Domingo, 21 de febrero de 2016 | Hoy
FINANZAS › EL APOYO DE STANDARD & POOR’S Y MOODY’S A LA POLíTICA ECONóMICA DEL GOBIERNO DE MACRI
En más de una oportunidad se ha señalado a Mauricio Macri como “market friendly”. No resulta sorpresivo entonces el cambio de actitud de esas las agencias calificadoras con el nuevo gobierno.
Por Julia Strada y Hernán Letcher *
Las agencias calificadora Standard & Poor’s y Moody’s elogiaron al gobierno de Mauricio Macri y mejoraron la nota de la deuda argentina. Las razones para ese cambio de valoración sido explicitadas por S&P: “Presentaron un plan creíble para lidiar con los desequilibrios macroeconómicos de larga presencia, al eliminar las restricciones sobre la moneda extranjera e iniciar negociaciones con los acreedores que no se acogieron a la reestructuración de 2005 y 2010”. Además, S&P sugirió contener los incrementos salariales para evitar el aumento de la inflación, que –a diferencia del gobierno– situó en el 35 por ciento anual para 2016.
La designación de Alfonso Prat-Gay en el Palacio de Hacienda como la calificación positiva de Standard &Poor’s y las propuestas de políticas de ajuste constituyen dos caras de una misma moneda. La trayectoria de Prat-Gay converge con ambas calificadoras en el negocio financiero. El actual ministro se desempeñó como ex director del Area de Monedas del JP Morgan y fue administrador de la cartera de inversiones de la familia de Amalita Lacroze de Fortabat. Se ubicó al frente del BCRA durante el gobierno de Eduardo Duhalde y dejó el cargo en 2004, por su insistencia en avanzar en medidas monetarias contractivas a través de un régimen de metas de inflación. En línea con la sugerencia de S&P, indicó a principios del pasado enero que “cada gremio verá dónde le aprieta el zapato y hasta qué punto puede arriesgar salarios a cambio de empleo”, sugiriendo además que la pauta salarial debía estar en el orden del 20 al 25 por ciento.
Prat-Gay, Federico Sturzene-gger, Carlos Melconian y otros economistas ortodoxos del gobierno de Macri con estrecho vínculo con el mundo financiero también sedujeron a la consultora Moody’s. A pocos días del resultado de las elecciones generales del 25 de octubre, Moody’s modificó la calificación argentina de “negativa” a “estable”. Posteriormente, luego del ballottage, la calificadora dio una nueva muestra de aprobación aumentando la nota a “positiva” y sostuvo: “El cambio de perspectiva está basado en que la llegada al poder del presidente electo Mauricio Macri de la Coalición Cambiemos incrementará las probabilidades de implementación de políticas crediticias positivas” y agregó que “Macri ha dejado en claro de manera consistente y progresiva que sus políticas de gobierno representarán oportunidades más amigables para el mercado que las observadas durante los últimos 12 años”.
¿Qué significa clima amigable y no amigable para Standard &Poor’s y Moody’s? Veamos algunos ejemplos.
- Paraguay. En junio de 2014, Standard &Poor’s elevó la calificación soberana de Paraguay de BB a BB, indicando que esperaba que el Gobierno avanzara en la implementación de las leyes de Alianza Público-Privada (APP) y la Ley de Responsabilidad Fiscal. Además elogió la implementación de régimen de metas de inflación y el fortalecimiento patrimonial del Banco Central del Paraguay con la emisión de un bono perpetuo de 915 millones de dólares por parte del gobierno. Posteriormente, en marzo de 2015, Moody’s también subió la calificación de este país por esas y otras medidas de corte ortodoxo.
- Colombia. En abril de 2013, Standard and Poor’s mejoró la calificación de triple BBB negativo a triple B, esencialmente por la implementación del Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE). Este plan establecía entre otras cosas, la eliminación de los aportes de los empleadores al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y al Servicio Nacional de Aprendizaje contenida en la Reforma Tributaria, que pretendía estimular la generación de empleo formal y representaba una reducción de 5 por ciento en el costo laboral de las empresas, beneficios de caja a la industria y agricultura a través de un sistema de tarifas de retención en la fuente con tratamiento preferencial, la política de cero arancel para 3094 partidas de bienes de capital y materias primas no producidas en Colombia y medidas para mejorar la productividad como la eliminación en energía de la sobretasa de 20 por ciento para la industria.
