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Domingo, 6 de enero de 2002

DEVALUACIóN
Y SALARIOS

LA OLLA ESTA HIRVIENDO

- La devaluación reducirá en pocas semanas el poder adquisitivo de los asalariados entre un 10 y hasta un 30 por ciento.

- Eso, suponiendo que el dólar paralelo no se dispare descontroladamente en los próximos días y la maquinita de remarcar se descontrole intentando seguirlo.

- La apuesta del equipo económico y los peligros de que Duhalde termine también dentro de la cacerola.

 Por Maximiliano Montenegro

Por Maximiliano Montenegro

Esto es un sinceramiento brutal de lo que dejó Cavallo. Esperemos que la gente sepa distinguir las responsabilidades.” La frase pertenece a un flamante colaborador del equipo económico de Duhalde, quien admite, además, que si en las próximas semanas se convalidan las remarcaciones de precios de los últimos días el plan hervirá, en la cacerola. Duhalde lo sabe: está sentado sobre una gran olla a presión, y en cualquier momento puede salir despedido.
Todos los economistas consultados por Cash explican, de una u otra manera, que el poder de compra de asalariados y cuentapropistas caerá rápidamente en las próximas semanas (ver aparte). En parte porque es parte de la propia lógica de la devaluación y en parte porque en Argentina la “memoria inflacionaria” de empresarios y comerciantes sigue intacta. La estimación es que, en pocos días, la disminución en el poder adquisitivo de los ingresos familiares podría rondar el 10 por ciento y podría estirarse hasta el 30 por ciento, sin medidas compensatorias y de “control” de precios exitosas por parte del Gobierno.
Ello, siempre y cuando no se dispare una dinámica explosiva: por ejemplo, un dólar paralelo rápidamente arriba de 3 pesos o más, las maquinitas remarcadoras funcionando a pleno con el objetivo de que los precios en pesos no queden muy atrás del dólar.
Volviendo al escenario base, la pregunta es evidente: ¿Aguantará la clase media un nuevo ajuste en su presupuesto familiar sin sacar la cacerola a la calle? Vale destacar, además, que una buena proporción de los presupuestos de las familias de clase media, a diferencia de los ochenta, hoy está acaparado por la cuota de los préstamos contraídos en los últimos años que, aun pesificados, seguirán siendo una carga fija que obligará a recortar aún más otros gastos.
El ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, discutieron en los últimos días varias veces con el presidente Duhalde cuál podría ser el comportamiento de las dos variables claves durante las próximas semanas: dólar y precios. La apuesta del equipo económico es que una eventual disparada del dólar paralelo y la estampida de precios ya evidenciada se retraigan en un plazo corto, aunque nadie se anima a precisarlo. Hablaron y analizaron el modelo de devaluación brasileño, de enero del ‘99, cuando el dólar voló alto durante el primer año –aunque nunca descontroladamente– para después retroceder, mientras los precios, más allá de una histeria pasajera, se mantuvieron en caja. No es casual que el Presidente haya mencionado el caso de Brasil el viernes, cuando anunció el envío del paquete al Congreso.
Claro que para que ese modelo de “ida y vuelta” sea exitoso, es necesario mucho poder político durante el incierto camino de ida. Y, por sobre todo, mucha paciencia socio. Sin ese respaldo, Duhalde habrá sacado sólo un boleto de ida.

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