ENTREVISTA
¿Vale la pena seguir con el FMI?
STEPHANIE GRIFFITH-JONES, ECONOMISTA DE SUSSEX, INGLATERRA
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Economista del Institute of Development Studies de Sussex, Inglaterra, especialista en la política de los organismos multilaterales, Stephanie Griffith-Jones dialogó con Cash destacando que se debe asumir una posición pragmática en las negociaciones con el FMI.
¿Qué sentido tiene seguir negociando con el FMI cuando está cada vez más claro que no va a haber acuerdo?
–No se gana nada rompiendo. Es imprescindible que Argentina adopte una política económica autónoma de los dictados del FMI. Esto es difícil en un mundo como el actual, pero es necesario y puede resultar exitoso. Lo sucedido en la crisis asiática muestra que hay más de un camino para abordar una crisis. A diferencia de la mayoría de los países asiáticos, Malasia se planteó una política independiente del FMI y, a pesar de que se le pronosticó el infierno, salió mejor parada de la crisis que países que siguieron las recetas del Fondo, como Indonesia.
Malasia aplicó una política muy dura de control de capitales
–Los controles de capitales son un recurso de última instancia. No creo que sean necesariamente una buena idea, porque tienden a espantar a los inversores, a generar temores y a propiciar corridas. Pero en ciertas circunstancias son necesarios. Y la situación de reservas de Argentina, con poco más de 9000 millones de dólares en sus arcas, es un caso.
El FMI se opone al control de capitales, ¿no termina siendo imposible continuar con el diálogo?
–Creo que la adopción de grandes posiciones retóricas no ha hecho bien a América latina. Por eso favorezco una actitud pragmática. Es decir, plantear que para Argentina lo ideal sería llegar a un acuerdo con el FMI, pero que desafortunadamente no se puede y que, por lo tanto, no queda más remedio que seguir mi propia política. Lamentablemente, en Argentina los políticos parecen apegados a los grandes gestos retóricos. Lo único que crean estas grandes definiciones es más incertidumbre. Lo contrario sería lo adecuado. Se pueden establecer control de capitales, aumentar el gasto público y el rol de la banca estatal, sin provocar una pelea con nadie. Como un hecho pragmático.
Un punto importante para la evolución de las conversaciones con Argentina será lo que pase con Brasil.
–El FMI se manejó con la premisa absurda de que no habría contagio de la crisis argentina. Fue precisamente lo que ocurrió. Uruguay era el caso más visible, pero no importó hasta que la amenaza se corrió a Brasil y allí empezó a haber temores de un impacto en la economía mundial. Fue la estupidez del siglo decir que no habría contagio, aunque es muy probable que el Fondo estuviera pensando en un contagio global, al estilo de lo ocurrido durante la crisis asiática o la rusa. Por eso recién se preocuparon cuando la crisis se trasladó al Brasil: temieron una repercusión mundial. Habrá que ver ahora qué impacto tiene el préstamo. Dependerá más de la percepción de los mercados que de la realidad concreta del Brasil. Si los mercados creen que no es suficiente, no lo será y viceversa. Es decir, la profecía autocumplida. Y por el momento, los mercados no suenan muy convencidos. Si Brasil cae, será el comienzo de una nueva década perdida para América latina.