- México. En septiembre de 2015, Moody’s decidió mantener estable su calificación de México (nota A3) “a pesar” de “choques externos” y la “volatilidad” de los mercados. Ello tuvo una razón: “Moody’s indica que los inversores se sienten respaldados por el acceso de México a la Línea de Crédito Flexible del Fondo Monetario Internacional (FMI), con las implicancias que ello significa”.
- Perú. En julio de 2014, Moody’s subió la calificación de los bonos soberanos de Perú, pasando de perspectiva “estable” a “positiva” (desde Baa2a A3). Los principales factores que impulsaron la acción de calificación fueron: un mayor fortalecimiento del balance y marco fiscal del gobierno y el sostenido impulso de reformas estructurales para incrementar el potencial de crecimiento del país y afrontar limitantes institucionales.
- Brasil. En 2008 Standard and Poor’shabía otorgado a Brasil una mejora en la calificación en la categoría de “investment grade”, pasando a considerarse un nicho de inversión más seguro. En efecto, por aquel entonces Brasil comenzaba la aplicación de medidas de enfriamiento fiscal y monetario, apertura comercial y desregulación de los mercados de capitales. Ello trajo una profunda recesión que se extiende hasta la actualidad. Por las consecuencias de las mismas recetas que la consultora S&P avaló en 2008, Brasil vio rebajada su posición por la misma agencia en septiembre de 2015. ¿Cuál fue la razón? Según la calificadora, el gigante sudamericano enfrentaba dificultades para llevar a cabo un ajuste fiscal en medio de una recesión económica y en lugar de proyectar un superávit fiscal primario del 0,7 por ciento del PIB, como estaba previsto inicialmente, Dilma Rousseff planificó un déficit primario del 0,5 por ciento del PIB para 2016. Las presiones hacia el gobierno de Dilma Rousseff, orientadas a forzar el ajuste económico conllevaron serias dificultades políticas. Por ello, Moody’s decidió en agosto de 2015 rebajar la calificación de Brasil (de Baa2 a Baa3).
- Venezuela. En febrero de 2015, S&P recortó la calificación de la deuda de Venezuela. Lo hizo frente al “fracaso del gobierno venezolano para tomar en tiempo y forma medidas para resolver las crecientes distorsiones económicas”. En enero de 2015, Moody’s había rebajado los bonos venezolanos (de Caa1 a Caa3), por el aumento “sustancial” de riesgo de default del país. La calificación negativa se sustentó en los “desequilibrios macroeconómicos cada vez más insostenibles”, lo que incluía “un muy elevado nivel de inflación y una marcada depreciación de la tasa de cambio paralela”.
Esta reseña de las decisiones adoptadas por las calificadoras de riesgo en los países latinoamericanos da cuenta de los serios condicionamientos que el sistema financiero internacional impone a la hora de aplicar políticas de desarrollo autónomo.
En Argentina, en más de una oportunidad se ha señalado al gobierno de Mauricio Macri como “market friendly”. No resulta sorpresivo entonces el cambio de actitud de esas dos agencias calificadoras luego de la asunción de Macri: sencillamente observan con buenos ojos el anhelado retorno de las políticas tendientes a mejorar la tasa de ganancia de las empresas concentradas e impulsar el negocio financiero en virtud del inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento.
* Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
-Las agencias calificadora Standard & Poor’s y Moody’s elogiaron al gobierno de Mauricio Macri y mejoraron la nota de la deuda argentina.
-Prat-Gay, Federico Sturzenegger, Carlos Melconian y otros economistas ortodoxos del gobierno de Macri con estrecho vínculo con el mundo financiero sedujeron a la consultora Moody’s.
-Observan con buenos ojos el anhelado retorno de las políticas tendientes a mejorar la tasa de ganancia de las empresas concentradas.
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