MILLONARIAS PERDIDAS POR LA DEBACLE DE ACCIONES Y TITULOS PUBLICOS
El derrumbe de activos ha provocado quebrantos de proporciones en inversores. La FED bajó la tasa, pero igual se esperan jornadas movidas. Empresas argentinas postergaron la emisión de deuda.
› Por Claudio Zlotnik
No tendrá el mismo impacto que en otros mercados más importantes, como Wall Street, San Pablo o Europa; pero el derrape de acciones y bonos provocará un “efecto pobreza” también en la Argentina. La destrucción de capital financiero golpea los bolsillos de los inversores locales. Ahorristas que habían apostado por los tentadores rendimientos de los títulos públicos y por la suscripción de papeles empresarios están sufriendo la desvalorización de esos activos. En Nueva York y en la city porteña asumen que la decisión de la Reserva Federal (banca central estadounidense) de recortar la denominada tasa de descuento llevará un poco de tranquilidad a los mercados, pero no la suficiente como para evitar la volatilidad de las cotizaciones, al menos, en el corto plazo.
Los inversores habían hecho fuertes apuestas en el mercado local. El rendimiento negativo que, en términos reales, presentaban los plazos fijos y la estabilidad del tipo de cambio impulsaron a ciertos ahorristas a diversificar sus carteras. La misma estrategia persiguieron operadores pequeños como los más grandes. Los instrumentos preferidos fueron los fondos comunes de inversión, las Obligaciones Negociables, los fideicomisos financieros y, en menor medida, las acciones. Ahora se gatilló una huida de capitales y una paralización en los programas de emisiones de papeles.
El quebranto en los fondos comunes de inversión fue impactante. Desde que empezó la debacle de los mercados perdieron 2500 millones de pesos, alrededor del 10 por ciento del total administrado. Hubo rescates masivos por parte de los inversores. Empezaron por los fondos dedicados a los bonos y a las acciones locales y, en las últimas jornadas, la huida se contagió a los especializados en papeles extranjeros, que se habían puesto de moda entre las AFJP y las compañías de seguros. Los únicos que quedaron a salvo fueron los más conservadores: plazos fijos y depósitos en cuentas a la vista.
El derrape de las acciones involucró especialmente a los bancos (por el efecto negativo que tiene en sus balances la tenencia de bonos), uno de los sectores preferidos por los corredores hasta antes de la convulsión financiera. La caída incluyó también a los papeles que debutaron recientemente, como Edenor y Banco Patagonia. En este último caso, el retroceso alcanzó al 23 por ciento. La acción salió a la venta justo el día en que comenzaron las turbulencias, el pasado 23 de julio. En tanto, la distribuidora eléctrica se desvalorizó 12 por ciento en las últimas tres semanas. Ambos papeles habían tenido un singular éxito entre los pequeños inversores.
Lo mismo había ocurrido con los fideicomisos financieros, un instrumento que aportó en forma notable al boom del consumo. Con la crisis, varios lanzamientos se postergaron. En una época de fuerte volatilidad financiera, la iliquidez puso puntos suspensivos a los nuevos programas. El fenómeno se extendió a las Obligaciones Negociables, títulos de deuda que las empresas venían emitiendo para financiar sus proyectos de expansión y que se habían convertido en una potente aspiradora de capitales. Estos programas se habían transformado en un problema para el Banco Central, que hasta hace un mes se enfrentaba al desafío del constante ingreso de billetes verdes. Ahora, esas emisiones –la de Arcor (100 millones de dólares) y la de Edenor (220 millones) eran de las más relevantes– quedaron para más adelante.
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