Domingo, 26 de mayo de 2013 | Hoy
CAPITAL Y TRABAJO
Por Guido Agostinelli *
Uno de los grandes problemas de estos años es la inflación. Lo que le debe importar al trabajador es cuánto puede comprar con el salario que percibe, denominado salario real. Este estará determinado por la relación entre el salario nominal y los precios de los bienes que consume. Si el trabajador percibe 100 pesos de salario nominal y adquiere una canasta de bienes por esos mismos 100 pesos, no debería importarle que esa canasta pase a costarle 200 pesos mientras su salario nominal se duplica para permitirle seguir comprando la misma canasta. Aquí se abre un debate si el aumento de salarios superó la inflación.
Con los valores del Indec la primera hipótesis es correcta, y también con otras mediciones (en promedio de 20 a 23 por ciento). Si en el período de la posconvertibilidad la suba de salarios nominales fue superior a la inflación (aumento del salario real), ¿por qué uno de los principales problemas es la inflación? Y aquí es donde aparece un actor que hasta ahora estaba oculto: el capitalista. Este último tiene como costo el salario nominal del trabajador. Mientras aumente el salario nominal y el capitalista no pueda traducir estos aumentos en incrementos de precios, va a ir perdiendo rentabilidad. Aquí es donde, contrariamente a lo que se nos quiere hacer creer, la inflación es funcional al capitalista. Dado que las expectativas a futuro de inflación determinan la inflación actual, será necesario hacer creer a todos que la inflación será lo suficientemente alta para que sea mayor aún que el aumento de los salarios. Para lograr esto es necesaria la contribución de los medios de comunicación, que exacerban el problema (o la solución). Por este motivo se instala como preocupación inmediata la inflación cuando debería ser el salario real. Al plantearse esta preocupación, originaria de los capitalistas, se traslada automáticamente a los trabajadores. El Estado, como puede, intenta suavizar los aumentos de precios que potencialmente pueden provocar una espiral inflacionaria. Pero, al estar subordinado al sistema capitalista, tiene ciertas limitaciones para conseguir tal fin y más aún si sólo intenta frenar la escalada de precios en su última etapa y no se intenta, previamente, descentralizar la estructura productiva.
Esta carrera entre salarios y precios, en definitiva, es una lucha entre trabajadores y capitalistas por una porción del excedente que puede traducirse en salarios o ganancias dependiendo de cuál de estos dos indicadores gane la pulseada. Luego hay una pulseada adicional, según el sector, con distintos países del mundo y recién en esa instancia importa el desgaste que produce la pulseada anterior
* Licenciado en economía en la UBA y maestría en Economía Política en Flacso.
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