¿Dólar Citi o dólar Boston?
Por Julio Nudler
Autorizar a los bancos a emitir dinero en billetes denominados en dólares” es, como ya se mencionó en esta sección, parte del programa que los economistas republicanos Steve Hanke y Kurt Schuler prepararon para Carlos Menem. Así, habría un dólar Citi, otro Boston y, por qué no, uno Santander o BBVA, cotizando cada uno según el respaldo y la credibilidad de cada uno de ellos. La Argentina volvería, así, a viejas experiencias, aunque los bancos que emitían billetes propios alrededor de 1880 terminaron fundidos. La práctica también fue común en Estados Unidos, en tiempos del wildcat banking, suerte de banca montaraz que no respondía a regla alguna, y en el siglo XVIII y parte del XIX tuvo su apogeo en Escocia.
Los bancos extranjeros podrían así apropiarse de la ganancia del señoreaje, de la que goza todo emisor de moneda, ya que incurre en un pasivo sin pagar por él interés alguno, mientras gana el rendimiento de los activos (por ejemplo, títulos o la cartera crediticia internacional) que mantenga como respaldo del papel moneda en circulación. Además, si el dinero que imprime es ampliamente aceptado, el banco podrá pagar con él a sus proveedores y hasta a sus empleados. Aunque todo esto parezca delirante, también se concibe la posibilidad de que el Banco Central argentino compita como una entidad más en el mercado de emisión, más allá de fijarle, eventualmente, algunas reglas.
No sería, en el fondo, algo muy diferente de los Cedro (certificados de depósitos reprogramados) que han inventado Roberto Lavagna (Economía) y Guillermo Nielsen (Finanzas), pero al portador y fragmentados, para poder usarlos en las transacciones. Sin embargo, hoy los argentinos desconfían de los billetes de peso por su veloz depreciación, pero más recelan aún de los bancos, sin que los extranjeros sean una excepción. Por algo el circulante pudo aumentar ante la creciente emisión monetaria: el público prefirió retener esa plata, a pesar de su desvalorización, antes que confiársela a un banco.