Domingo, 26 de mayo de 2013 | Hoy
RECUPERACIóN Y CONSUMO
Por Diego Rubinzal
El gubernamental Instituto Chino para la Reforma y el Desarrollo estimó que la clase media doméstica alcanzará los 600 millones de personas en 2020. Las transformaciones en los patrones de consumo, asociadas a ese fenómeno social, fueron una de las causas de la reversión del histórico deterioro de los términos de intercambio de los productos primarios. La tendencia al crecimiento de los sectores medios también se verificó, en la primera década del siglo, en los países latinoamericanos. Los técnicos del Banco Mundial en La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América latina sostienen que la clase media latinoamericana se expandió de 103 a 152 millones de personas. Por su parte, el informe global sobre desarrollo humano 2013 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que el 80 por ciento de la clase media mundial residirá en el sur para el 2030.
La mayoría de la dirigencia opositora argentina sostiene que las políticas oficiales “agreden” a la clase media y que las altas tasas de crecimiento económico no revirtieron la desigualdad social. De acuerdo con esa visión, el kirchnerismo habría desaprovechado el favorable “viento de cola”. Los últimos datos oficiales sobre la distribución del ingreso contradicen esas observaciones. El coeficiente de Gini registró un fuerte descenso desde 2003, y su disminución revela una caída de la desigualdad.
El Gini, coeficiente que fluctúa entre cero (máxima igualdad) y uno (mayor desigualdad), del ingreso total familiar retrocedió desde 0,484 (tercer trimestre año 2003) a 0,371 (cuarto trimestre 2012). El citado informe del Banco Mundial estima que el 25 por ciento de la población argentina pasó a revistar en las filas de la clase media en los últimos años. Eso sitúa a la Argentina a la cabeza del proceso de movilidad social ascendente registrado en Latinoamérica. Le siguen Brasil (donde el ascenso social involucró al 22 por ciento de la población), Uruguay (20 por ciento) y Colombia (16 por ciento).
Ese fortalecimiento de las capas medias encuentra su explicación en la recuperación del mercado de trabajo (descenso de la desocupación y de la informalidad laboral, incremento de los salarios reales) y la política de ingreso implementada (aumentos del salario mínimo y de los haberes jubilatorios, ampliación de la cobertura de beneficios jubilatorios, AUH).
El investigador Fernando Groisman realiza una importante contribución a ese debate en Gran Buenos Aires: Polarización de ingresos, clase media e informalidad laboral, 1974-2010 publicado en el último número de la Revista de la Cepal. El aglomerado urbano seleccionado concentra alrededor del 30 por ciento del total poblacional y del 40 por ciento de la población urbana. El documento dio cuenta de los importantes avances obtenidos en el período 2003-2010. “En este septenio resaltó una marcada recomposición de los ingresos para la clase media y baja, en ese orden, que redundó en una sostenida mejora distributiva. El proceso de engrosamiento de la clase media implicó la incorporación a sus filas del equivalente a prácticamente el 8 por ciento de la población”, sostuvo el investigador del Conicet.
“Interesa subrayar que dicho fenómeno derivó tanto en un proceso de movilidad social ascendente –es decir, de reducción de la clase baja–, pero también de contracción de la clase alta. Tal evolución implica que operaron mecanismos tendientes a la redistribución de los ingresos, que al tiempo que aumentaron los recursos de aquellos ubicados en los segmentos bajo y medio de la estructura social, evitaron un corrimiento de similar magnitud en el extremo superior”, concluye Groisman. Así, los sectores bajos y medios vieron aumentada su participación en el ingreso del 2,8 al 4,7 por ciento y del 40,1 al 47,1 por ciento, respectivamente
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