ENTREVISTA A MARIO RAPOPORT, DIRECTOR DEL INSTITUTO DE HISTORIA ECONOMICA
“Hay cosas incumplibles”
En este reportaje con Cash, Mario Rapoport, uno de los mentores del Plan Fénix, dice que el gobierno de Duhalde está prometiendo cosas que no podrá cumplir, como devolver en dólares los depósitos de los ahorristas. Dice que no le teme a un poco de inflación. Pero advierte que el Gobierno deberá estar atento para
Por Claudio Zlotnik
Por Fernando Krakowiak
Mario Rapoport es economista e historiador. Dirige el Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social y la maestría en Historia Económica y de las Políticas Económicas de la UBA. También formó parte del equipo de profesores de la Facultad de Ciencias Económicas de esa universidad que propuso recientemente una propuesta económica alternativa, conocida como Plan Fénix. En diálogo con Cash señaló que “será muy difícil que la devaluación desate una hiperinflación luego de más de tres años de recesión”. No obstante, aclaró que la salida de la convertibilidad debe ser acompañada con medidas tendientes a reactivar la demanda porque si no “se puede producir un proceso de estancamiento con inflación que termine liquidando el escaso consumo que todavía queda”. Para evitar esto propone iniciar un proceso de sustitución de importaciones que sirva para reemplazar a los productos importados y para generar empleo. “Es hora que de una vez por todas un sector importante del empresariado se decida a reinvertir en la Argentina”, afirmó.
¿La salida de la convertibilidad puede desembocar en una hiperinflación?
–Las condiciones son muy distintas a las que existían en 1989, cuando se desató un fenómeno hiperinflacionario. Venimos de una recesión de más de tres años y de un proceso deflacionario que lleva aún más tiempo. Por lo tanto, sería difícil que se desate un proceso inflacionario de gran magnitud. Recordemos que en Brasil se produjo una devaluación más alta que la que se propone en Argentina y el proceso inflacionario se mantuvo en niveles relativamente bajos, en el último año fue del 7 por ciento. Por supuesto, los productos importados tendrán un mayor valor en pesos y eso puede trasladarse en parte a los precios, pero existe un mercado interno que está muy deprimido. Con los precios actuales ya se consume poco así que con precios mayores se va a consumir mucho menos. Es difícil que se traslade el total de los costos a los precios.
Sin embargo, durante la semana muchos comerciantes remarcaron los precios entre un 10 y un 40 por ciento, cuando todavía ni siquiera se conocían las medidas.
–Lo que pasa es que en la Argentina existe una cultura inflacionaria, así como existió la cultura de la convertibilidad. Son culturas aberrantes que hay que desterrar alguna vez. Así como los cacerolazos le pusieron un freno a los políticos, la falta de consumo y demanda le pondrá un freno a los comerciantes que quieran remarcar los precios de manera exagerada.
¿Se puede esperar un resurgimiento de la industria nacional?
–El consumo de muchos productos importados va a caer porque los precios van a dejar de ser accesibles. Por lo tanto, van a empezar a aparecer productos nacionales. Lo que permitió que Brasil no tuviera un alto proceso inflacionario con la devaluación fue la existencia de una fuerte industria nacional que reemplazó a las importaciones. Ese proceso de sustitución de importaciones puede volver a darse en la Argentina si es que la inversión se dirige hacia la industria y el Estado interviene activamente para favorecer esa inversión productiva.
Pero en la transición el salario real va a sufrir una fuerte caída porque no va a haber una producción nacional capaz de reemplazar a las importaciones en el corto plazo.
–Todo depende de la creatividad de los argentinos. En los años 30, se fabricaron productos nacionales rápidamente. Fueron bienes de menor calidad, pero sirvieron para solucionar los problemas de oferta que existían. En este caso, habrá que analizar la capacidad disponible en las industrias que quedan y ver si de una vez por todas un sector importante del empresariado se decide a reinvertir en la Argentina. Incluso algunas empresas extranjeras podrían invertir en lugar de remitir utilidades al exterior. De esa forma, las posibilidades de obtener rentabilidades en el país aprovechando el mercado interno podrían ser mayores que en el pasado.
¿Qué opinión le merece la decisión del Gobierno de respetar los depósitos en dólares?
–En mi opinión se debería haber desdolarizado toda la economía. La solución era pesificar activos y pasivos. Se están anunciando soluciones intermedias para conformar a distintos sectores, pero a la larga la medida se puede convertir en un boomerang. Se prometen cosas que no se van a poder cumplir. A los ahorristas los dólares no se los van a poder devolver. En todo caso, es mejor que se los devuelvan en pesos y ganen poder adquisitivo inmediatamente. Porque no hay que olvidarse que los ahorristas no depositaron dólares, depositaron pesos que luego se transformaron en dólares con un 1 a 1 ficticio.
Usted suele comparar la situación actual con la crisis del 30, ¿qué similitudes encuentra con ese período histórico?
–En la crisis del 30 también hubo un proceso deflacionario, una baja de precios y salarios y una alta desocupación. En Argentina se superó rápidamente porque se tomaron medidas proteccionistas y se estableció el control de cambios. Eso permitió una reactivación que no tardó más de dos o tres años en concretarse. Es cierto que ahora las industrias están destruidas, pero yo creo en la capacidad que puede tener el país desde el punto de vista científico-tecnológico y productivo. Recordemos que la Europa destruida de la posguerra pudo reconstruirse y no había ni siquiera edificios. Hubo apoyo de capitales norteamericanos, pero también hubo experiencia científica y tecnológica que se puso al servicio del desarrollo de la posguerra. De una recesión se sale únicamente a través de la reactivación del aparato productivo, un proceso deflacionario con hiperdesocupación es aún más grave que un proceso hiperinflacionario. (John Maynard) Keynes lo explicó muy bien, pero algunos parece que se olvidaron.
¿Es posible implementar políticas keynesianas en el actual contexto histórico?
–Creo que después de tantos años de ofertismo se tienen que empezar a aplicar políticas de reactivación de la demanda. Hay que reactivar el consumo e inyectar liquidez en el mercado. No le temo a la inflación si eso significa la reactivación del aparato productivo, el incremento de la demanda y, fundamentalmente, la absorción de los desocupados. Si bien va a haber una caída de los salarios reales, la disminución de la desocupación implicaría el mejoramiento de ingresos de una gran parte de la población. Más que a la inflación, le temo a la ausencia de medidas que apunten a la reactivación productiva porque se puede producir un proceso de estancamiento con inflación. En ese caso, la recesión va a continuar porque la inflación, aunque no alcance el porcentaje de la devaluación, va a terminar liquidando el poco consumo que todavía queda.