Está que arde
Cualquiera sea el plan económico que Roberto Lavagna vaya a implementar tiene que resolver dos problemas graves de manera urgente: salir de la trampa del corralito y evitar el colapso del sistema financiero. Cash tuvo acceso a un informe de una calificadora internacional que afirma que las 86 entidades financieras que operan en el país están técnicamente quebradas. El documento estima que la depresión y, fundamentalmente, la devaluación generó pérdidas a los bancos por un total de 56 mil millones de pesos en el período que va del 1° de enero al 15 de abril. La calificadora considera que en pocos meses van a quedar menos de 40 bancos. Los banqueros consultados por este suplemento especulan con que la reducción del sistema se puede dar en un escenario “ordenado”, en el que el Estado se haga cargo de los pasivos bancarios, o en medio de un “caos”, en el que los ahorristas pierdan sus depósitos. Argumento que utilizan para convencer al Gobierno de que el Plan Bonex es la única opción que queda para salvar lo que queda del sistema. Cash pudo confirmar que Sedesa, la compañía que administra la garantía de los depósitos por un monto de hasta 30 mil pesos, destinó los pocos fondos que le quedaban a recapitalizar al Banco Galicia. Entonces, la caída de decenas de entidades, que los analistas consideran inevitable, podría derivar en la pérdida de los fondos de los ahorristas.
El quebranto del sistema se generó por el lado de los activos y de los pasivos. Los bancos tienen en sus carteras préstamos y bonos del Estado nacional y de las provincias por un total de 39 mil millones de pesos. Se estima que esos papeles van a sufrir una quita del 50 por ciento. Además, las deudas de particulares y empresas con el sistema financiero al 15 de abril suman 44 mil millones de pesos y, aunque los bancos no lo reconocen, la morosidad del sistema ya está llegando al 30 por ciento. Muchos de esos créditos no se van a cobrar y el valor de las garantías se desplomó. Por otra parte, los bancos tienen deudas en el exterior por 10 mil millones de dólares. Esos fondos los destinaron a créditos en el país que luego fueron pesificados 1 a 1. El descalce entre los dólares que tienen que devolver a un valor actual de 3,30 pesos y lo que van a cobrar por los créditos suma otros 20 mil millones de pesos de pérdidas.
La propuesta de los banqueros es estatizar los quebrantos del sistema. El Gobierno, aunque tuvo que aplazarlo por unos días, ya dio el consentimiento, vía Plan Bonex, para limpiar de sus carteras la deuda pública. Luego piensan presionar para conseguir un seguro de cambio para sus pasivos con el exterior. Un alto funcionario de un banco norteamericano lo explicó a Cash de esta manera: “En el país van a quedar menos de la mitad de los bancos, porque el negocio se achicó. El tema es cómo se da ese proceso de depuración: en forma ordenada o caótica. En 1997, cuando las devaluaciones en los países del sudeste asiático colapsaron sus sistemas financieros, los estados asistieron a la banca con fondos que fueron desde un 20 a un 40 por ciento del PBI de cada país. Si acá no hacen lo mismo, va a haber una cadena de quiebras y los que van a perder son los ahorristas”. El banquero asegura que las entidades no van a hacerse cargo de semejante catástrofe “porque tardarían 50 años en recuperar su dinero”.
Los ahorristas cuentan con un seguro que debería cubrir los depósitos hasta un total de 30 mil pesos. Los bancos aportan un porcentaje de los depósitos a una compañía conformada especialmente para administrar esos fondos, llamada Sedesa. Aunque la resolución del Banco Central que dio origen a la garantía de depósitos señalaba taxativamente que los fondos sólo debían usarse para resarcir a los ahorristas en casos de quiebra, Sedesa utilizó dinero para asistir a entidades en problemas. Como en los próximos meses no existe la posibilidad de que se generen nuevos depósitos, Sedesa está imposibilitada de cumplir con su función. Es decir que los depositantes están sin red: banco que cae, ahorristas que pierden. Si hasta el momento no se derrumbaron más bancos es porque el Banco Central los asiste con redescuentos (préstamos). El sistema financiero tiene liquidez negativa. Los bancos tienen depositados en el Central como requisitos mínimos de liquidez 9 mil millones de pesos y le deben a la misma entidad 15 mil millones. Aun con el corralito, desde el 1º de enero los depósitos disminuyeron un 15 por ciento. En total, se fueron 13 mil millones de pesos. Dos mil millones por amparos judiciales, 8 mil por el goteo que permite el mismo sistema y por las excepciones a personas enfermas y mayores de 75 años y 3 mil millones más por depósitos utilizados para cancelar créditos.
