Domingo, 22 de enero de 2006 | Hoy
NOTA DE TAPA
El Mercosur atraviesa zona de turbulencia. Brasil y la Argentina discuten excepciones a la unión aduanera, mientras que Uruguay perfila un globo de ensayo con la amenaza de avanzar en un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Y Paraguay advierte con hacer lo mismo.
Por Natalia Aruguete
Esta semana, el presidente Néstor Kirchner mantuvo reuniones con Lula da Silva para avanzar en acuerdos comerciales y, en especial, con la Cláusula de Adaptación Competitiva. Más allá de la buena voluntad y el interés político de integración regional, el Mercosur está viviendo una etapa de tensión. Para algunos pueden ser los dolores del crecimiento para alcanzar la madurez; para otros, en cambio, se trata de una crisis que puede hacerlo estallar.
"La existencia de tratamientos de excepción es inevitable en un contexto en donde prevalecen fuertes asimetrías estructurales y regulatorias entre los países", afirmó a Cash el investigador del Conicet, Roberto Bouzas. Desde los primeros pasos de su gestación, el Mercosur generó una plataforma de intercambio comercial intrazona, cuyo mayor dinamismo se concentró en Brasil y la Argentina. A Uruguay y Paraguay "no les quedó otra posibilidad que incluirse", apuntó el investigador de Flacso, Enrique Arceo.
En el marco del Mercosur, la Argentina alcanzó sus mejores resultados de balanza con Brasil entre 1996 y 1998, con un saldo favorable total de 8700 millones de dólares. Esa cifra cayó a 1050 millones entre el 2001 y el 2003, y se volvió negativa en el 2004 y en el 2005, con 2016 millones de dólares y más de 3500, respectivamente. Un informe de la consultora Estrategia & Gestión, realizado por el economista Carlos Gaspar, destaca que lo relevante es analizar la evolución de los intercambios a largo plazo y no detenerse en los últimos saldos, que responden fundamentalmente al dispar crecimiento de ambos países. Desde 1998, el comercio con el país vecino pasó de poco más de 14 mil a casi 17 mil millones de dólares.
El menor nivel de actividad de los brasileños y la simultánea recuperación argentina explican parte de esa evolución. Pero no dan cuenta por sí solos de los vaivenes en la balanza de comercio bilateral. La apertura arancelaria y casi sin discriminaciones sectoriales, impulsada por los presidentes Menem y Collor de Mello, tuvo efectos dispares sobre los sectores económicos. Estrategia & Gestión diferencia tres grandes grupos. En aquellos sectores donde la Argentina tiene una elevada productividad a nivel mundial, productos primarios y manufacturados de raíz agropecuaria, son superavitarios en sus intercambios con Brasil. Algunas industrias, como combustibles, plásticos, caucho y automotriz, se beneficiaron con la puesta en marcha de la unión aduanera. El tercer grupo, textil, cartón, pasta de madera y papel, y maquinaria, fueron deficitarios antes y durante el Mercosur. Estos sectores fueron los que durante el 2004 y el 2005 reclamaron restricciones automáticas al comercio bilateral, para limitar "los daños" que las importaciones de bienes brasileños provocan en algunas ramas de la industria local.
Andrés López, de la Fundación Cenit, analizó ante Cash las asimetrías con Brasil, vislumbrando diversas cuestiones en el desempeño comercial de los sectores deficitarios. La primera es el tamaño de mercado. "En ramas como textil, celulosa y papel --y en menor medida maquinaria y aparatos--, la economía de escala pesa", afirmó. Y agregó que Brasil viene desarrollando una política industrial de largo plazo con competitividad internacional, promoviendo inversiones a través de su banco de desarrollo Bndes. Finalmente, destacó López, existe una importante diferencia respecto de la dotación de factores. A comienzos del Mercosur, la intención era competir en sectores con mano de obra calificada. "El problema es que desde el Gobierno argentino no se promovió una estrategia ofensiva y en cambio lo que se hizo --y se sigue haciendo-- fue plantear excepciones", concluyó el especialista.
Las demandas del empresariado argentino se concentraron en un replanteo de la política brasileña de apoyo al sector privado y un incremento en la protección frente a las importaciones desde Brasil en actividades "sensibles" para la Argentina, como la llamada Cláusula de Adaptación Competitiva. Un mecanismo permanente de solución de controversias, que el gobierno de Kirchner propuso con la intención de evitar que las exportaciones de uno de los dos países afecte la producción del otro. Para Bouzas, "las excepciones, incluso las unilaterales, han sido una constante del Mercosur. Por lo tanto, la CAC no es una buena señal, pero es un hecho inevitable cuya ausencia es reemplazada por más unilateralismo".
La integración arancelaria de la región amplió los mercados de sus socios, pero no generó los mismos beneficios para todos los integrantes. La propuesta de "más y mejor Mercosur", que supuso un incremento del comercio entre los miembros más grandes, no tuvo los mismos efectos en el intercambio con Uruguay. "Sin coincidir con las expresiones del ministro (de Ganadería, José) Mujica, creo que el Mercosur hizo poco por Uruguay y Paraguay, porque fue concebido como un proyecto que favorece a las grandes empresas de la Argentina y Brasil", opinó el secretario ejecutivo de Clacso, Atilio Boron. Y agregó: "Para hacer viable una integración (regional), los países más desarrollados deben hacer concesiones con los países más débiles. Pero ni Brasil ni la Argentina tienen la suficiente visión estratégica que se necesita para ello, producto de las mezquindades de su dirigencia política".
Según datos del Centro de Economía Internacional, dependiente de Cancillería, el comercio total entre ambas economías pasó de más de 1200 millones en el 2000, a menos de 1000 millones el año pasado. A esta caída se agrega que el déficit de la balanza uruguaya creció en 100 millones de dólares durante los últimos cinco años. El desempeño sectorial del país vecino no se diferenció del comportamiento general. Si bien las ramas de esa economía que más exportan son manufacturas de origen industrial --productos químicos, plásticos, papel, textiles y material de transporte terrestre--, en la mayoría de los casos, las exportaciones cayeron a la mitad.
Paraguay no corrió mejor suerte. Un estudio del Banco Central de ese país muestra que la relación de comercio con los socios, a noviembre del 2005, resultó deficitaria en casi 600 millones de dólares, un 7,9 por ciento superior al déficit el año anterior. Con la Argentina, el resultado fue negativo en casi 500 millones, un 8,5 por ciento mayor al del 2004. Con Brasil, el déficit también fue creciente y cerró en más de 600 millones de dólares. Sólo con Uruguay tuvo superávit en casi 400 millones de dólares el año pasado, apenas superior al del 2005.
Con estos resultados, varios expertos coinciden en que los reclamos locales de mayor equidad hacia Brasil son "fácilmente asimilables" a las consideraciones que Uruguay pide al resto del bloque. Y advierten que es un momento oportuno para que Estados Unidos ponga en marcha su estrategia internacional: establecer acuerdos bilaterales con distintos países que restrinjan la conformación plena de un bloque regional.
Arceo propone un proceso de desarrollo industrial en la región: "El eje de la articulación entre los países debería ser un proyecto común de industrialización con una división interna del trabajo y una asignación productiva en la localización de las actividades que se crean. Esto es lo que hoy no existe". Para el investigador, el obstáculo del Mercosur es que está pensado como un tratado que liquida las barreras, pero carece de una institucionalidad política, imprescindible si se pretende generar una movilidad de capital y de mano de obra, homogeneizar condiciones sociales y unificar infraestructura.
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