Domingo, 9 de abril de 2006 | Hoy
NOTA DE TAPA > INFORME ESPECIAL LAS TELEFóNICAS
A quince años de la privatización, todavía un tercio de los hogares no tiene una línea de telefonía básica. La fija local es la menos rentable. Esa es la razón para que las empresas se hayan volcado hacia la telefonía móvil y la Internet. Sectores marginados por la telefonía fija optaron por comprarse un celular, que tiene pulsos más caros
Por Federico Simonetti
A mediados de los ’90 una famosa propaganda televisiva reflejaba la llegada del teléfono a un pequeño poblado del interior del país: “Vieja, a que no sabés de dónde te estoy llamando”, exclamaba un emocionado habitante con lágrimas en los ojos. Sin embargo, no fueron muchas las madres que atendieron llamadas de ese estilo. A 15 años de la privatización, todavía un tercio de los hogares no tiene una línea de telefonía básica. Para esos 12 millones de personas esa globalización fue sólo un montaje publicitario.
“Los pueblos que tienen un solo teléfono SSPLD (Servicio Semipúblico de Larga Distancia) son 2250, repartidos en mitades entre Telefónica y Telecom, y existen al menos 500 pueblos y parajes que no gozan siquiera de una línea”, señaló Jorge de Mendonça, analista de comunicaciones. En coincidencia con los datos anteriores, Oscar Grand, presidente de la consultora Telco, calculaba a fines de la década pasada unas 600 localidades incomunicadas. Desde el Gobierno estiman que todavía podrían instalarse 2 millones de teléfonos.
Con un promedio de 23 líneas instaladas cada 100 habitantes, la teledensidad de la Argentina es una de las más altas de Latinoamérica, lo que refleja –según el criterio de la Unión Internacional de Telecomunicaciones– una penetración similar a la de naciones con ingresos medios altos. Sin embargo, la inequitativa distribución del ingreso también adquiere dimensiones geográficas: en el área metropolitana la teledensidad es comparable a la de España mientras que Santiago del Estero, Chaco, Misiones, Corrientes, Formosa y Salta tienen menos de 9 teléfonos cada 100 habitantes, proporción parecida a la de países africanos pobres como Namibia.
Las dos grandes operadoras de telefonía fija se jactan de haber cumplido con creces los exigentes pliegos diseñados durante la privatización de ENTel por María Julia Alsogaray. Por entonces, las metas no apuntaban a la inversión sino a objetivos de penetración, pero pautados por provincias y no por localidades. La consecuencia directa fue una importante expansión en las zonas urbanas donde había margen de negocios y un olvido de aquellos lugares no rentables. Estos sectores son justamente los que hoy siguen sin tener teléfono.
Lo curioso es que, superada la profunda crisis y después de la posterior reactivación, la cantidad de líneas fijas permanece constante desde entonces y tampoco parece haber intenciones de modificarla por parte de las operadoras. En paralelo, se observa una enorme expansión de la telefonía móvil: “pueblos como Misión Nueva Pompeya y Miraflores en Chaco o Estación Aráoz en Tucumán no tienen servicio de telefonía en las casas, pero la prestataria del servicio básico que consideró no rentable al teléfono fijo puso en marcha antenas que garantizan la llegada de los celulares”, dijo Mendonça.
