Domingo, 9 de marzo de 2008 | Hoy
LA RELEVANCIA DEL APORTE DEL TRABAJO DOMESTICO A LA PRODUCCION ECONOMICA
Pese a que contribuyen a la producción económica, el trabajo doméstico no figura en las estadísticas. Se trata de una labor realizada en su mayoría por mujeres.
Por Diego Rubinzal*
Hace tiempo que la mujer se incorporó plenamente al mundo laboral. Las estadísticas señalan que su tasa de participación en la economía se ha ido incrementando de manera constante. Sin embargo, un reciente documento de la Cepal titulado Aspectos económicos de la equidad de género demuestra que en casi todos los indicadores utilizados para la realización del estudio (empleo, desempleo, ingresos, propiedad y puestos administrativos) la situación desventajosa de las mujeres se mantiene. Las desigualdades están lejos de quedar recluidas al ámbito laboral formal. Existe una inequidad más profunda en un trabajo que permanece invisible en las estadísticas de la economía: las tareas no remuneradas de mantenimiento y limpieza de la vivienda, la organización de las compras y del consumo (comida, indumentaria) y la crianza de los hijos no son registradas en las cuentas oficiales.
La realización de esas actividades es imprescindible para que el jefe de familia pueda desarrollar una tarea remunerada. De allí que el trabajo doméstico sea necesario social y económicamente. En la Conferencia de la Mujer desarrollada en Pekín, en 1995, la mayoría de los gobiernos aceptó la propuesta de Naciones Unidas de reformar el Sistema de Cuentas Nacionales para rescatar de la invisibilidad al trabajo no remunerado. La idea es incorporar a los sistemas contables nacionales una cuenta satélite que lo cuantifique. Este procedimiento permitiría valorar la contribución real del trabajo no remunerado al Producto Interior Bruto sin que se reflejen en las cuentas nacionales. A su vez, permitiría la comparación con otros sectores económicos contemplados en la contabilidad nacional. El objetivo es que el aporte a la reproducción económica que realizan las trabajadores domésticas no continúe en la oscuridad estadística.
A pesar del fuerte apoyo que recibió esta propuesta en Pekín, no se han detectado cambios significativos en la práctica contable internacional. Una de las excepciones es un trabajo presentado de la Comunidad de Madrid. Además de ese estudio, distintas estimaciones coinciden en afirmar que si se incorporara el valor económico del trabajo doméstico a las estadísticas, el PIB mundial aumentaría de 20 a 30 por ciento.
Otra forma de medir el trabajo doméstico es calcular el tiempo invertido en estas tareas. De esta manera se consigue visualizar las desigualdades de género. Una reciente encuesta realizada en España por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas advierte que no se perciben progresos hacia la igualdad de género en el reparto del tiempo. Así, las mujeres de 18 a 24 años dedican tres veces más tiempo al trabajo no remunerado doméstico que los hombres de su misma edad. Los varones aumentan ligeramente su dedicación con el paso del tiempo y alcanzan el valor máximo en el grupo de 30 a 39 años, para luego descender suavemente. En la Argentina, el Indec abordó en 2006 esta cuestión en la Encuesta Permanente de Hogares. En el último relevamiento, el 70 por ciento de los varones declaró no hacerse cargo ni ayudar en las tareas del hogar. En términos de hogares, la encuesta reflejó que las tareas domésticas son efectuadas exclusivamente por varones en un 11 por ciento de los casos, son realizadas exclusivamente por mujeres en un 71, en un 13 se comparte el trabajo y en el 5 por ciento restante esa responsabilidad recae en el servicio doméstico. Thelma Gálvez, consultora de la Unidad Mujer y Desarrollo de la Cepal, autora de Aspectos económicos de la equidad de género, señala que “el análisis de género de las desigualdades no se limita a la simple comparación entre hombres y mujeres, aunque requiere necesariamente de ella para realizar un análisis apropiado de la realidad social. Por eso, un primer paso consiste en lograr la visibilidad estadística de las diferencias. Conocer los efectos diferenciados que sobre hombres y mujeres tienen las políticas económicas no es un mero ejercicio académico y reviste la mayor importancia si tomamos en cuenta que las mujeres, independientemente del grupo social al que pertenecen, son objeto de discriminación y se encuentran siempre en desventaja respecto de sus pares varones”. Es decir, desarrollar indicadores de datos del trabajo no remunerado permite evaluar con mayor corrección el aporte de las mujeres a la economía.
Hace tiempo que la mujer se incorporó plenamente al mundo laboral.
Las estadísticas señalan que su tasa de participación en la economía se ha ido incrementando de manera constante.
Pero en casi todos los indicadores (empleo, desempleo, ingresos, propiedad y puestos administrativos) la situación desventajosa de las mujeres
se mantiene.
Las tareas no remuneradas de mantenimiento y limpieza de la vivienda no son registradas en las cuentas oficiales.
Si se incorporara el valor económico del trabajo doméstico a las estadísticas,
el PIB mundial aumentaría de 20 a 30 por ciento.
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