Domingo, 8 de marzo de 2009 | Hoy
EL BAUL DE MANUEL
Por Manuel Fernández López
1824, 3 de mayo: “La economía política ha empezado a enseñarse en este año, y sus luces difundidas procurarán a nuestra patria administradores inteligentes” (Bernardino Rivadavia). 1835, 31 de diciembre: “La Universidad ha sido reducida a proporcionar la [educación] que es útil y de absoluta necesidad a la causa pública. Por lo mismo se han regularizado los estudios de jurisprudencia, medicina, matemáticas y latinidad, dejando lo demás al cuidado y recursos de los padres de familia” (Juan Manuel de Rosas). 1876, 1º mayo: “Las crisis nacidas en lo general, como estudios profundos acaban de confirmarlo, por haberse violado la debida proporción entre el capital fijo y el circulante, son casi inherentes al estado actual de los negocios en el mundo”. “Los tenedores de los bonos argentinos deben, a la verdad, reposar tranquilos. La República no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera ante los pueblos extraños. Hay dos millones de argentinos que economizarían hasta sobre su hambre y sobre su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros. Os he dado cuenta del estado de la Nación, y declaro solemnemente abierto el presente período de vuestras sesiones” (Nicolás Avellaneda). 1877, mayo: “Siento anunciaros que el ferrocarril del Este ha sufrido graves detrimentos ocasionados por las aguas, y que el gran puente sobre el Mocoretá, construido con tanto esfuerzo, ha sido derribado por una creciente. Es ésta la segunda vez que ocurre el mismo siniestro, y debe servirnos de lección para ejecutar sin demoras las obras necesarias de defensa en los puentes del ferrocarril del Norte, donde las lluvias son tan copiosas y los ríos descienden de las montañas como torrentes desencadenados (...) Puedo mencionar en este mensaje algunas obras públicas importantes. En cumplimiento de la ley que dictasteis el año pasado sobre la limpieza y canalización del Riachuelo, y se emprendieron los trabajos que continúan ejecutándose con rapidez (...) El presente año no habrá transcurrido sin que la nueva línea de frontera quede totalmente asegurada, después de haber incluido dentro de nuestro dominio civilizado cerca de dos mil leguas arrancadas al desierto, para ser ofrecidas a la industria y a la ocupación del hombre laborioso... Os he dado cuenta del estado de la Nación y declaro solemnemente abierto el presente período de vuestras sesiones.” (Nicolás Avellaneda).
1880, mayo: “Los países como el nuestro, exportadores de materias primas, cuya demanda es siempre creciente en el mundo, no tienen otro límite en su comercio que la propia capacidad para multiplicar sus productos. Ahora bien, es difícil expresar con números cuanto se haya agrandado ésta para nosotros, cuando nuestra industria pastoril entre a explotar con seguridad el vastísimo territorio que acaba de serle entregado, aunque no aplique como capital reproductivo sino lo que antes perdía cada año por las depredaciones de los salvajes (...) No debe tampoco olvidarse que los primeros años de este gobierno fueron afligidos por los sufrimientos de una crisis sin ejemplo y que, no obstante, bajo su rudo imperio se terminaron los ferrocarriles y todas las obras públicas pendientes (...) Señores senadores, señores diputados: Póngome de pie para bendecir el favor de la Providencia que trae delante de nuestros ojos este doble espectáculo, y bajo los auspicios de nuestras dos mayores glorias [Rivadavia y San Martín], que son igualmente las glorias excelsas en toda historia, la del que emancipa pueblos para la libertad y la del que los organiza para el bien, proclamo abiertas vuestras sesiones”. (Nicolás Avellaneda). 1881, mayo: “Señores senadores y diputados: Vengo a daros cuenta de los actos del Poder Ejecutivo realizados durante vuestro receso, y a tener el honor de presidir la apertura de vuestras sesiones (...) HACIENDA. El valor total de la importación ha sido de (...). Basta la simple designación de estas cifras para comprender cuán rápido y poderoso es el incremento de nuestra producción nacional. Numerosas naves salen de nuestros puertos llevando los objetos que antes recibíamos de otras partes, y no hay año en que un nuevo producto de nuestro suelo no vaya a buscar un expendio en los mercados extranjeros. TIERRA PUBLICA. A este ya enorme capital en tierras (...) hay que agregar las que a esta fecha han quedado libres del dominio de los indios, con el arribo de las divisiones argentinas a Nahuel Huapi desde el Río Negro y el Neuquén, al Sur, y que se pueden estimar en veinticinco mil leguas; las de Misiones, cuya feracidad sobrepasa toda exageración (...) OBRAS PUBLICAS. Designada esta ciudad para capital permanente, tenemos que pensar en dotarla de todas aquellas mejoras indispensables para el ornato, comodidad y salubridad de un gran pueblo” (Julio A. Roca). Fuente: H. Mabragaña, Los Mensajes, ts. I, III y IV.
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