Domingo, 9 de noviembre de 2003 | Hoy
EL BAúL DE MANUEL
* F. Valsecchi, Los valores humanos en la economía (1956).
Indigentes
De los argentinos pueden decirse y se han dicho muchas cosas: que son “todos
chorros” (Batlle), o “individualistas” (Borges), etc. De los
economistas, también: que son “vulgares” (Marx), “marionetas”
(Jauretche), etc. Lo que no puede decirse de ellos es que sean solidarios. Buscamos
“solidaridad” en el diccionario Palgrave y sólo hay un viejo
artículo de Gide, fallecido en 1932. En su Curso de Economía dice:
“Si la propiedad crea una clase de ociosos-rentistas, también crea
una clase más o menos numerosa de ociosos-indigentes, es decir de individuos
que, careciendo de bienes y no pudiendo o no queriendo vivir por medio de su
trabajo, no pueden subsistir sino tomando parte de los recursos ajenos. ¿Por
qué no trabajan? Puede esto depender de tres causas: 1º Porque no
tienen fuerza suficiente para trabajar: niños, ancianos, y enfermos crónicos
o impedidos; 2º Porque no encuentran medios para trabajar: para ello hace
falta disponer de materiales y herramientas: y en caso de falta de trabajo,
ambas cosas faltan; 3º Porque carecen de voluntad para trabajar: todo trabajo
supone siempre un esfuerzo más o menos penoso, tanto que muchos antes
que realizar ese esfuerzo y sujetarse a la disciplina que todo trabajo exige,
preferirán exponerse a morir de hambre. En presencia de estas tres categorías
de indigentes, ¿qué debe hacer la sociedad? Nopuede sustraerse
a la necesidad de ocuparse de ellas. Debe ocuparse de la primera por deber de
solidaridad social. En lo que concierne a los niños sobre todo, el interés
de la Sociedad le manda que los críe y los eduque, puesto que representan
el porvenir. Debe ocuparse de la segunda, porque, en cierta medida, ella es
responsable de su infortunio: la constitución económica de la
Sociedad es la que ha determinado esa separación contra naturaleza entre
el trabajador y su instrumento de trabajo, poniéndolo así en necesidad
de pedir trabajo para poder vivir. Y debe ocuparse de la tercera, porque crea
un peligro público. En esa masa de alcohólicos, vagabundos y mendigos
es donde se recluta el ejército del crimen. La asistencia es una obligación
para la Sociedad, cuando menos hasta el importe del mínimo indispensable
para vivir, y debe constar en la ley; y no sólo en la ley, sino en el
presupuesto del Estado y de los municipios. Además, es menester organizar
un procedimiento que permita al indigente hacer valer esos derechos”.
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