La posibilidad de contar con un tipo de dinero digital que no pueda ser rastreado y esté liberado de la supervisión de los gobiernos y los bancos es casi el sueño de todo financista. En los últimos años comenzó a gestarse uno nuevo. Se denomina BitCoin y se presenta como un moneda electrónica cuya emisión escapa al control de los Estados soberanos y promete funcionar como “la divisa del mercado blue internacional”. El sistema BitCoin opera como una cuenta con créditos, los que se obtienen mediante distintos mecanismos, aunque el más usual es trocarlo por dólares o euros, y permite puntuales transacciones digitales. En el último año su precio pasó de diez a casi doscientos dólares en las operaciones que se realizaron este viernes.

El deseo de sortear las reglas establecidas es el motor de los nuevos instrumentos financieros y de las remozadas modalidades de transacción, lo que siempre derivó en burbujas especulativas. “BitCoin es una moneda nacida en el mundo de la tecnología que intenta reemplazar al efectivo en el mercado informal mundial”, señala Miguel Angel Boggiano, titular de la cátedra Comportamiento Financiero de la Maestría en Finanzas de la Universidad de San Andrés. En los países desarrollados las transacciones en el informal crecen más rápido que su PIB. La ventaja que resaltan acerca del BitCoin es que, a diferencia de las monedas físicas sobre las cuales los Estados tienen control de las transacciones, la divisa digital no genera registros.

El sistema fue creado por Satoshi Nakamoto en 2009, a partir del protocolo P2P, que permite el intercambio directo de información, el mismo que se utiliza para compartir archivos como música y video. La moneda se va generando por el propio sistema en la red a partir de la resolución de acertijos criptográficos que aseguran y limitan las transacciones, lo que se denomina minería, en referencia a la extracción de oro que sirvió como único respaldo del dinero, sistema que imperó en el siglo XIX. El sistema contempla una emisión máxima asintótica de 21 millones de monedas, de las cuales ya se llevan “descubiertas” 10 millones. Su oferta crece en progresión geométrica cada cuatro años. Los BitCoins son divisibles hasta ocho decimales.

Estas monedas digitales se almacenan en billeteras virtuales en la propia computadora o en servicios centralizados. Este sistema permite el pago con un simple mail. Existen varios mercados en los que transar BitCoins. El principal de ellos es el Mt Gox, que fue blanco de ataques informáticos hace 15 días. Western Union analiza adoptar el sistema para transacciones puntuales, según publicó hace unas semanas el diario The Wall Street Journal. Este sistema lo utilizan actualmente unas 600.000 personas en distintas partes del mundo y para este año se estima llegar a un millón. Paradójicamente, España, que todavía no logra recuperarse de la crisis especulativa inmobiliaria que hundió su economía, es la que más usa este medio de pago. La actual crisis económica inclusive incrementó fuertemente su atractivo.

Para realizar un pago sólo se requiere introducir el código del monedero (cuenta) de destino y la cantidad a transferir. A nivel de transferencias internacionales elude todo tipo de controles gubernamentales: se compra BitCoins y se transfiere a otro país, en donde se transforman en su moneda. Para los especuladores es la panacea: la identidad de quien gasta un BitCoin está siempre protegida por el diseño propio del sistema. No obstante, llevar esto al plano de una moneda que reemplace en todas sus funciones al resto de los signos monetarios es casi impracticable. Si bien se utiliza como medio de pago en un número creciente de tiendas, está pensado para sortear regulaciones. El BitCoin carece de la función social específica de equivalente general que tiene el dinero y no referencia al desarrollo de la actividad económica, dado que su valor está dado por comparación con otras monedas. Lo mismo que sucede con el blue en el país

[email protected]