Bajo condiciones climáticas normales y a contramano del tan mentado auge de la extracción gasífera y las inversiones privadas en los noventa, las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones carecen de acceso al gas natural distribuido por redes (GDR). Tampoco el norte de Santa Fe, sur de San Luis, norte y sudeste de San Juan, centro de La Pampa, centro y sur de Río Negro, sur de Mendoza, norte de Jujuy y noroeste de Salta. En Neuquén, de cuyo seno nace uno de los gasoductos de exportación a Chile, existen varias localidades sin GDR. En La Rioja apenas tres localidades son abastecidas por gas natural comprimido y una por gas natural a presión, mientras que sólo su capital goza de GDR. En Santiago del Estero, sólo su capital y cuatro localidades reciben GDR; seis en Catamarca y su capital; doce en Río Gallegos, en Santa Cruz; catorce más en Comodoro Rivadavia, en Chubut. En suma, aproximadamente unos 15 millones de personas se privan de las ventajas del gas por redes.

Según Enargas, se importa desde Bolivia prácticamente el mismo volumen que el exportado y se destina en promedio un 15 por ciento de la extracción gasífera nacional a Chile y en menor medida a Uruguay y Brasil. En mayo, de los envíos correspondientes al primero un 46 por ciento fue a la empresa de capitales canadienses Methanex, el mayor productor y comercializador de metanol del planeta, cuya producción en este país –exportable en su totalidad– equivale al 12 por ciento de la mundial y al 60 de su producción y activos (Methanex Corp., 2007).

Gracias al Protocolo de Integración Gasífera y Suministro de Gas Natural, suscripto por Frei y Menem en 1995, Chile, país no gasífero, cubre un 70 por ciento de su oferta eléctrica con generación térmica alimentada en un 46 por ciento con gas natural importado de la Argentina (Comisión Nacional de Energía de Chile, 2006/2005). La Argentina, a su vez, lo exporta pese a los siete años de reservas probadas y de tener una oferta eléctrica dependiente en un 52 por ciento de centrales térmicas, nutridas en un 83 por ciento por el mismo recurso.

El mal denominado proceso de “integración” energética permitió a las operadoras argentinas la construcción de nueve gasoductos de exportación a partir de 1996, en detrimento de la construcción de gasoductos troncales o regionales para el consumo interno. De ese total, cuatro abastecen a la empresa Methanex. Al examinar los envíos de gas natural a Chile del mes pasado, también se observa que de los gasoductos de exportación dentro y fuera del sistema de transporte nacional, los únicos no perjudicados fueron los de Methanex. En efecto, mientras en mayo se registraban temperaturas record de frío en Argentina, la Comisión Nacional de Energía (CNE) de Chile advertía a su población que las restricciones y cortes a la zona central del país no dañarían el suministro domiciliario. Con tal de no afectar a la corporación canadiense, la aún activa “integración” energética neoliberal optó por desabastecer a industrias argentinas y no afectar las provisiones al sector residencial y comercial chilenos.

La problemática energética nacional (y chilena) no podrá remontarse sin antes eliminar esa “integración” cada vez que sea detectada. Por ejemplo, deberán prohibirse las exportaciones a Uruguay y Brasil, abasteciendo estrictamente a Chile con 1,8 a 2,0 millones de m3 diarios hasta mediados de 2008, cuotas suficientes para cubrir la demanda residencial y comercial metropolitana (CNE, mayo 2007). Asimismo, se deberá profundizar la construcción de gasoductos para el consumo interno, avanzando en la concreción de los proyectados gasoductos del Noreste y del Sur.

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