Juan Carlos del Bello, el
director del Indec, es uno de los funcionarios a los que les tocó dar
las peores noticias al Presidente. Esta semana le informó que la inflación
mensual volvió a los dos dígitos después de 11 años.
Y el mes que viene tendrá que acercarle el informe que muestre el índice
de desocupación más alto de la historia, por lo menos desde que
se realiza la medición. En entrevista exclusiva con Cash el funcionario
aseguró que, “con la inflación de abril, más de la
mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza”
y que “el futuro aumento de las tarifas de servicios públicos va
a elevar ese número de manera dramática”. Pero descalificó
las proyecciones de distintas consultoras que estiman una inflación anual
del 90 por ciento. “Con este nivel de tipo de cambio el IPC no va a superar
el 60 por ciento”, señaló. Del Bello reconoció que
el actual índice no representa el aumento de precios que está
soportando la sociedad, porque está pensado para un consumidor promedio
y en la actualidad la mayoría de la población es pobre. Para los
que están por debajo de la línea de pobreza, el verdadero índice
es de casi un 30 por ciento y para los indigentes, supera el 35 por ciento.
Además, dio un dato que les va a servir a los consumidores para comprar
mejor: “Los supermercados están aumentando más que los almacenes”.
¿Qué efecto tiene el aumento del precio de la canasta básica
sobre el nivel pobreza?
–El valor de la canasta básica de alimentos es el parámetro
exacto que mide la indigencia. Llamamos indigente a la persona que no gana lo
suficiente para consumir los nutrientes indispensables. El que llega justo al
límite sólo puede alimentarse: no compra medicamentos ni viaja
ni realiza ningún otro gasto. Por eso el aumento de la canasta básica,
que ya alcanza el 35 por ciento, impacta directamente sobre el aumento de la
indigencia. Y en menor medida sobre la pobreza. En la actualidad la canasta
básica de una familia de cuatro personas es de 253 pesos. Todas las que
tienen ingresos inferiores son indigentes.
¿Qué cantidad de indigentes hay con la inflación de abril?
–Si pensamos que los ingresos se mantienen constantes desde la última
medición, en septiembre del 2001, los indigentes son el 16,8 por ciento
de la población, unos seis millones de personas. Pero sabemos que no
es así. Con el aumento de la desocupación los ingresos cayeron
muchísimo. Por eso los indigentes son bastantes más y van a seguir
creciendo al ritmo del aumento de la canasta básica.
¿Pasa lo mismo con la cantidad de pobres?
–Con los ingresos de septiembre hay un 44,5 por ciento de la población
por debajo de la línea de pobreza. Con el nivel actual seguro que más
del 50 por ciento de la población es pobre.
Los sectores de menores ingresos que ganan más que los indigentes también
consumen servicios, que hasta ahora casi no aumentaron. ¿Eso significa
que cuando también se incrementen la cantidad de pobres crecería
mucho más?
–Claro, si los bienes tienden a estabilizarse y, como es previsible, algunos
servicios aumenten, va a crecer más la cantidad de pobres que la de indigentes.
Partiendo de un 50 por ciento de pobres, cuando suban las tarifas de los servicios
públicos y otros servicios, el porcentaje de pobres puede ser dramático.
Con los precios actuales es pobre una familia que gana menos de 598 pesos. Cada
mes ese monto va a subir. Mientras los salarios sigan planchados, el crecimiento
de la pobreza se va acelerar muchísimo.
¿En el interior es peor?
–Pienso que el promedio nacional es similar a la muestra tomada en el área
metropolitana. En las provincias del sur hay menos pobres e indigentes y en
el norte hay más. En Concordia, quizás estemos en un 75 por ciento
de pobres.
¿Está de acuerdo con los analistas que estiman una inflación
anual del 90 por ciento, con un dólar alrededor del valor actual?
–No. No hacemos proyecciones, pero no hay forma de llegar a esos guarismos.
Todavía falta que aumenten los servicios.
–Los servicios aumentaron sólo un 3,7 por ciento. Y tienen una ponderación
dentro del índice del 45 por ciento. Pero es sabido que en épocas
de devaluación los servicios se retrasan. No veo que, por ejemplo, los
peluqueros puedan aumentar sus honorarios. Tampoco lo van a hacer los establecimientos
educacionales. No van a subir los alquileres mientras no haya aumentos de sueldos.
Las tarifas de servicios públicos van a aumentar. Pero si suben un 20
por ciento, el IPC aumenta un 3,5 por ciento. La medicina prepaga está
restando prestaciones, en vez de aumentar sus precios. Tampoco veo que vaya
a subir el cine o el teatro. Con este tipo de cambio la inflación va
a ser mucho menos que 90 por ciento.
La inflación mayorista ya es de un 60 por ciento. ¿No va a haber
un traslado al minorista?
–En parte sí, pero los bienes que mide el índice mayorista
no son los mismos que el minorista y en épocas de inflación se
achican los márgenes de comercialización. No se va a trasladar
ese 60 por ciento. Quizás en los próximos años, cuando
el país salga de la recesión y aumenten los salarios, muchos precios
vayan acomodándose. Durante los períodos inflacionarios se produce
un trastrocamiento de los precios relativos, que se acomoda con el tiempo. Si
hablamos de la inflación durante el 2002 veo muy difícil que supere
el 60 por ciento.
¿En mayo va a haber más o menos inflación que en abril?
–Empezamos bien, porque el arrastre del mes anterior es del 2,8 por ciento.
Menor que el que recibió abril de marzo. Si no hay variaciones bruscas
en el tipo de cambio, la inflación debería ser menor que la de
abril. Hay una tendencia declinante.
