VENEZUELA, RUSIA Y LA ENERGIA
Venezuela y Rusia ocuparán un rol central en las próximas décadas en los bloques latinoamericano y europeo, respectivamente. Pero la forma de vinculación es diferente.
› Por Federico Bernal *
En una entrevista a la senadora Cristina Fernández de Kirchner formulada por el diario español El País (26/07/07), la candidata presidencial por el oficialismo dejó entrever los grandes lineamientos de su política energética regional. Calificó a Venezuela, junto con Bolivia, como “estratégico para la ecuación energética latinoamericana”. Y agregó: “América latina necesita a Chávez como Europa a Putin [Rusia]”.
¿Por qué la Unión Europea necesita a Putin? Según proyecciones de la Comisión Europea, el bloque profundizará su dependencia hidrocarburífera durante los próximos veinte años. Si en la actualidad su dependencia de energéticos importados ronda más del 50 por ciento, se espera que cerca de 2030 esa cifra llegue al 75. Ese año el petróleo extranjero cubrirá un 94 por ciento del consumo interno, mientras que el gas natural importado alcanzará un 84. Ahora bien, según la revista O&G (julio de 2007) las importaciones de gas natural fueron satisfechas por Rusia (32,5 por ciento), Noruega (28,5) y Argelia (21,2), proporción que crecerá a favor de la primera por ser la principal reserva certificada de gas natural del planeta y principal productora mundial (British Petroleum, 2007). Para 2020, sobre una demanda local de 13,7 millones de barriles diarios de petróleo, un 20 por ciento vendrá de Rusia (OPEP, 2007).
Al igual que Rusia, resulta incuestionable calificar de proveedor estratégico a Venezuela, que como séptimo productor mundial de petróleo dispone de la sexta reserva de crudo del planeta (proyectada a ser la primera una vez certificadas las reservas de la Faja del Orinoco), además cuenta con el 2,4 por ciento de las reservas mundiales de gas natural. Más aún en el caso de América latina, cuya dependencia de los combustibles fósiles roza el 76 por ciento (BP, 2007). Sin embargo, y a pesar de lo expuesto, el análisis del binomio Rusia-Europa como el de Venezuela-América latina, debe trascender el marco de la simple explicación técnica para avanzar sobre consideraciones políticas. En primer lugar, el vínculo Rusia-UE es uno netamente comercial, donde la energía es una simple aunque estratégica mercancía. En segundo lugar, los hidrocarburos rusos son calificados de “extranjeros” por la UE, justamente porque esa nación no sólo no pertenece a la UE, sino que sus diferencias históricas, culturales, económicas y su antagonismo geopolítico tornan incompatibles los intereses “nacionales” europeos con los rusos.
Venezuela, en cambio, forma parte de una misma raíz histórica, cultural, social y política con el resto de los países latinoamericanos. El bloque político Unasur, del que Venezuela es parte, tiene un camino y un destino comunes. Petroamérica, Oppega-Sur sólo son viables en una región coincidente geopolíticamente. Su empresa Pdvsa es el motor de un proceso de integración energética volcada hacia el desarrollo socioeconómico endógeno y equitativo de América latina. Con Enarsa establecieron una alianza que le permitirá al Estado argentino disponer de reservas comprobadas por prácticamente la misma cantidad de petróleo probado que hoy tiene el país.
Si para la Comisión Europea la “importación” de energía cubrió un 50 por ciento de la demanda en 2006 y la dependencia energética de Rusia “atenta” contra su seguridad energética, el abastecimiento sudamericano en base a energéticos venezolanos no será una “importación”, ni podrá ser catalogado como una “dependencia energética foránea” y mucho menos “atentará” contra su seguridad energética.
En conclusión, señalar que “Venezuela es estratégica a la ecuación energética latinoamericana” no hace más que reafirmar el concepto de que Venezuela es América latina y que la nacionalización de su petróleo hace a la seguridad energética regional. Un concepto ya practicado por Chávez al hablar de solidaridad energética, al fijar precios diferenciales en la comercialización de sus recursos o al establecer –por ejemplo con Argentina–, inéditas facilidades de pago como el trueque. Vaya un europeo a proponerle a Putin trocar gas natural por champagne francés o vaquitas inglesas.
* Petróleo_[email protected]
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