Domingo, 30 de octubre de 2016 | Hoy
Por Leandro Renou
Stéphanie Gibaud contesta la entrevista con Cash desde París, su lugar de residencia. Ya lleva casi 4 años fuera de la Unión de Bancos Suizos (UBS), entidad en la que fue Jefa de Ceremonial hasta que empezaron a ocurrirle cosas poco habituales en su trabajo. Tras un recambio de cabeza en su superior en rango, la nueva jefa empezó a pedirle extraños favores: que borrara los archivos de clientes tanto en papel como en digital. Se negó y su vida de allí en más fue un calvario. Cuando salía a tomar café con amigos siempre la misma persona se sentaba en una mesa cercana, en distintos bares. La persiguieron incluso fuera de su ámbito laboral. Cuando finalmente se alejó del banco denunciando la situación, se acercó a Hervé Falciani, el europeo que develó el caso de cuentas ilegales del HSBC en todo el mundo. Empezaron a trabajar en conjunto y, en diferentes niveles, a colaborar otorgando datos de cuentas irregulares de clientes de diferentes países. Uno de ellos fue la Argentina. Pero poco queda de aquel intento de colaborar.
–“La última vez que hablé con alguien de la AFIP fue la semana anterior a las elecciones presidenciales. Me dijeron que mi colaboración se había pospuesto por cuestiones de presupuesto hasta el primer cuatrimestre del año 2016. Pero desde entonces nadie me ha llamado”, explicó a Cash Gibaud.
¿Qué es lo que se había comprometido a aportar en referencia a la Argentina y al UBS?
–En junio del 2015 en Paris se hizo una primera presentación y aproximación de AFIP con UBS y sus mecanismos implementados mundialmente con desvíos de dinero a plazas off shore. Mi colaboración potencial con el fisco argentino consistía en trabajar una semana en Buenos Aires capacitando personal en varios aspectos: lo que se necesita para ser un whistleblower (develador de secretos) en la industria financiera; intercambio bilateral y multilateral de información y el caso UBS en los Estados Unidos y Francia.
En aquel contacto, la ex ejecutiva estimó que el monto de dinero de argentinos en UBS era similar en cantidad de cuentas al del HSBC. Y les entregó a los funcionarios detalles de un esquema de intermediarios que operaban en Argentina facilitando la fuga; además de contar los puntos centrales de un manual de procedimiento de ese banco mediante el cual se medía el potencial económico de los clientes a cazar.
¿Qué rol tienen hoy los “arrepentidos” en el mundo de las finanzas globales?
- Tenemos un rol muy político. El de hacer valer los derechos de los ciudadanos a acceder a información oculta. Y no sólo me refiero al mundo financiero, sino a cada uno de los sectores de la industria. Los whistleblowers sacan a la luz información de interés general que se les estaba ocultando a los ciudadanos.
Luego de años de persecución a su persona y haberse desvinculado del UBS, ¿tuvieron eco sus denuncias de manejos espurios dentro del banco?
–Tuve una vida frenética como whistleblower mientras estuve en el banco, entre 2008 y 2012. Desde ese entonces, la cosa no fue mucho mejor dado que tuve atravesar difamación y ataques a mi persona desde el banco. Básicamente me acusaban de que me había inventado una historia. Sin embargo, desde que el diario francés Le Monde publicó una serie de artículos en febrero de 2016 sobre mi caso y la cuestión legal del UBS en Francia, el banco dejó de hablar mal de mí. Estas historias son cansadoras, muy demandantes y me consumieron mucho tiempo. Ahora trato de focalizarme en esfuerzos futuros junto a otros whistleblowers, en cuestiones éticas y de generaciones futuras.
¿Por qué cree, habiendo trabajado tan tiempo en UBS, que las personas de extra altos recursos o ciertas corporaciones deciden fugar o lavar dinero?
–¿Por qué me hace esa pregunta a mí? Ellos son los que deben responde esa pregunta mucho mejor que cualquiera de nosotros.
En casi todos los países del mundo, sobre todo en Estados Unidos, las causas de lavado de activos, evasión y especulación financiera se resuelven con el pago de una multa que aplican organismos similares a la Comisión Nacional de Valores local. A nivel global, hubo muy pocos casos resonantes que hayan puesto en cuestionamiento el rol del sistema financiero en este tipo de delitos económicos. En todos ellos hay una constante: salieron a la luz gracias a errores de la matriz: empleados que se quebraron. Falciani, Gibaud, Hernán Arbizu (JP Morgan Argentina), el soplón de Mossack Fonseca y Bradley Birkenfeld. Este último vinculado al caso estadounidense del UBS, lo atraparon en un aeropuerto traficando diamantes para uno de sus clientes en un pomo de pasta dental. Cumplió pena y hoy colabora en investigaciones de delitos de guante blanco y hasta tiene preparado un libro titulado “El banquero de Lucifer”.
En diálogo con este diario, Gibaud contó que está trabajando con un grupo de personas de todo el mundo para crear un grupo de whistleblowers. Una liga.
Hay una idea de armar una especie de club de “arrepentidos” a nivel mundial.
–Sí, efectivamente. He estado trabajando sobre esta idea desde hace más de un año. He desarrollado una red de whistleblowers en Europa y América del Norte. Estamos a punto de hacer un lanzamiento de esa idea. Hoy hay más de un proyecto en ese sentido. Uno es puramente sobre whistleblowers, y otro acerca de gente que quiere involucrarse y comprometerse con un cambio positivo.
¿Quiénes lo van a integrar?
