Domingo, 23 de febrero de 2014 | Hoy
ESCENARIO
Industrias y hogares
Por Diego Rubinzal
La presidenta Cristina de Kirchner señaló que “no es justo que haya trabajadores que compren dólares y tengan subsidios de gas y luz”. La alusión presidencial estuvo en línea con declaraciones previas del jefe de Gabinete. La política de subsidios apuntaló el proyecto económico-social kirchnerista mediante dos vías:
* Disminuyendo la incidencia porcentual del pago de los servicios públicos en el presupuesto familiar. Así, el gasto de electricidad y gas domiciliario pasó del 20 a menos del 3 por ciento del salario promedio mensual.
* Reduciendo los costos empresariales. El costo de la energía eléctrica consumida por las industrias argentinas de 22 dólares (Edenor/Edesur) y de 31 dólares (interior del país) por mwh es muy inferior a los valores abonados por sus competidoras uruguayas, brasileñas y chilenas (254, 165, 143 dólares, respectivamente).
CFK sostuvo que “en aquel momento (refiriéndose al 2003) si no se hubiera subsidiado la energía no hubiera sido posible apuntalar el consumo. Recién empezaba a moverse la rueda para construir industria y abrir fábricas, mientras comenzaban las primeras convenciones de trabajo”.
La revisión del esquema tarifario no es un tema nuevo. El Gobierno vino suprimiendo los subsidios a determinadas actividades (bancos, aeropuertos, financieras, compañías de seguro, casinos, telefonía móvil, actividades extractivas, refinamiento de combustibles, procesamiento de gas natural, biocombustibles y aceites de exportación, agroquímicos) y a usuarios residenciales de countries y barrios cerrados. Está claro que la incidencia de esos recortes no fue significativa en el monto global.
En la actualidad, el esquema vigente diferencia los subsidios de acuerdo con el nivel de consumo domiciliario. La relación positiva entre ingresos percibidos y energía consumida está demostrada en diversos estudios. “Sin embargo, se observa que los umbrales en los cuales los subsidios comienzan a ser menores son muy altos y que, por ende, los subsidios máximos alcanzan a alrededor del 90 por ciento de los hogares. Por otro lado, se desprende que la demanda eléctrica depende de forma determinante de otras variables asociadas a los hogares, siendo de mayor relevancia las que tienen que ver con el tipo de vivienda (casa o departamento) y la utilización de equipos de aire acondicionado”, sostiene Diego Margulis en Análisis de los determinantes de la demanda eléctrica residencial en Argentina. Implicancias en el mecanismo de asignación de subsidios.
La eliminación de transferencias innecesarias de recursos estatales a sectores pudientes constituye una asignatura pendiente pero, al mismo tiempo, requiere un abordaje cuidadoso. La supresión indiscriminada de subsidios, tal como propone la ortodoxia económica, solamente reduciría el ingreso disponible familiar e incrementaría el costo empresario. Ese camino traería aparejada caída del consumo, de la actividad económica y del empleo. A su vez, la aceleración inflacionaria de los últimos meses impone ciertas restricciones para avanzar en la “sintonía fina”.
Sin perjuicio de eso, “es fundamental... rearmar el esquema de subsidios, con un mayor nivel de focalización, de forma tal que los sectores más postergados de la sociedad puedan acceder al consumo de este bien energético, de forma tal que mejoren su calidad de vida, pero que las clases más favorecidas abonen un mayor precio por la energía eléctrica”, concluye Margulis.
@diegorubinzal
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