Domingo, 31 de agosto de 2008 | Hoy
EL DESEMBARCO LOCAL DE LA CORPORACION ANDINA DE FOMENTO
Los préstamos de la CAF tienen afectación específica en áreas como infraestructura y desarrollo social. Pero sirven para liberar otros recursos para el pago de la deuda.
Durante las ultimas décadas del siglo XX, las necesidades de financiamiento de la Argentina fueron cubiertas por organismos internacionales, que exigían la aplicación de recurrentes ajustes a cambio de sus desembolsos. El FMI dominaba el debate económico que actuaba de auditor de la economía. Con la cancelación de la deuda con ese organismo se eludió la presión política y económica del Fondo Monetario, pero al mismo tiempo el Gobierno no pudo recuperar otras fuentes de financiamiento externo.
En la última emisión de deuda, con Venezuela como contraparte, se colocaron títulos a una tasa apenas inferior al 15 por ciento anual, casi la misma que se pagó en el Megacanje de 2001, durante una de las peores crisis económicas del país. La operación fue considerada por los inversores como una señal de debilidad financiera, con el consecuente impacto sobre el valor de los bonos locales.
Por ello, desde el Ministerio de Economía y el Banco Central salieron a buscar fuentes alternativas de financiamiento para cubrir los vencimientos de deuda del año próximo. Así, a la estrategia oficial de recompra de títulos lanzada la semana anterior, se sumó ahora la decisión de aumentar la participación del país en la Corporación Andina de Fomento (CAF). Los préstamos de esa entidad regional tienen afectación específica en áreas como infraestructura y desarrollo social, pero sirven para liberar otros recursos al pago de la deuda.
La CAF es un organismo multilateral que tiene como socios principales a Colombia, Venezuela y Perú. Cada uno de esos países contaba con el 24,8 por ciento del capital efectivamente aportado a diciembre de 2007, que en total superaba los 2000 millones de dólares. Previa aprobación del Congreso, en los próximos 30 días se prevé un aporte de 560 millones de dólares para ampliar la cuota local en el capital –actualmente es de unos 35 millones–, lo que habilitaría créditos hasta 1500 millones.
Al igual que la región, la CAF se ha mantenido inmune, hasta el momento, a las turbulencias financieras internacionales originadas por la crisis de las hipotecas de baja calificación de los Estados Unidos. Mas aún, el estrangulamiento de crédito sufrido por las economías desarrolladas y el menor flujo de capitales dirigido hacia los países emergentes de América latina provocaron un aumento sustancial en los desembolsos de esa entidad, que pasaron de 2900 millones de dólares en 2006 a casi 5850 millones durante el año pasado. Si el análisis se extiende al quinquenio 2003-2007, las asistencias sumaron 14.300 millones, un 55 por ciento más que en el lustro previo. Al cierre de 2007, la cartera de préstamos ascendía a unos 9600 millones de dólares. Actualmente, es la principal fuente de financiamiento de los países de la región andina, ya que concentra el 48 por ciento de un total de 24.453 millones de dólares aprobados por todas las entidades multilaterales entre 2002 y 2006.
La CAF no sólo apunta a financiar al sector público, sino que también asiste a las empresas privadas. Por eso en Economía apuestan a establecer líneas blandas de financiamiento para grandes empresas. De hecho, la metalúrgica Perscarmona ya tiene un millonario proyecto aprobado.
Si bien la CAF tiene 35 años de existencia, la Argentina se hizo miembro pleno recién en 2002 y en 2003 obtuvo su primer crédito por 250 millones de dólares. El desembarco en el país ilusiona a los funcionarios del Gobierno y del Banco Central, que aspiran a desarrollar un mercado de deuda en moneda local para avanzar en la desdolarización de la economía y la reducción de las vulnerabilidades domésticas.
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