cash

Domingo, 1 de febrero de 2009

FUGA DE DIVISAS, EN 2001 Y EN 2008

Sin comparación

La salida de dólares que hace ocho años fue de 19.000 millones y precipitó la caída de la convertibilidad fue superada por los 23.000 millones que partieron el año pasado. Sin embargo, hay diferencias sustanciales.

 Por Tomás Lukin

Durante 2008 se intensificó la fuga de capitales y la presión sobre el dólar llevó al Banco Central a utilizar sus reservas y a establecer otros mecanismos de control para amortiguar el movimiento de los flujos especulativos. En este escenario, pese a que se desaceleró en los últimos meses del año, la salida de divisas llegó a 23.098 millones de dólares en todo el año. Esta cifra supera a la fuga de capitales sufrida en 2001, con el corralito y la crisis, que superó los 19 mil millones de dólares. La comparación fue presentada por varios especialistas como la antesala de una profunda crisis. Si bien el escenario macroeconómico está dando señales de desaceleración, la situación del país difiere sustancialmente del fin de la convertibilidad.

A diferencia de 2001, cuando la fuga estuvo impulsada por una corrida contra el tipo de cambio, ahora fue producto de un escenario de incertidumbre local e internacional. La huida hacia la calidad por la tensión internacional y los problemas generados por el lockout agropecuario fueron los factores determinantes de la salida de capitales del año pasado. Además, pese a todo cuestionamiento que pueda recaer sobre los datos oficiales, en 2008 el país continuó mostrando superávit en la cuenta corriente, un fuerte superávit fiscal y abultadas reservas. En 2002 la relación deuda pública/PIB alcanzó el 166 por ciento, en la actualidad ese ratio se encuentra por debajo del 55 por ciento.

Con el abandono de la paridad cambiaria, el corralito y la intensa fuga de divisas, las reservas llegaron a su mínimo en junio 2002. En ese momento, las tenencias del BCRA eran de 9629 millones de dólares. El precio promedio de la moneda norteamericana ese mes fue de 3,63 pesos. El año pasado, bajo un sistema de “flotación administrada”, la entidad que preside Martín Redrado llegó a contar con 50 mil millones de dólares, y lo terminó en cerca de 47.000 millones. Para “disciplinar” al campo y los mercados y apaciguar la escalada inflacionaria del primer semestre, el gobierno decidió apreciar el tipo de cambio y lo llevó cerca de 3 pesos. Pese a los cuestionamientos que llovieron sobre la autoridad monetaria por el uso indiscriminado de su poder de fuego, las reservas terminaron cediendo cerca de 4 mil millones de dólares, menos del 10 por ciento del stock.

El Banco Central estuvo comprando divisas durante los primeros días del año y el stock de reservas volvió a superar los 47.000 millones. De todas formas, es probable que 2009 no sea un año fácil de domar en materia cambiaria y que las reservas experimenten una caída. La baja en las exportaciones por la crisis internacional (que ya está impactando vía precios y cantidades) significará un flujo menor de divisas, que se verá compensado en parte por la reducción de las importaciones. Además es probable que la incertidumbre por la crisis internacional continúe estimulando la salida de capitales. Desde la autoridad monetaria reconocen esta situación pero explican que “para eso están las reservas, para usarlas, para evitar saltos abruptos en el tipo de cambio y para preservar la estabilidad financiera”.

En el ministerio de Economía esperan que el blanqueo de capitales, en el que está trabajando el nuevo titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, colabore en contrarrestar esta situación. Un informe de la consultora Ecolatina señala que “el blanqueo de capitales tiene como objetivo compensar el fuerte drenaje de divisas. Sin embargo, no está exento de costos y tampoco revierte el problema de desconfianza del sector privado que impulsa la fuga”.

La magnitud del proceso de salida de capitales abre un interrogante sobre el manejo de la cuenta capital que tiene el país. Varios economistas reclaman la necesidad de aplicar diferentes herramientas que actúen tanto sobre la salida como sobre la entrada de fondos: controles de cambios y capitales, regulaciones prudenciales del sistema financiero, normas de prevención de lavado de dinero. El economista Mariano Borzel explicó que las medidas “deben ser flexibles para poder adaptarse a las distintas coyunturas locales e internacionales, mientras que su permanencia resulta necesaria para dar un marco de coherencia a los objetivos de las autoridades. Desmantelar las normas no resulta recomendable dadas las dificultades para restablecerlas de ser necesarias”.

Compartir: 

Twitter

En 2002 la relación deuda pública/PIB alcanzó el 166 por ciento. Ahora es de 55 por ciento.
Imagen: DyN
 
CASH
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.