La crema
Los especialistas consultados por este suplemento coinciden en señalar que dentro de las telecomunicaciones, la telefonía fija local es la menos rentable. Esa es la razón para que las empresas se hayan volcado hacia la telefonía móvil e Internet. Si bien existe una tendencia mundial al crecimiento, la expansión de los celulares en la Argentina adquirió un carácter extraordinario: desde la devaluación, el país pasó de 17 a 57 celulares cada 100 habitantes y así encabeza el ranking de países latinoamericanos con mayor promedio de telefonía móvil. Resulta evidente que esta tendencia internacional es además incentivada por las empresas a través de ágiles inversiones y una sobresaturación de publicidad en los medios de comunicación. Las estadísticas dicen que en la Argentina existen unos 23 millones de celulares y, según un estudio de la consultora Latin Panel, el 64 por ciento de los aparatos vendidos durante 2005 fueron adquiridos por sectores de bajos recursos. Sectores marginados por la telefonía fija optaron por comprarse un móvil. Esa es la solución propuesta por las empresas: “En aquellos lugares de baja densidad de población resulta sensiblemente costosa la conexión de un cliente residencial, comprometiendo la factibilidad de dar servicio de telefonía básica en estas zonas. En este sentido, la telefonía celular u otras soluciones inalámbricas podrían configurar alternativas tecnológicas a considerar, aunque siempre habrá que analizar las características de cada caso en particular”, señaló a Cash un ejecutivo de Telefónica.
La propuesta para universalizar las comunicaciones es, en realidad, un excelente negocio, para el grupo Telefónica a través de Movistar, y para Telecom a través de Personal. Los celulares muestran enormes ventajas en cuanto a rentabilidad: a diferencia de la telefonía fija, son individuales y no residenciales, requieren una menor inversión en expansión y mantenimiento y, por sobre todas las cosas, el precio de la telefonía móvil está desregulado. El pulso promedio de un celular resulta hasta diez veces más caro que el de telefonía fija.
Luego de llegar a un acuerdo con el gobierno nacional, Mario Vázquez, presidente de Telefónica de Argentina, anunciaba nuevas inversiones por 1000 millones de pesos repartidos en mitades entre telefonía móvil y banda ancha. No había ni una palabra destinada a expandir la red de telefonía fija.
La telaraña
“Aunque no tengamos obligaciones, los únicos que universalizamos el servicio somos las cooperativas. Porque nosotros vamos a los lugares de poca densidad de población y de poca o ninguna rentabilidad”, señaló Felipe Boccoli, presidente de la Federación de Cooperativas de Telecomunicaciones (Fecotel). “En 2002, el presidente Eduardo Duhalde visitó una escuela de la localidad de Ocloya, en la Puna jujeña, y después quiso que allí llegara el teléfono. Telecom se negó, y terminamos instalando las cooperativas de la zona. Eso es un reflejo de la situación”, relató. También es cierto que así cobran las tarifas, con valores más elevados que el promedio nacional.
Las quejas de Boccoli tienen su origen en la propiedad de las redes de telefonía. Cuando una operadora entrante en el mercado de telecomunicaciones instala una centralita en un pueblo alejado, para llamadas de larga distancia debe abonar a Telefónica o Telecom por el uso de sus redes de fibra óptica. La tarifa de este peaje, llamado técnicamente interconexión, fue indexada con el CER, por lo que su costo subió considerablemente e impidió competir a muchas de las nuevas cooperativas. Desde Fecotel las quejas son varias: “Telecom ha pretendido cobrarnos la figuración en guía, los servicios 110 y 113, y además tiene que pagarnos los servicios no geográficos de los números 0800 y 0810”, se quejó el Boccoli.
Desde la devaluación, la estrategia de las dos grandes telefónicas fue la de mantener la renta obtenida a través de la interconexión, no ampliar el servicio a las localidades que no significaran ganancias y sí expandir los negocios no regulados como Internet y telefonía móvil. “Lo más indignante es que para llegar a los lugares alejados no hace falta una inversión enorme, porque la red de fibra óptica que construyeron Telefónica y Telecom se está utilizando al 10 por ciento de su capacidad. Sólo hay que poner una central en los pueblos, instalar las líneas domiciliarias y esa central conectarla al cable de fibra óptica”, explicó a Cash el especialista David Alperín. Esta situación de desinterés de las empresas por expandir el servicio de telefonía fija habría provocado la reacción del Gobierno. Néstor Kirchner estaría por firmar un decreto que obligaría durante los próximos cinco años a las telefónicas a llevar el servicio a todo aquel que lo requiriese, sea un usuario residencial o una empresa y sin importar el lugar del país de donde lo reclamen.
Teléfonos incomunicados
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