El sector bancario fue uno de los de mayor rentabilidad en la década pasada. Incluso en 1998 y 1999, con la recesión instalada, los bancos ganaron 1000 millones de pesos. Dinero que transformaron en dólares a paridad 1 a 1 y giraron al exterior. Sin embargo, la mayoría de ellos le ha hecho saber al gobierno que no están dispuestos a traer parte de sus utilidades pasadas para recapitalizar sus entidades. Hasta hace unos meses, cuando los banqueros analizaban si valía la pena perder dinero para quedarse en el país, mensuraban la pérdida de reputación internacional que les traería aparejada la deserción de Argentina. Un ahorrista brasileño podía pensar que el Citi o el Boston, por ejemplo, no eran tan confiables como parecían. Pero en los últimos tiempos la comunidad financiera internacional comenzó a divulgar la idea (equivocada o no) de que la culpa del colapso era del Gobierno y que la quiebra financiera se debía a causas endémicas y no particulares. Este argumento derivó en que los bancos internacionales no teman perder reputación. Por lo que la decisión de irse o quedarse depende sólo de un análisis económico de sus operaciones locales.
El año pasado el sistema administraba un stock de más de 80 mil millones de dólares. Los banqueros estiman que luego del Plan Bonex, o como termine llamándose, el negocio se reducirá a menos de 15 mil millones de dólares. La torta se achicó y ya no alcanza para todos. Ahora hay que ver cuáles se quedan y qué entidades deciden levantar campamento. Analistas financieros consultados por Cash coinciden en señalar que los grandes bancos norteamericanos, con una larga trayectoria en el país, no se van a ir por una crisis. Y los españoles tienen una estrategia regional, por lo que les convendría quedarse. Sin embargo, tanto los españoles como los norteamericanos piensan que, en lo inmediato, en el mercado no hay lugar para todos. Por eso en las últimas semanas se armó una guerra de rumores para desacreditarse mutuamente y así jugar a que caigan sus competidores.
Aunque no son los únicos responsables, los bancos fueron uno de los principales actores económicos cuyas acciones derivaron en la actual crisis. En los últimos años, tentados por las altísimas tasas de interés que el Estado aceptó pagar, destinaron una cantidad creciente de sus depósitos a financiar al sector público. Entre provincias y Nación tomaron más del 30 por ciento del crédito disponible del sistema. En la mayoría de los países del mundo la legislación no permite que los bancos arriesguen un porcentaje tan alto del dinero de los ahorristas prestándoselo a un pequeño grupo de clientes. La fuga de divisas que derivó en la actual crisis del sistema comenzó cuando los inversores empezaron a pensar que el Estado no iba a poder pagar sus deudas. El análisis era que, como los bancos estaban tan jugados con el sector público, la cesación de pagos, que finalmente ocurrió, iba a provocar el colapso del sistema. La fuga, el default y, por último, la devaluación terminaron cumpliendo la profecía.
A pesar de su responsabilidad y de las enormes ganancias que obtuvieron en la última década, los banqueros no están dispuestos a traer plata para cumplir sus compromisos. Si como dicen los analistas financieros y los mismos banqueros, van a cerrar la mitad de las entidades, la cuenta de esas pérdidas la pagará toda la sociedad. Si el Estado interviene y estatiza los quebrantos, también. Si no lo hace, las pérdidas recaerán sobre los ahorristas.