Domingo, 1 de febrero de 2009 | Hoy
Por Tomás Lukin
La crisis financiera está golpeando fuerte en Brasil. A mediados del año pasado el gobierno de Lula sostenía que su economía estaba blindada. A partir de entonces, el real acumuló una devaluación del 32 por ciento contra el dólar, se fugaron más de 20 mil millones de dólares, el Banco Central tuvo que desprenderse del 10 por ciento de sus reservas, el índice líder de la Bolsa de San Pablo cerró el año con una baja del 41,2 por ciento y se profundizó el déficit en cuenta corriente. La balanza comercial de enero podría ser deficitaria por primera vez desde 2002 y la actividad industrial cayó 13,5 por ciento en diciembre.
Desde el gobierno argentino vienen siguiendo de cerca la evolución del principal socio comercial. El año pasado Brasil recibió el 19 por ciento de todas las exportaciones argentinas y alrededor del 40 por ciento de las industriales. Aunque no está en una situación crítica, el gobierno brasileño sigue tomando medidas para enfrentar los efectos de la debacle mundial. La semana pasada decidió poner una traba a las importaciones (medida que dio marcha atrás al día siguiente) y, cuando muchos países se encuentran expandiendo el gasto, las autoridades decidieron realizar un recorte provisorio de 4348 millones de dólares del presupuesto previendo una fuerte caída en la recaudación. Es un reflejo neoliberal que podría terminar provocando el efecto contrario, contrayendo más los ingresos como ocurrió aquí a fines de los ‘90 con el ajuste en medio de la recesión.
Un reciente informe divulgado por la Confederación Nacional de la Industria (CNI) brasileña señala que el cuarto trimestre de 2008 fue el peor desde 1999. Para los técnicos de la CNI, “la falta de demanda pasó a ser uno de los principales problemas enfrentados por el sector y, aun con la reducción de producción, las empresas acumulan stocks superiores a lo planificado”. Según los estudios, la crisis está dando de lleno sobre las empresas más grandes. En este escenario, “el empleo fue muy afectado” por la caída de la actividad en los últimos tres meses del año. El indicador de evolución del empleo en el sector pasó de 54,4 puntos en el tercer trimestre a 44 puntos en el cuarto. También cayó la utilización de la capacidad instalada. Los datos del organismo estadístico oficial, el IBGE, confirman esta tendencia. Las horas trabajadas en la industria caerán cerca del 8 por ciento y lo propio sucederá con el empleo industrial.
Según los datos del Bndes, el poderoso banco de desarrollo de Brasil, la inversión no cayó en 2008 pero los especialistas esperan que exista alguna retracción en 2009. De todas formas, el Bndes está actuando de manera activa para financiar proyectos de inversión en sectores clave como el petroquímico y la electrónica. El consumo ya está sintiendo los efectos de la caída en el empleo y la masa salarial. Para contrarrestarlo, el gobierno anunció un incremento del salario mínimo a partir de febrero hasta los 465 reales (202 dólares, contra 354 dólares en Argentina), que representa una mejora real del 6,4 por ciento.
A mitad del año pasado, Brasil obtuvo el Investment grade (calificación que reciben los países “más seguros”) y el dólar cotizaba a 1,55 real. Meses después, cuando en Estados Unidos tambaleaban los gigantes financieros, el país vecino sorprendió con una fuerte e inesperada devaluación. Con respecto al tipo de cambio multilateral, compuesto por una canasta ponderada de 15 monedas, el real se depreció un 32 por ciento entre agosto y diciembre. La cotización se estabilizó en 2,30 reales, pero registró valores próximos a los 2,50 reales (el viernes cerró a 2,318). Esta situación golpeó fuerte a las empresas que venían apostando a la apreciación en el mercado de derivados.
Contra el peso argentino, la moneda brasileña perdió un 31 por ciento, y en relación con el dólar llegó al 40 por ciento. Pese a que esta situación puso el grito en el cielo de los industriales argentinos, que intensificaron los reclamos por un tipo de cambio más competitivo, para el economista brasileño Luiz Carlos Bresser-Pereira, la devaluación fue el único efecto positivo de la crisis financiera global. Según el especialista, el mercado corrigió un tipo de cambio que se había apreciado gravemente y ponía nuevamente al país en una situación de déficit de cuenta corriente, que todavía persiste. Desde diciembre de 2003 hasta la reciente devaluación, el tipo de cambio multilateral se había apreciado más del 60 por ciento.
Aun con este fuerte proceso de revalorización de la moneda, Brasil consiguió acumular un importante stock de reservas que alcanzaron los 200 mil millones de dólares. Así, el Banco Central realizó importantes inyecciones de dinero a los bancos para asegurar la liquidez del sistema financiero. En los últimos meses la autoridad monetaria comenzó a bajar la tasa de interés para preservar los niveles de actividad. Las elevadas tasas que mantuvo en los últimos años para controlar la inflación funcionaron como un importante incentivo a la entrada de capitales. Ahora ocurre el proceso inverso, los capitales escapan y profundizan la inestabilidad.
El año pasado, Brasil fue el destino del 37,6 por ciento de las manufacturas de origen industrial (MOI) que salieron de Argentina. Además recibió una porción importante de manufacturas de origen agropecuario (MOA) y de commodities agrícolas. La desaceleración de la economía brasileña impactaría fuertemente en las exportaciones. Los sectores más dependientes del mercado brasileño son el automotor, el petroquímico, el cerealero y el siderúrgico (aluminio, acero y derivados). La balanza comercial con el país vecino cerró el año con un déficit de 4344 millones de dólares.
