Domingo, 6 de septiembre de 2015 | Hoy
CONTROVERSIA SOBRE EL CARáCTER DE LA DISCIPLINA ECONóMICA EN EL SIGLO XXI
Si todo saber sobre economía es intrínsecamente “social”, toda actividad, entidad económica o políticas públicas consecuentes son por ello mismo sociales. Existe una suerte de inflación de apelativos éticos adjetivando a la disciplina económica.
Por Silvia Lilian Ferro *
La economía, como disciplina o como ciencia, dependiendo las denominaciones de la aspiración epistemo-ideológica que se tenga para denominar su recorte de saber, forma parte del vasto conjunto de las ciencias sociales. Por definición toda economía es social, aunque esta realidad incomode a econometristas acomplejados. Y toda economía es política porque su propio campo de especialización surgió con esa contextualización expresa para molestia de economistas neoclásicos y neoliberales que quisieran sentirse al amparo de categorías que les resulta tan aborrecibles como proyectos políticos, Estado regulador/articulador, acción colectiva, militancia, equidad, inclusión.
Considerando aspectos de conformación de campos del conocimiento, la economía (sin adjetivos ni sustantivos) es una disciplina integrante del área de las ciencias sociales. Si todo saber sobre economía es intrínsecamente “social”, toda actividad, entidad económica o políticas públicas consecuentes son por ello mismo sociales. Por ejemplo, una empresa de capital es tan social como cualquier otra forma de organización económica de producción de bienes y servicios, de su distribución, comercialización y de su consumo. A cualquier empresa de capital le caben todas las demandas colectivas y de sostenibilidad que hacen suyas las economías con adjetivos. De hecho toda una doctrina jurídica se encarga de recordárselo cuando son reprochados judicialmente si practican la conducta antisocial más primaria que es evadir o eludir impuestos de su actividad, de sus márgenes de ganancias o formalización y aportes de sus asalariados.
Progresivamente se fueron autonomizando y separando esferas de comprensión de los sistemas económicos desconectándolos de los sistemas sociales que las contienen. Economía a secas sin apellidos ni sobrenombres, la que no precisa de adjetivos, logró transformar su adscripción a la identidad neoclásica en supuestos compartidos e inapelables aun en la mayoría de las currículas universitarias de las carreras de Ciencias Económicas, y en las bases teóricas de economía que sustentan complementariamente muchas otras disciplinas vinculadas o no, en el background de economistas consagrados en los circuitos del prestigio intelectual y académico, en la fuente de formación de comunicadores y actores de la esfera pública cuando necesitan formarse en lo más elemental del conocimiento de la teoría económica y lo que es peor: forma parte del sentido común de muchos formadores de opinión pública y de decisores de ámbitos empresariales, políticos en sentido amplio y hasta incluso estatales. Al mismo tiempo desde las últimas décadas del siglo XX se observa una suerte de inflación de apelativos éticos adjetivando a la disciplina económica.
Para ejemplificar con uno de los enfoques más legitimados y menos recientes en su emergencia histórica: la economía social y solidaria. Podemos observar que se presenta como un espacio diferenciado tanto en lo que se refiere a entidades como en carácter de programa económico superador de las condiciones amenazantes a la sostenibilidad de la vida humana que supone actualmente el sistema capitalista en gran parte del mundo. Desde la OIT hasta la literatura económica especializada en el tema resaltan la intrínseca relación entre la economía social y solidaria y las posibilidades de consolidación y expansión del trabajo decente, comercio justo, empleo verde, democratización de la gestión productiva, del consumo como acto reflexivo. Es decir, consciente de sus efectos económicos y políticos, del diálogo y de la integración social a través de precios adecuados de bienes preferentes, de la expansión de las finanzas con orientación social para la promoción de los sectores populares.
Entonces si hay una economía social que se piensa intrínsecamente “buena” esta coexistiría política y epistémicamente con la economía que no precisa de adjetivos que sería la intrínsecamente “mala”. Si hay una economía solidaria, hay otra que se asume que no lo es, porque de lo contrario no sería necesario recortar un ámbito específicamente solidario para esta “otra” economía. Si hay una economía ecológica es en diferenciación de otra economía que no tiene entre sus supuestos básicos la responsabilidad ambiental. Si hay una economía bajo el rótulo de social para englobar formas de producción y gestión como cooperativas, mutuales y asociaciones de diversa índole, entonces ¿las empresas de capital no serían entidades con finalidad “social”? ¿Estarían por definición excusadas de esos fines? A la luz del comportamiento de muchas grandes empresas radicadas en el país, tanto de origen nacional como multinacional y hasta de algunas que se enrolan en la economía social más por estatuto que por accionar, esta cuestión es más que meramente discursiva es de acción práctica y directa.
La coexistencia tanto disciplina como de acción pública estatal de economía sin adjetivos y adjetivadas es más que una cuestión semántica, tiene directas implicancias políticas, jurídicas y económicas. ¿Si hay una economía popular es porque recorta un espacio que no existe fuera de ella, es decir en oposición a una economía tácitamente impopular? ¿Hay una economía y políticas económicas tipo “lobo feroz” frente a multiplicadas economías Cenicientas?
¿Por qué y para que construir políticas económicas sobre binarios? Las que surgen y se expanden en los ámbitos estatales dedicados a la economía “buena”, popular, social, solidaria, ecológica, ambiental, estarían por definición dejando excusada a la otra cartera ministerial consagrada a la economía sin adjetivos de cumplimentar esos mismos objetivos, de esos mismos imperativos éticos. Como si economía y objetivos políticos, sociales y éticos fueran como un conjunto de entidades separadas y que que no han sido presentadas entre sí aunque dancen en el mismo salón de baile.
¿Por qué no demandar las mismas cosas para las intervenciones de las carteras ministeriales abocadas a la economía que no precisa de adjetivos? ¿Por qué no pensar que en vez de tener áreas paralelas se incorporen todos los adjetivos como demandas de las políticas económicas centrales? Políticas económicas en “cuartos separados” podrían dar lugar a una especialización diferenciada en cuanto a la relación com actores sociales: la economía sin adjetivos y su área estatal para contener e intentar controlar y deseablemente procurar conducir a los factores de poder pero necesaria y peligrosamente en mucha intimidad con ellos y la otra economía la adjetivada, recortada en una intervención para sectores populares con análoga asimetría presupuestaria y de decisión política respecto de la primera.
Por qué si ambas economías coexisten en ámbitos estatales diferenciados y en un mismo plano, se podria pensar que son la versión epistemológica y análoga al juego del policía malo y del policía bueno para combatir el pecado original de la actividad económica que no es el clásico afán desenfrenado de lucro y avaricia capitalista, sino que consiste en creer y en hacer creer que las reglas que rigen para el ámbito producción son autónomas respecto de las condiciones sociales de producción de la misma o en términos más sencillos olvidarse que no es ella la condición sine qua non de posibilidad de existencia de la comunidad nacional sobre la que se asienta sino meramente su producto
* Instituto Latinoamericano de Economía. Universidad Federal para la Integración Latinoamericana (Unila).
epistemología
- Se fueron separando esferas de comprensión de los sistemas económicos desconectándolos de los sistemas sociales que las contienen.
- Uno de los enfoques más legitimados y menos recientes en su emergencia histórica: la economía social y solidaria.
- ¿Si hay una economía popular es porque recorta un espacio que no existe fuera de ella, es decir en oposición a una economía tácitamente impopular?
- La coexistencia tanto de disciplina como de acción pública estatal de economía sin adjetivos y adjetivadas es más que una cuestión semántica.
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