberse superado el momento más pronunciado de la crisis “sigue
habiendo un segmento de consumidores que busca productos económicos”.
Coca-Cola es otra de las compañías que reaccionó frente
a la crisis introduciendo envases retornables para abaratar costos, ofreciendo
formatos más pequeños como la Coca-Cola de vidrio de 237 cm3 e
incluso con el lanzamiento de la bebida Taí. María Marta Llosa,
directora de relaciones externas de Coca-Cola de Argentina señaló
a Cash que “Taí fue un producto creado previo a la devaluación
y como respuesta a la baja en el poder adquisitivo de los consumidores. Nos
permitió llegar a los sectores de más bajos recursos, mientras
trabajábamos para que pudieran acceder a Coca-Cola”. Nestlé,
La Serenísima, Kraft, Clorox (Ayudín) y La Virginia fueron otras
de las marcas que comenzaron a ofrecer envases más chicos y formatos
más económicos como sachets, “pouches” (bolsas) y
plásticos. En el caso de los envases más chicos el cliente desembolsa
menos dinero, pero paga más por la misma cantidad del producto deseado.
Los hipermercados también se adaptaron a la crisis. Carrefour presentó
la línea de productos Uno, destinada a brindar “el precio más
bajo” en cada una de las categorías de alimentos que ofrecen y
segmentó su oferta comercial de acuerdo al nivel socioeconómico
de las zonas donde están instalados. Fabio Fabri, director de Comunicaciones
de la compañía aseguró a Cash que “segmentamos para
responder a las necesidades de la gente y poder competir en mejores condiciones
frente a los negocios de barrio”. Según una reciente investigación
de CCR, el 52 por ciento de las personas de bajos recursos concurre a almacenes
y el 42 por ciento a autoservicios, mientras que apenas el 24 por ciento visita
hipermercados. En los autoservicios pueden encontrarse segundas marcas y casi
todas las versiones económicas de las marcas líderes.
Alfredo Coto, propietario de supermercados Coto, señaló a este
suplemento que “en los últimos meses las primeras marcas recuperaron
una porción del mercado, pero los consumidores siguen estando muy pendientes
de las promociones”. Las ofertas son centrales para los sectores de menos
recursos. El 66 por ciento de ese universo define que productos compra de acuerdo
a las ofertas y mientras la clase alta destina apenas el 12 por ciento de sus
ingresos a alimentos, cosmética y limpieza, la clase baja destina el
63,2 por ciento. Ese dato se encuentra en sintonía con los demás
países de la región donde los sectores de menos recursos gastan
entre 50 y 75 por ciento de su ingreso en productos de consumo masivo.
Las estrategias para llegar a los sectores de menores recursos no sólo
se despliegan en los supermercados y autoservicios. Los envases más pequeños,
por ejemplo, también se hacen notar en los kioscos. Arcor lanzó
paquetes de chicles Topline de 4 unidades en lugar de 6 para poder seguir ofreciendo
una opción a 50 centavos. Lo mismo hizo Cadbury con los chicles Beldent.
Mientras que Nobleza Piccardo comenzó a vender cigarrillos Camel en paquetes
de 16 unidades al mismo tiempo que publicita los cigarrillos económicos
Viceroy. Farmacias del Doctor Ahorro es otra de las empresas que elabora estrategias
de marketing, incluso desde su propio nombre, para llegar a los sectores de
menores recursos con medicamentos a precios bajos. Paula Repetto, gerente de
la compañía, afirmó a Cash que “nuestros clientes
son de clase media y media baja. Cuando llegamos apostábamos a un público
más humilde, pero ese sector no puede acceder ni a nuestros medicamentos”.
Si bien el peor momento de la crisis fue superado, los empresarios y analistas
de mercado coinciden en que la actual configuración del mercado no sufrirá
grandes modificaciones en los próximos años. Por lo tanto, las
compañías han decidido profundizar las acciones para captar el
consumo de los sectores más pobres, pues es imposible mantenerse como
líder en la producción de bienes de consumo masivo si no se llega
a la enorme mayoría de la población que aún sigue pagando
los costos por la falta de oportunidades y la injusta distribución del
ingreso.
Como
se acomodaron las empresas líderes al nuevo mercado de consumo |
GUILLERMO OLIVETO, director CCR “Fragmentación
estructural” |
ROBERTO DVOSKIN, economista Universidad de San Andrés “Acompañar
al consumidor” |
Las grandes empresas han empezado a elaborar estrategias de marketing especialmente para los pobres.
Conforman un mercado de 27,5 millones de personas de clase media empobrecida y clase baja.
Gastan apenas 371 pesos mensuales por hogar para alimentarse, asearse y mantener limpia su casa, pero en conjunto mueven 27.107 millones de pesos por año.
Segundas marcas, envases pequeños, formatos económicos o un mix donde se combinan esas opciones son las estrategias de marketing.
Las empresas líderes ampliaron la gama de productos e incrementaron la inversión en publicidades donde se focaliza en la relación precio-calidad.
En el caso de los envases más chicos el cliente desembolsa menos dinero, pero paga más por la misma cantidad del producto deseado.
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