BUENA MONEDA
Discurso de moda
Por Alfredo Zaiat
No habrá que estar distraídos para no confundirse y tampoco sordo para no escuchar que los abanderados del discurso único también pueden adaptar sus ideas a la nueva dinámica de la economía. En los primeros años de la convertibilidad, la mayoría de los economistas mantenía un esquema de análisis viciado por el desmadre de los ‘80 con final en la hiperinflación. Quedaron a destiempo y, por lo tanto, errando el blanco. Así pasó hasta pasada la mitad de la década menemista, con los efectos devastadores conocidos. Ahora el riesgo es el mismo, lo que puede llevar a que triunfen aquellos –los economistas del elenco estable del establishment– que tienen una capacidad de adaptación envidiable. De esa forma, aparecen más rápidamente para difundir y, en consecuencia, influir en la definición de políticas con el nuevo paradigma económica que se viene perfilando. Sin mucho esfuerzo, revisando algunos capítulos de historia, se observa que las olas de pensamientos son modas, que tienen ciclos de ostracismo, auge y posterior decadencia. La moda del neoliberalismo fundamentalista dejará lugar a otra, que no significa necesariamente virar al otro externo, pero sí a un acomodamiento para poder sobrevivir ante los desastres económico-sociales generados con esas políticas. Ese ajuste del discurso ya empieza a mostrarse en ciertos referentes tradicionales del pensamiento de los ‘90, lo que deja en una posición patética, por absurdos, a los Menem old boy’s con su defenestrada propuesta de dolarización y sus otras ideas del manual de la ortodoxia demodé.
Vale la pena captar algunos conceptos, expuestos como tenía que ser en La Nación, de Ricardo López Murphy, líder de lo más granado del liberalismo vernáculo, y Juan José Llach, hombre clave de la gestión de Domingo Cavallo en el gobierno de Menem y ex ministro de Fernando de la Rúa.
Primero, R.L.M.:
- “La sociedad argentina tiene que imponerse crear empleo”.
- “Quizá debamos pensar en una inversión que genere más empleo por unidad de inversión que en el pasado”.
- “Va a haber un tipo de cambio real muy alto porque no vamos a tener los flujos de capitales que tuvimos en el pasado”.
- “Vuelvo a pensar en que hay oportunidades tanto hacia la exportación como en la sustitución de importaciones”.
- El crecimiento se dará, entre otros incentivos, a “la calidad regulatoria que les impongamos a actividades privadas como la prestación de servicios”.
El turno de J.J.Ll.:
- “La doctrina de la nueva administración norteamericana y del Fondo Monetario Internacional para los países emergentes... (ha sido) un fracaso enorme”.
- “Lo que está en crisis es el modelo financierista (sic) centrado en la apertura de la cuenta de capitales”.
- “Las políticas económicas convencionales (se refiere a las del ‘90) están seriamente desafiadas”.
- “Quizá la única llave a mano para evitar que la crisis (mundial) en ciernes pueda tener una profundidad inédita desde la posguerra sea lanzar una gran ofensiva para remover de cuajo las trampas de la globalización”.
Como se ve, las ideas van mutando en el contexto de una economía en crisis, que aquí están siendo adaptadas a las necesidades que tiene el bloque de poder económico que queda en reconstruir un esquema de negocios viable. La principal pero no única clave para no confundirse y evitar caer otra vez en la trampa del discurso único con beneficiarios conocidos reside en evaluar cuál es el impacto de esas ideas en la redistribución de ingresos. Cuando se encuentre respuesta a ese aspecto quedará al desnudo quién es quién en el nuevo discurso.