¿Además de los datos que relevan, qué comentarios hacen
los encuestadores sobre lo que hablan con la gente?
–Lo que cuentan todos es que la gente les dice que no nos creen, que la
inflación es mayor que lo que mide el Indec. Mientras están en
los almacenes tomando precios, los consumidores se les acercan y les piden que
digan la verdad.
¿Por qué da la sensación de que la inflación es
mayor?
–Cada familia tiene una problemática diferente. Puede tener un crédito
que se indexó y gasta más. Además tiene que ver con los
hábitos de consumo y con la capacidad adquisitiva. En estas épocas
los pobres sienten más la inflación porque gastan gran parte de
sus ingresos en alimentos, que aumentaron muchísimo. El índice
está diseñado para un consumidor promedio.
El aumento de la pobreza y de la inequidad en la distribución de ingresos
derivó en que ese sector medio que representa el índice sea cada
vez más chico. ¿Le sirve el IPC a la gente? ¿Cuántos
quedaron en el medio?
–Pocos. Además, cuando un ama de casa va a un supermercado y los
alimentos aumentaron un 40 por ciento, deja de gastar en otras cosas y cambia
la ponderación de su canasta de gastos en el momento. En épocas
inflacionarias ese proceso es vertiginoso. Por eso el IPC pierde representatividad.
Pero no es para tanto la diferencia.
Sin embargo, la percepción de la gente es que el índice está
muy alejado de la realidad.
–Hay también otro tema que alimenta esa percepción. El índice
es el promedio de precios mensual comparado al promedio del mes anterior. Con
esta dinámica, el día que la gente lee en el diario el IPC los
productos ya aumentaron mucho más. Puede haber 15 días de diferencia.
“Se va a ir reacomodando”
¿En cuánto
influye el patrón de exportación, basado en los alimentos, en
el actual proceso inflacionario?
–Hasta ahora los productos exportables aumentaron, en promedio, un 40 por
ciento. Porque si bien subieron mucho el aceite y la harina, no lo hicieron
las frutas, que sólo se incrementaron un 12 por ciento. Cuando se vayan
reacomodando los productos estacionales, el aumento de los exportables va a
tener mucho peso en el IPC.
¿Los productos importados aumentaron lo mismo que el dólar?
–No, subieron un 97 por ciento, mucho menos que lo que se disparó
la moneda americana. Aquí el tema es que quizá muchos productos
no se sigan importando. Por eso los negocios que los comercializan no los ponen
a su verdadero precio, porque no los piensan reponer.
Indice de desocupacion
“Habrá una medición mensual”
¿El índice
de desocupación de mayo va a llegar al 25 por ciento?
–No tenemos aún el menor indicio. Los análisis que se están
haciendo se realizan en base a despidos y no se toma en cuenta si la gente sigue
buscando trabajo. Hay que recordar que el índice de desocupación
refleja la gente que busca trabajo y no lo encuentra.
¿Debido a la dinámica económica y social se van a hacer
cambios en los sistemas de medición?
–En los sistemas no, en la frecuencia. A partir del segundo semestre vamos
a medir la desocupación mensualmente y vamos a dar los datos por trimestre.
En cuanto al índice de precios, el cambio será geográfico.
El IPC actual se mide sólo en Capital y Buenos Aires. Desde junio se
va a medir a nivel nacional. Los precios en las provincias tienen distinto comportamiento.
Almacenes vs. supermercados
La venganza de Don José
¿Quiénes venden
más barato, los supermercados o los almacenes?
–Desde la devaluación se está dando que los supermercados
vienen aumentando los precios más que los pequeños comercios.
Los grandes negocios trasladan más rápido los aumentos. Los almacenes
achican márgenes para no perder ventas.
¿El aumento de los precios impulsó cambios en las pautas de consumo?
–En junio vamos a modificar los productos que medimos, porque la inflación
está cambiando fuertemente los hábitos. El consumo de segundas
marcas se está generalizando. Pero también, por ejemplo, cambian
los tipos de carnes que se consumen. La gente se va corriendo hacia los productos
más baratos. Nosotros hacemos encuestas de hogares cada diez años,
para armar un modelo de ponderación de gastos actualizado al consumo
real. La última se realizó en 1996. Pero el año que viene
vamos a volver a hacerla. Ahora está cambiando la composición
muy fuerte. La gente dedica más dinero a los bienes indispensables y
posterga otros gastos. Por ejemplo, en vez de ir a la peluquería todos
los meses, va cada tres meses.
La inflación de los pobres
¿Cuál fue
la inflación para los sectores con ingresos cercanos al nivel de indigencia?
–Como esos sectores sólo gastan en alimentos, para ellos la inflación
es igual al aumento de la canasta básica de alimentos. O sea de un 35,2
por ciento. Después hay que ver qué tipo de consumo tiene cada
uno. Si consumen mucha harina, por ejemplo, el impacto es mayor.
¿Y cuál es el índice para los pobres?
–Dentro de esa categoría hay distintos niveles de ingresos, en los
deciles más bajos el promedio se acerca al 30 por ciento. Cuánto
menos ganan, mayor porcentaje de sus gastos tiene que ver con la alimentación.
Además, estos sectores sufren de lleno el aumento de los medicamentos,
porque al no tener obra social, no tienen descuentos en las farmacias.
¿Los 150 pesos por jefe de familia desocupado que va a entregar el Estado
van a detener el aumento de la pobreza?
–Es obvio que dentro de los valores actuales la incidencia de esa suma
no va a ser muy fuerte. No llega a sacar a una familia del nivel de indigencia.
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