Sábado, 31 de diciembre de 2011 | Hoy
DOCTORADO HONORIS CAUSA A BERNARDO KLIKSBERG, DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS, PERú.
Por Salomon Lerner *
La iniciativa de otorgar este preciado título para honrar así a uno de los intelectuales más destacados y más respetado en el ámbito de la reflexión sobre el desarrollo en nuestro continente. Al mismo tiempo quiero expresar nuestra profunda gratitud a Bernardo Kliksberg por sus valores y principios que promueve y practica con singular brillo desde hace décadas, que son compartidos por la comunidad académica peruana. Ha sido el padre de todo un campo de prácticas, de investigaciones y de pensamiento en el ámbito de las ciencias sociales que se conoce bajo el nombre de Gerencia Social. Ha llevado adelante una formidable aventura intelectual por la cual ha buscado conciliar la convicción ética de honda raigambre humanista y religiosa con el reino de la economía y de las técnicas de gobierno, campos que usualmente se han querido ver como ajenos o distantes de consideraciones de índole moral. No es casual en absoluto que quien ha establecido vínculos coherentes y razonables entre axiología y economía, lo haya hecho a través de la exploración seria y honesta del desarrollo.
Esta ha sido una de las metas más anheladas y más elusiva para los países de América latina y para el Perú. Durante mucho tiempo la noción de desarrollo estuvo identificada con el concepto de crecimiento económico. Ello no prestaba atención a una diversidad de factores sociales que impedían la difusión equitativa del bienestar. En los peores casos, la búsqueda del desarrollo llegó a asumir la inhumana forma de la “razón de Estado”. Se concentraba en una meta abstracta que se procuraba alcanzar desde una actitud de indiferencia ante las vidas concretas de las personas, que incluso podía conducir a tomar decisiones contrarias o perjudiciales para poblaciones que eran definidas como factores de atraso, y pasibles de ser sacrificadas en nombre de supuestos objetivos nacionales más altos. La aparición de la “teoría del desarrollo humano” es una revolución conceptual, y más que ello el regreso a los fundamentos éticos. La finalidad última de todo proceso de desarrollo no ha de ser principalmente el aumento de la riqueza sino más bien el despliegue de una vida ética en la que se respete en su dignidad a los demás, quienes en su proximidad interpelan y solicitan cuidado.
El papel de nuestro homenajeado en esto que constituye un giro determinante ha sido esencial. Su aporte en el tema del desarrollo es muy especial por los matices que él ha sabido imprimir a su reflexión, su reclamo de la necesaria inclusión de la ética en el terreno económico y social. Pasión justiciera, mandato de solidaridad, manifestación de una actitud ascética volcada en el mundo, se podría expresar –y creo que es una lección central de Kliksberg– nuestra obligación de cuidar, atender, proteger, respetar y promover la dignidad del prójimo. Ese fondo escondido de la búsqueda del desarrollo es primordial en las enseñanzas que Kliksberg ha difundido desde hace décadas en los más prestigiosos centros de pensamiento de nuestra región y del mundo en general. Es esa labor permanente y la persona que lo encarna las que se premian
* Filósofo, rector emérito de la Universidad Católica del Perú.
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