En el último mes de 2008, el déficit con el país vecino mostró el valor más bajo desde principios de 2004, pero esta reducción se debió a una fuerte caída en la corriente comercial antes que a una mejora en el desempeño de las exportaciones argentinas. En diciembre, éstas cayeron un 16,1 por ciento en términos interanuales. Pero el mayor impacto lo acusaron las importaciones de origen brasileño al ceder un 25,3 por ciento por la desaceleración de la economía argentina. “De todas maneras, dicha caída no alcanzó para revertir el saldo de la balanza comercial bilateral, alcanzando los 67 meses consecutivos de déficit con Brasil”, señala un informe de la consultora Abeceb.com. Según Marta Bekerman, directora del Cenes de la UBA, “las exportaciones argentinas van reduciendo la participación en el mercado brasileño, mientras que las importaciones desde allí adquieren cada vez más peso en el total de las compras argentinas en el mundo”. Las importaciones brasileñas de bienes argentinos crecieron el año pasado 27,4 por ciento, pero la participación argentina sobre el total cayó de 8,6 por ciento en 2007 a 7,7 por ciento en 2008.
“El déficit con Brasil se mantendrá este año, pero con una tendencia declinante. Tanto las importaciones como las exportaciones van a caer, pero la reducción será más fuerte en las primeras”, estimó Mauricio Claveri, economista de Abeceb.com. Esta merma en el intercambio bilateral golpeará más fuerte sobre el sector automotor y el autopartista, que juntos representan cerca de la mitad de las compras al país vecino. Para el especialista, “las industrias del plástico y química están mejor paradas para enfrentar la crisis porque tienen un mercado más firme y, además, la crisis no pegó tanto sobre esos sectores”.
Del lado brasileño están muy preocupados por el deterioro de la balanza comercial. En las primeras semanas de enero, el intercambio de Brasil con el resto del mundo otorgó un saldo negativo de 645 millones de dólares y el gobierno de Lula decidió poner un freno a las importaciones. Extendió al 60 por ciento el espectro de productos que necesitan solicitar Licencias Previas para entrar al país. La traba burocrática recibió demasiadas críticas y al día siguiente las autoridades dieron marcha atrás. Pero, ¿por cuánto tiempo?
Las proyecciones económicas para Brasil en 2009 presentan un escenario debilitado pero no de crisis. Los datos preliminares de 2008 calculan un crecimiento del PIB cercano al 5,5 por ciento. Según el relevamiento de expectativas de mercado que realiza el Banco Central de Brasil, este año el producto continuará con una tendencia positiva aunque a un ritmo mucho menor, cercano al 2 por ciento. Las diferentes consultoras y bancos que participan de la encuesta estiman que la cotización del dólar se estabilizará alrededor de los 2,30 reales. Además, la desaceleración del nivel de actividad y la caída en los precios internacionales de los commodities evitarán que la fuerte devaluación se traduzca en una mayor inflación. El año pasado los aumentos de precios fueron del 6 por ciento y este año rondaría el 5 por ciento, permitiéndole al Banco Central cumplir con su objetivo inflacionario. En el sector externo, se espera que continúe el déficit en cuenta corriente aunque no esperan que se profundice. Mientras que las proyecciones y presiones apuntan a que la tasa de interés siga bajando.
Un ejercicio realizado por la Asesoría Técnica de la Presidencia del Instituto de Investigaciones de Economía Aplicada (IPEA, por sus siglas en portugués) presenta tres posibles escenarios a partir de tres valores para el crecimiento del PIB.
- El primer escenario es el más pesimista. Los técnicos de IPEA proyectan un crecimiento del 1 por ciento del PIB. Esta situación generaría un aumento del 1 por ciento en la desocupación hasta el 8,6 por ciento, más de un millón de desocupados más. En este ejercicio la participación de los trabajadores en la renta retrocede un 3 por ciento, hasta el 47,6 por ciento.
- Si el producto aumentase 2,5 por ciento, el universo total de desempleados incorporaría 644 mil trabajadores, subiendo medio punto la tasa hasta el 8,1 por ciento. En este caso, el golpe sobre la masa salarial sería menor y los trabajadores pasarían a llevarse el 48,8 por ciento de la torta, una caída del 0,6 por ciento.
- En el mejor de los casos, el PIB podría llegar a crecer un 4 por ciento. Así la tasa de desempleo quedaría estable, la simulación contempla la creación de 154 mil puestos de trabajo y la participación de los trabajadores en la renta nacional crecería hasta el 49,2 por ciento, manteniendo su trayectoria alcista iniciada en 2004.
BRASIL
crisis
“Desde que Brasil fue declarado Investment grade, el real se devaluó 32 por ciento, se fugaron más de 20 mil millones de dólares, el Banco Central cedió el 10 por ciento de sus reservas y la Bolsa de San Pablo perdió 41,2 por ciento.”
“Un reciente informe de la Confederación Nacional de la Industria (CNI) señala que el cuarto trimestre de 2008 fue el peor desde 1999.”
“Las proyecciones económicas para Brasil en 2009 presentan un escenario debilitado pero no de crisis; el PIB crecería 2 por ciento y el real se estabilizaría en 2,30 reales.”
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