[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Por Aldo Garzón

La discusión entre el Gobierno y los exportadores a propósito de la liquidación de divisas en el mercado, indispensable para contener la suba del dólar, tiene un costado oculto, pocas veces mencionado: son los propios productores los que, en su gran mayoría, no están vendiendo a pleno su cosecha.
“Están sentados sobre una pila de cereales, esperando que la situación se aclare y con la perspectiva de obtener mejores precios en los próximos meses”, señaló a Cash el analista agrícola Ricardo Baccarin. De este modo, es imposible que coincidan los cálculos del Banco Central, basados en la cosecha gruesa que está por finalizar, y lo que afirma el sector exportador que realmente liquidó.
Las ventas de granos desde cooperativas han caído “casi un 50 por ciento” respecto de la misma época del año pasado, puntualizó Baccarin. Hay embarques demorados y se están pagando sobreprecios por la soja para poder cumplir con contratos internacionales. Pero ni aún así se consigue la mercadería.
“Guardar granos es, hoy, lo mismo que guardar dólares”, dijo Baccarin. Una venta pactada con un dólar a 3,60 pesos, por ejemplo, cuando se concreta en la semana siguiente puede significar una pérdida importante para el productor si la divisa estadounidense sigue en alza. Es eso lo que tratan de evitar los productores.
Por otra parte, los métodos modernos de almacenamiento constituyen una gran ventaja para los productores. Mediante el denominado “silo bolsa” o “silo chorizo”, pueden guardar cereales al vacío durante muchos meses y a un costo de sólo 3 o 4 dólares la tonelada. Además, la mercadería queda en sus propios campos.
Para setiembre, cuando Estados Unidos libere su producción de maíz y soja de esta campaña, los precios de los granos gruesos pueden tener un crecimiento explosivo. Existen por lo menos tres razones para ello: las lluvias que están afectando a Estados Unidos en esta época de siembra, el hecho que Brasil ya ha vendido casi todos sus excedentes y la menor presencia en el mercado de la Argentina, que es el tercer productor mundial de soja.