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Por Javier Artig

El proceso de autoliquidación del sistema financiero continúa en forma desordenada, caos que Roberto Lavagna aspira a controlar con su plan para salir del corralito. Pocos en la city apuestan al éxito del ministro en ese objetivo, debido a que los banqueros insisten con que la solución definitiva se encuentra con un Plan Bonex compulsivo, no optativo como ha sido diseñado por Economía. En los hechos, la discusión no pasa por ver qué mejor sistema queda, sino cómo se liquida más rápido y a menores costos un mercado bancario que ha muerto. Y el acta de defunción ha sido redactada con el corralito ideado por Domingo Cavallo, modificado por Jorge Remes Lenicov y ahora prolongado en una insoportable agonía por Lavagna. Pretender revivir un cadáver traerá simplemente frustración, más indignación a los ahorristas y mayores daños a una economía ya desahuciada.
En mayo, el drenaje de depósitos continuó su ritmo constante. Pese a la ley Tapón se fueron de los bancos unos 2500 millones de pesos, un promedio de unos 155 millones diarios. De ese total, 1350 millones se fugaron del denominado corralito transaccional, o sea de las cuentas a la vista, mientras que los 1150 millones restantes huyeron de las entidades del bautizado “corralón”. Esa pérdida de depósitos corresponde a plazos fijos que ahorristas pudieron recuperar por amparos presentados ante la Justicia, pero también a otro fenómeno financiero que se aceleró en el último mes. Esa otra puerta de emergencia del corralito ha sido la cancelación de préstamos con plazos fijos en las mismas entidades. En realidad, ésa vía fue la de mayor importancia en la caída nominal de los depósitos del “corralón” durante mayo.
En el año, la caída de depósitos totaliza unos 18.000 millones de pesos, con un promedio de 184 millones diarios. Vale recordar que la fuga del año pasado había sumado unos 20.400 millones, lo que resulta un saldo impresionante: desde el comienzo de la corrida, en febrero de 2001, el sistema financiero soportó retiros por la friolera de 38.400 millones.
Por el lado de los préstamos al sector privado, la merma en lo que va del año alcanza al 8,3 por ciento, que en términos absolutos representan unos 8600 millones de pesos. Esas cancelaciones, fundamentalmente en los últimos dos meses, se fueron dando por la utilización de plazos fijos para el pago de préstamos. La reducción de créditos en el año equivale al 48 por ciento de la caída de depósitos, lo que implica que con liquidez propia o por asistencia del Banco Central las entidades respondieron el retiro de 9400 millones. Con esa dinámica de la crisis bancaria, la versión del corralito que presentó Lavagna, que brinda un período de 30 días para definir la opción de un bono o quedarse con el plazo fijo reprogramado, resulta de una ingenuidad increíble. Si Lavagna sigue al frente del Palacio de Hacienda, pocos dudan de que en pocas semanas estará presentando la versión II de su salida del corralito.