Domingo, 2 de agosto de 2015 | Hoy
REPORTAJE. JAIME DURáN, FUNCIONARIO DEL GOBIERNO DE EVO MORALES
Bolivia tiene la segunda reserva de gas de América del Sur, creció un 5,5 por ciento en 2014 y se estima en 5 por ciento para éste. Mejoró la distribución del ingreso y la inflación está bajo control.
Por Natalia Aruguete
Europa no crece, Estados Unidos recupera lentamente el nivel de empleo y se pronostica un crecimiento modesto de América latina en 2015 por la caída en los precios de las materias primas. En este contexto, Bolivia se convirtió en el sexto miembro pleno del Mercosur. Para el viceministro de Presupuesto y Contabilidad Fiscal de Bolivia, Jaime Durán, Bolivia creció gracias a la apuesta del gobierno de Evo Morales al mercado interno. Invitado por el Cefid-Ar para participar de un seminario sobre la crisis mundial, Durán dialogó con Cash sobre la actual situación del país que tiene la segunda reserva de gas de América del Sur, creció un 5,5 por ciento en 2014 y tuvo una inflación del 5,2 por ciento.
¿Por qué habla de un “nuevo Estado” boliviano?
–A pesar de la caída de los precios de las materias primas, muy marcada desde 2008, en los últimos años la economía boliviana ha tenido una tasa de crecimiento superior al 5 por ciento. Se dijo que el crecimiento boliviano se debía al precio del gas, ligado al precio del petróleo, que cayó hasta los 44 dólares.
El gas ha bajado un 20 por ciento en las exportaciones bolivianas.
–Así es. Por eso mismo, si la economía boliviana dependiera de las materias primas, lo lógico sería que a esta altura del año estemos en una recesión. Sin embargo, la economía boliviana ha crecido al 5 por ciento. El Banco Mundial tuvo que subir las expectativas del crecimiento boliviano del 4,3 al 4,8 por ciento.
¿Por qué razón?
–Bolivia prioriza su mercado interno, relacionado con una estrategia de distribución del ingreso. En los últimos años, bajamos el nivel de pobreza extrema del 40 al 25 por ciento. La política salarial permite un incremento por encima de la tasa de inflación y una suba en el salario mínimo nacional.
¿Qué instrumentos de política salarial aplican?
–El Estado establece el porcentaje del incremento, que se constituye en la base de la negociación para el sector privado.
¿Cómo logran que ese porcentaje de incremento salarial sea mayor a la tasa de inflación?
–El presidente Evo Morales ha decidido que estos incrementos estén por encima. El año pasado, la inflación fue del 5,19 por ciento; esa fue la base de la negociación con la que hemos llegado al 8,5 por ciento de incremento salarial.
¿Quiénes participan de la negociación salarial?
–La Central Obrera Boliviana (COB) y el Estado. No hay representación de los empresarios porque se considera que es una negociación en la que deben participar los trabajadores.
¿Hay resistencia por parte de los empresarios frente al nivel alcanzado en la negociación, considerando que no integran estos acuerdos?
–No hubo mayores cuestionamientos. Claro que ellos consideran que es excesivo pero, en general, lo han aplicado. En el país se tiene conciencia de que estos incrementos salariales razonables permiten dinamizar la demanda interna. Los trabajadores se encuentren en una mejor situación y, al mismo tiempo, hay una revitalización del mercado interno. Por otro lado, los que proveen productos y servicios al mercado interno son los empresarios.
Algunos informes afirman que el crecimiento boliviano fue compensado con inversión pública porque la inversión privada fue menor a la esperada. ¿Esto es así?
–El primer elemento que hay que considerar es la redistribución del ingreso. El discurso de la ortodoxia neoliberal dice: “Inviertan, ese es el secreto. Y si eso llega a la gente, bienvenido”. Por eso proponen la apertura a la inversión extrajera.
¿Por qué?
–Porque dicen que los países no tienen ahorro suficiente y entonces hay que abrir las fronteras. Para nosotros, lo más importante es la redistribución del ingreso, que no es una política de asistencia social, sino un componente fundamental que permite acompañar al crecimiento. Si hay concentración del ingreso, lo más probable es que el país no crezca. Eso lleva a analizar el papel de la inversión. Nosotros criticamos al viejo liberalismo porque consideraba que la inversión podía dinamizarse a partir del libre mercado. Eso fue un error porque no se han alcanzado tasas de inversión aceptables. En el caso boliviano, la inversión pública entre 1996 y 2005 ha sido, en promedio, 500 millones de dólares.
