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Domingo, 5 de julio de 2009

EL MODELO DE SUSTITUCION DE IMPORTACIONES

La reindustrialización

El proceso de ISI trunco de mediados de la década del setenta sirve como antecedente para analizar la fortaleza y la carencia del actual ciclo de recuperación industrial.

 Por Diego Rubinzal

El viejo modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) acumuló logros y fracasos en la Argentina. Entre los primeros se puede mencionar una elevada tasa de crecimiento económico y una conformación social homogénea e integrada. Con niveles de indigencia y pobreza marginales, con tasas de desocupación mínimas, la ISI fue modelando la estructura productiva argentina por casi cuarenta años. En la década previa al golpe militar de 1976, la economía argentina había crecido durante once años consecutivos a una tasa media anual del 5,6 por ciento. En el mismo período, el crecimiento industrial fue de un 7,1 ciento.

En materia de distribución personal del ingreso, la diferencia entre el decil más afortunado y el más desfavorecido era de apenas ocho veces. En la columna del debe, las críticas suelen señalar que las características especiales de su morfología productiva impidieron la endogenización de las fuentes de desarrollo. Dicho de otra manera, el proceso industrializador resultó incompleto debido a la falta de desarrollo de algunos eslabones productivos clave. Esa industrialización trunca impidió una mayor diversificación y complejización de la estructura industrial argentina, generando una dinámica cíclica conocida bajo el nombre de stop and go.

Esos ciclos se producían porque –en la fase de crecimiento– se incrementaban sustancialmente las importaciones y, por ende, la necesidad de divisas. Mientras eso ocurría, las exportaciones se mantenían relativamente estancadas. Por lo tanto, el desequilibrio en la balanza de pagos traía aparejado un estrangulamiento externo. De esa manera, se producía una contracción de las importaciones por la escasez de divisas y una caída en la adquisición de maquinarias y equipos del exterior que terminaba obstaculizando el proceso de acumulación de capital. Ese contexto “obligaba” a un ajuste recesivo que se desencadenaba vía una devaluación cambiaria. Al reducirse el salario real y el consumo, los saldos exportables crecían y las cuentas externas mejoraban porque crecían las exportaciones y se reducían las importaciones. De esa manera, el ajuste recesivo permitía alcanzar un nuevo equilibrio y el ciclo se reanudaba nuevamente.

Esta dinámica se vio parcialmente afectada a partir de mediados de la década del sesenta. Desde ese momento, los ciclos económicos se caracterizaron por alteraciones en el ritmo de crecimiento pero siempre con tasas positivas. Es decir, la maduración de algunas inversiones en bienes de insumos difundidos comenzó a brindar algunos resultados. Pero la dictadura militar abortó radicalmente ese proceso en 1976. La puesta en marcha de un modelo de acumulación de valorización financiera impidió poner a prueba la capacidad de rectificación de las deficiencias presentes en la ISI.

Salvando las diferencias contextuales existentes, las limitaciones del modelo ISI pueden servir de base para analizar la sustentabilidad del modelo de crecimiento vigente. En ese sentido, como señalan Juan Santarcángelo y Germán Pinazo en su trabajo La sustentabilidad del nuevo crecimiento argentino (revista Realidad Económica Nº 243), “a diferencia de lo que ha ocurrido en otras etapas de nuestra historia, el crecimiento económico no ha mostrado aún su contracara en la falta de financiamiento externo”. A ese dato positivo se le debe adicionar el exponencial crecimiento que han tenido las exportaciones industriales, tanto las MOA como las MOI.

Pero a pesar de esa evolución favorable, los autores plantean que “durante el período que va desde 2004 a 2007, las importaciones de origen industrial han crecido siempre por encima de lo que lo ha hecho la actividad manufacturera en su conjunto”. Por eso, “el peso de la demanda externa sobre el valor bruto de producción industrial es no sólo mayor de lo que lo fue en los ’90, sino que supera holgadamente los valores de los ’80 y obviamente los del desarrollo sustitutivo”. Ese dato establece una señal de alerta en el actual camino de desarrollo industrial.

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