–No puede develar los nombres por el momento porque todo se está discutiendo y no tengo aprobación para contarlo. Además no queremos ponerles presión adicional a personas que aún están experimentando situaciones complejas. Lo que le puedo decir es que habrá un sitio web con entrevistas, recomendaciones, links para recibir fondos y financiar, perfiles de los whistleblowers. Y tendremos una conexión internacional con la prensa para poder colaborar con la información. Hoy Bruselas está discutiendo una ley para proteger a los whistleblowers, y le estamos proveyendo consejos para asegurarnos que sea completa.
Estamos en proceso para incorporar gente de todo el mundo.
Se habla mucho de que en 2017 habrá acuerdos globales de intercambio de información financiera, que incluso regularía la OCDE. ¿Confía en que países como Suiza, Estados Unidos y el resto de los paraísos fiscales revelarán información de clientes?
–Definitivamente los acuerdos de OCDE es una mejora si se compara con la situación que teníamos hace ocho años, cuando nuestras historias de develadores de secretos empezaban a salir sorpresivamente en los titulares de la prensa. Pero creo que la pregunta no es si es Suiza o los Estados Unidos, sino más bien que hay que asegurarse de que cada paraíso fiscal entre en el juego del intercambio de información. Mientras quede un solo paraísos fiscal afuera de los acuerdos, el problema seguirá sin resolverse.
¿Cree que los países están preparados para combatir el delito económico y tienen la intención política de hacerlo?
–No puedo hablar por la totalidad de los países. Pero sí decir que la mayoría de las naciones de Europa hoy comunican acerca de más transparencia, el combate a la evasión fiscal, y de los reportes entre países que deben hacer las multinacionales. Se está hablando mucho de esos temas. Lo que los ciudadanos de Europa hoy entienden es que todos deben pelear contra la evasión fiscal y contra los paraísos fiscales. Se entiende que ese combate es una responsabilidad de todos.
De todos modos, respecto a la especulación financiera hay que separar las cosas: una son los bancos de inversión y otra los bancos minoristas. Hay que tener en claro que la banca de inversión ha probado en más de 30 años de historia el daño que produjo en la economía a través de productos tóxicos.
¿Y los paraísos fiscales?
–En lo que respecta a los paraísos fiscales, mientras las filtraciones sigan proveyendo información y llevando luz sobre aspectos oscuros, la pelea continúa. Pero cuidado, porque han pasado los casos suizos, Luxemburgo, Panamá, Bahamas, y el tema es ¿qué sigue ahora? Quiero decir, además de las filtraciones, la pelea tiene que seguir en los medios también, y la Justicia debe ser más dura con los que intentan engañar con cuestiones impositivas. Asimismo, los ministerios de Finanzas les deben probar a los ciudadanos que de verdad quieren combatir la evasión fiscal. Porque si esto no ocurre no sabemos qué pasará o cómo se aprovechará judicialmente el material que seguirá saliendo de las filtraciones.
Gibaud cuenta que hace tiempo no ve a Falciani. “No tengo noticias de Herve desde que él se fue de Paris, hace unos dos años. Entiendo que ha estado trabajando con ingenieros en tecnología en trazabilidad de la información, lo cual es posible a través de bases de datos compartidas que funcionan como libros de registros (en inglés, Blockchains, la columna vertebral del sistema Bitcoin)”, explica. Lo que se buscan es seguir la pista de pagos que conduzcan hacia fondos radicados en guaridas fiscales. Y agrega Gibaud que “no hay una sola forma de pelear. Hay que prepararse. Otra manera es la de hacer que la tecnología contribuya en acercar información a través de la prensa, como ocurrió con los casos de Panama Papers, Swissleaks, Luxleaks. Es otra forma de unir fuerzas y asociarse internacionalmente para ir a fondo con este tema.
¿La mayoría de la población entiende que el robo de cuello blanco también es un delito? ¿O existe un acompañamiento social a la condena a este tipo de ilícitos que cometen los bancos con anuencia de los clientes?
–No hay dudas de que se trata de un delito. De todos modos, la mayor parte de la gente no tiene la capacidad de comprenderlo. Pero hay algunos indicadores como la pobreza y la recesión que acechan a los países, que ya la gente los empieza a relacionar como producto de delitos que afectan a los Estados. Por caso, el pueblo de Islandia ha sido mucho más proactivo con estos temas cuando descubrió, a través del caso Panama Papers, que su Primer Ministro ocultaba información. Los islandeses salieron a la calle masivamente y el funcionario tuvo que renunciar. La democracia significa más poder en manos de la gente.
@leandrorenou
fuga
-Stéphanie Gibaud trabajó hasta hace cuatro años en la Unión de Bancos Suizos (UBS). Desde entonces es una whistleblower (develador de secretos) de la banca que ayuda a ocultar fortunas en paraísos fiscales.
-En diálogo con Cash afirmó que “la última vez que hablé con alguien de la AFIP fue la semana anterior a las elecciones presidenciales”.
-Señaló que “me dijeron que mi colaboración se había pospuesto por cuestiones de presupuesto hasta el primer cuatrimestre del año 2016. Pero desde entonces nadie me ha llamado”.
-El proyecto era que colaborara con el fisco una semana en Buenos Aires capacitando personal en varios aspectos. Pero el gobierno de Macri no la convocó.
-Gibaud estimó que el monto de dinero de argentinos en UBS era similar en cantidad de cuentas al del HSBC. Les entregó a los funcionarios detalles de un esquema de intermediarios que operaban en Argentina facilitando la fuga.
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