¿Qué porcentaje del Producto Interno Bruto representa?
–Estamos hablando de menos del 5 por ciento del PBI, y la inversión privada anda más o menos por el mismo ritmo, 1000 millones de dólares en total. Bajo el gobierno de (Gonzalo) Sánchez de Lozada, con la capitalización que supuso el ingreso de inversión extranjera, se elevó a 2000/2500 millones de dólares. Esa fue la época de mayor inversión privada.
¿Cuál es su evaluación del comportamiento de la inversión privada?
–Creemos que por sí misma no dinamizará la economía, lo hará la inversión pública, que empezó a incrementarse con la gestión del presidente Evo Morales. De hecho, el año pasado hemos invertido 4500 millones de dólares y este año estamos ejecutando una inversión pública de 6179 millones de dólares (17 por ciento del Producto).
¿A qué áreas se dirige principalmente la inversión pública?
–Se concentra en el sector productivo, como hidrocarburos. Además, ha ido ganando presencia el sector agrícola: nuestro objetivo es lograr la soberanía alimentaria. También hay una fuerte presencia en salud y educación. La ventaja de la inversión pública es que tiene un doble efecto.
¿En qué consiste?
–Permite dinamizar la demanda agregada, que en un escenario de crisis tiende a caer. Pero también tiene su impacto en la oferta porque permite aumentar la capacidad productiva del país.
Una crítica que se hace a los países de la región es la tendencia a la re-primarización de la estructura económica.
–En el caso boliviano, si bien un 80 por ciento de nuestras exportaciones se explica por gas y minerales, lo que ocurre es que hay una dinámica muy fuerte de las importaciones. Por esa razón, en Bolivia hay que analizar las exportaciones netas (diferencias entre exportaciones e importaciones).
¿Qué resultados han dado las exportaciones netas?
–En los últimos años hemos tenido balances positivos. El año pasado exportamos 12 mil millones de dólares mientras que las importaciones rondaron los 10 mil millones de dólares. Es importante ver esto porque uno podría decir que 12 mil millones de dólares respecto de un producto de 34 mil millones parece un porcentaje alto, pero cuando se observan las exportaciones netas, ese monto no pasa del 7 por ciento del Producto.
Sobre todo si se lo analiza en la actual coyuntura internacional.
–La actual situación de crisis vuelve muy inestable el sector externo, de allí que la estrategia fundamental sea fortalecer el mercado interno. Tenemos un importando desarrollo de la industria nacional que es la que permite abastecer las necesidades de la población. Eso podría avanzar más, pero eso está ligado a procesos de integración regional que permitan cambiar los perfiles productivos. La reprimarización sería complicada en la medida en que haya una dependencia total de esos ingresos. En el caso boliviano se demostró que no se da esa situación.
¿Por qué?
–El primer motivo es la “bolivianización” del país; para el 90 por ciento de sus transacciones bancarias y casi para el ciento por ciento de las transacciones cotidianas, Bolivia no utiliza el dólar. Eso hace que prácticamente no necesitemos dólares, por eso tenemos nuestras reservas internacionales tan cerca del 50 por ciento del Producto. Por otro lado, en el esquema boliviano, el ingreso por hidrocarburos beneficia sobre todo a las entidades subnacionales: las gobernaciones y municipios. Eso hay que entenderlo, porque cuando uno piensa en la reprimarización calculando la importancia en las exportaciones de gas y minería, se puede llegar a la conclusión de que hay una dependencia total de eso, pero esto no es así en Bolivia.
Ahora que Bolivia es socio pleno del Mercosur, ¿qué efectos puede tener el intercambio comercial con los países del bloque?
–Estos esquemas de integración regional tienen un impacto positivo en el perfil exportador. Creo que América Latina tiene como reto establecer estos acuerdos frente a un mundo que está cambiando, a partir de una integración vinculada con lo productivo.
¿Cómo sería una integración de ese tipo?
–Se deberían aprovechar las complementariedades que se puedan dar. Si pensáramos en una soberanía alimentaria conjunta cuyo objetivo sea que nuestros pueblos respondan a un plan, sería diferente. El esquema que yo veo en el futuro se podría armar a partir de acuerdos entre los gobiernos pero es un concepto que hay que ir trabajando.
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