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Domingo, 21 de junio de 2015

LA INDUSTRIA DE INDUMENTARIA DEPORTIVA Y POLíTICAS DE SUSTITUCIóN

Protección y desarrollo

Los instrumentos de protección dependen mucho de la voluntad del Gobierno. Las restricciones para importar en un mercado interno que creció mucho en los últimos años generaron cuellos de botella en diversos sectores.

 Por Javier Lewkowicz

Uno de los vicios conceptuales sobre los que insiste el neoliberalismo es la sobrevaloración del acto del consumo. Con esa mirada, la política industrial se mide en términos de los bienes importados que permite o no ingresar a la economía local. Pero incurre en una enorme omisión: cada restricción para importar es una oportunidad de mercado para la industria argentina y, si es aprovechada, moviliza capital y mano de obra. Paga en salarios e impuestos, que van nuevamente a consumo. Eso no implica que la sustitución de importaciones esté exenta de discusiones acerca de qué conviene sustituir y cuándo, a través de qué política, las exigencias de calidad y reinversión y la sanción a los que abusan con los precios, las condiciones de trabajo o la fuga de capitales.

Cash presenta un caso que atestigua los distintos efectos de la política de protección a la manufactura local. Se trata de la empresa argentina Winners Productos Deportivos, que maneja de manera exclusiva en el país las marcas Wilson (Estados Unidos) y Salomon (Francia). Esta empresa fue importadora neta de calzado e indumentaria deportiva durante quince años, hasta que en 2009 las restricciones oficiales la obligaron a cambiar el rumbo del negocio.

“A partir de allí se inició un proceso totalmente novedoso para nosotros. Las reglas de juego cambiaron, buscamos proveedores de calidad que debieron ser aprobados por técnicos exigentes de las marcas, que vinieron al país a analizar la situación. Reinvertimos casi totalmente las utilidades anuales obtenidas”, cuenta Eduardo Wetzel, socio y vicepresidente de la firma.

La indumentaria Salomon de producción nacional está ahora en el 61 por ciento de las ventas, mientras que el 39 por ciento restante es importada. En el rubro calzado, pasaron a fabricarse a nivel local 280 mil pares al año, el 60 por ciento del mercado local de la marca, con el objetivo de producir en el mediano plazo 700 mil pares. La totalidad de la ropa de marca Wilson se fabrica en el país. Ese cambio de estrategia requirió la contratación de proveedores locales de medias, indumentaria, pantalones y rompevientos, paletas de padel, tejidos, bolsas, broches, pins y etiquetas.

La empresa pasó de un plantel reducido pendiente de las gestiones de importación a 110 empleados en el país, 351 en las firmas proveedoras y 24 trabajadores en los locales exclusivos de venta. Además, inició una incursión en la región, porque obtuvo la licencia exclusiva en Brasil y otros países. Abrió locales en San Pablo y Curitiba y espera poder abastecer desde la Argentina ese mercado, relativamente nuevo para Salomon, no tanto para Wilson. Esa apuesta nació en respuesta a la exigencia del Gobierno, en la etapa de Guillermo Moreno al frente de Comercio Interior, de compensar “1 a 1” importaciones con exportaciones. A pesar de que el equipo de Augusto Costa ya no considera indispensable el “1 a 1” y en cambio rigen otros criterios, Wetzel, en virtud de la inversión ya realizada y el guiño que le dio la marca, pretende exportar a Brasil.

Uno de los contratiempos en el proyecto de exportación es la dificultad para producir más a nivel local. Sucede que las restricciones para importar en un mercado interno que creció mucho en los últimos años generaron cuellos de botella en diversos sectores. Uno de ellos es el de los fabricantes de cierto estándar de calidad. Como tienen mucho trabajo, imponen condiciones comerciales a las marcas. El mismo sector hace poco más de una década estaba en crisis después de la larga noche antiindustrial, en donde todo lo importado entraba por la puerta grande. Siempre es posible pensar mal sobre la conducta del empresario, pero parece más lógico analizar la situación desde el lado de la estrategia capitalista: en el capítulo de la sustitución de importaciones hay un fuerte componente de incertidumbre, porque los instrumentos de protección dependen mucho de la voluntad del gobierno de turno, en un país rico en volantazos. Eso conspira contra las fuertes inversiones, en el marco de un programa con vocación de recuperación industrial aunque algunas veces falto de una planificación fina.

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“Reinvertimos las utilidades anuales obtenidas”, afirma Eduardo Wetzel.
Imagen: Rafael Yohai

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-Cada restricción para importar es una oportunidad de mercado para la industria argentina y, si es aprovechada, moviliza capital y mano de obra.

-Eso no implica que la sustitución de importaciones esté exenta de discusiones acerca de qué conviene sustituir y cuándo.

-Cash presenta un caso que atestigua los distintos efectos de la política de protección a la manufactura local.

-Se trata de la empresa argentina Winners Productos Deportivos.

 
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