Domingo, 22 de febrero de 2009 | Hoy
ENFOQUE
Por Jose Luis Livolti *
Hasta aquí el Movimiento Campesino Liberación vino observando y opinando con preocupación sobre la situación de los pequeños productores ante la inusitada sequía, que golpea especialmente a los agricultores familiares. Estos no tienen cosechas guardadas en los silos ni posibilidades de regar sus sembrados, como lo hacen los pooles de siembra, los grandes semilleros o los concentradores (2600 hacen el 65 por ciento de la cosecha, reconocidos por la propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner) de las 18.800.000 hectáreas sembradas de soja. Esos grandes jugadores del negocio agropecuario incansablemente reclaman la eliminación de las retenciones a las exportaciones a través de los inefables muchachos de la Mesa de Enlace.
Como es costumbre, la derecha política calienta los motores intentando fogonear un conflicto similar al de marzo de 2008. No se cansaron de repetir las mismas imágenes de animales muertos, mechándolo con la opinión de que la Presidenta, ante la asunción del flamante presidente Barack Obama, debía haber ido a los Estados Unidos antes de ir a Cuba y Venezuela, dado que el mundo mira hacia ese lado.
En una suerte de no desperdiciar nada en el camino de golpear al Gobierno en lo que hace bien y no en lo que hace mal, y tratando de endilgarle la culpa de la sequía intentando montar escenarios (como lo confiesa el desembozado Eduardo Buzzi, oportunista si los hay), la derecha unida o dispersa quiere instalar a sus candidatos aprovechando el año electoral para lograr mayoría en las cámaras legislativas y constituir el tan mentado bloque agrario. Y desde allí dar marcha atrás con los contados avances logrados hasta hoy: estatización de las AFJP, Aerolíneas, el decreto de las ocho horas para los peones rurales.
El Gobierno responde, nuevamente, como es su característica, con medidas de tercera vía que intentan ir en el rumbo correcto, pero sin ir a fondo. Es decir, es importante declarar el estado de emergencia nacional agropecuaria, pero los beneficios de ésta no pueden alcanzar por igual a los Grobocopatel, Urquía y Biolcati, Llambías, los autoconvocados, nuevos afiliados a la FAA que explotan de 200 o 300 hectáreas para arriba en la pampa húmeda y no tan húmeda, que a las 220.000 familias incluidas en la agricultura familiar o a los huerteros de las periferias de las grandes ciudades y pueblos, que producen el 60 por ciento de los alimentos para el mercado interno.
No es el único sector afectado por la crisis capitalista que empezó a tener repercusiones en nuestro país tal como se ve en la situación que atraviesan los obreros de las empresas fabricantes de automóviles y/o autopartes, con los que somos solidarios, como lo demostramos recientemente en el conflicto de Paraná Metal en Villa Constitución, donde además denunciamos el oportunismo de la FAA (que intentó auparse al conflicto metalúrgico, en donde la prioridad es la conservación de la fuente de trabajo y el nivel salarial, y no la eliminación de las retenciones).
Ante las nuevas medidas del Gobierno y en especial en lo que refiere a la eliminación del costo de las Cartas de Porte, y todos los aranceles de transporte de la producción agrícola, la entidad federada no tiene otra cosa que decir que es un castigo a la FAA, y una burla a los productores, y hasta hablan de macartismo. Para nosotros estas declaraciones de Eduardo Buzzi, Pedro Peretti y otros dirigentes de la FAA no son más que sangrar por la herida. No es cierto que a los pequeños productores no les interese transportar sus producciones sin pagar aranceles. No alcanza, pero todo suma. Y esto junto al diferimiento por un año de las distintas obligaciones impositivas son una ayuda, sin duda, aunque para nosotros deberían ser diferenciales (el que más tiene que más pague).
El MCL propone un impuesto especial a las grandes ganancias con el fin de resolver la emergencia agropecuaria y los problemas surgidos en las industrias metalmecánicas, porque de otra manera la emergencia nacional agropecuaria, la pagan los trabajadores y el pueblo que además están pagando los rebotes de la crisis capitalista con bajas de sus salarios, suspensiones, despidos y aumento de los servicios. Además decimos que estas medidas deberían estar acompañadas por políticas de verdadero desarrollo de producciones alternativas, diversificadoras, y de protección y fomento a los agricultores familiares, salvaguardando el medio ambiente.
Tampoco es cierto que los ingresos por la Carta de Porte le significan a la FAA el 20 por ciento de su presupuesto anual. Están los balances publicados que hablan de que el 75 por ciento de los ingresos provienen de esa vía. La preocupación central de estos dirigentes es la de visualizar tiempos de vacas flacas en la entidad: no más hoteles caros, departamentos alquilados en Buenos Aires y Rosario para varios de ellos, autos 0 Km en leasing, asignaciones de hasta 12000 pesos por mes para el comité de acción gremial (cinco o seis de los principales dirigentes de la FAA) ni viáticos sin límites.
Ante este estado de situación, el MCL hace un amplio llamamiento a todas la organizaciones que integran el Foro Nacional de la Agricultura Familiar, a las que no lo integran, a los compañeros de la FAA que comparten los principios del Grito de Alcorta y a los que comparten la necesidad de exigir a los gobiernos nacional y provinciales un verdadero plan de desarrollo rural y asistencia real a los agricultores familiares, pequeños chacareros, campesinos y pueblos originarios, articulado con la defensa de las fuentes de trabajo y del salario de los obreros. Hay que construir un gran frente nacional, social y político, que luche fuertemente por la redistribución de la riqueza, la soberanía alimentaria y la reforma agraria, en el camino de la Integración y Liberación Latinoamericana.
* Coordinador del Movimiento Campesino Liberación, corriente interna de la Federación Agraria Argentina.
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