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Domingo, 8 de agosto de 2004

INTERNACIONALES › EL NIVEL DE INSEGURIDAD ECONOMICA EN ESTADOS UNIDOS

La economía del Lobo Feroz

En medio de un panorama de altos precios del petróleo y empleo decreciente, la administración Bush sembró el terror naranja.

 Por Claudio Uriarte

Fue una semana extraordinariamente turbulenta para la economía norteamericana, que empezó con la elevación por parte del Departamento de Seguridad Interior a “naranja” (alto) del nivel de alerta en torno a cinco instituciones financieras (la Bolsa de Nueva York, el edificio del Citigroup en Manhattan y de Prudential Securities en Newark, New Jersey, y de las sedes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en Washington) y terminó con una cifra decepcionantemente pobre de creación de empleos en junio (32.000, en contra de los 327.000 esperados) y un precio del petróleo que llegó a tocar los 44,77 dólares por barril en la media sesión del viernes en el mercado de Nueva York, para luego replegarse a 43,95... nadie sabe por cuánto tiempo. Algo es seguro: nadie sabe si las instituciones financieras serán atacadas, pero, terrorismo o no, la economía entera parece haber entrado en alerta naranja.
Por lo pronto, el propio gobierno federal se encargó de alimentar la incertidumbre, con una movida que es difícil despegar de la campaña por las elecciones que tendrán lugar en menos de tres meses, y que vino justo después del exitoso cierre de la Convención Demócrata de Boston. En efecto, una alerta pública y televisada como la que formuló Tom Ridge (un secretario de Seguridad Interior que ya dejó trascender que no permanecerá en su cargo durante un eventual segundo mandato de George W. Bush) parece cumplir exquisitamente con los despropósitos gemelos de ayudar a los terroristas y desproteger a los ciudadanos (y a su economía). Aunque los mercados no reaccionaron con especial dramatismo, la estrategia del terror sólo parece ayudar a los contratistas de defensa en medio de una campaña donde la seguridad nacional es el Tema Número Uno (y en medio de una semana en que se presentó el presupuesto de defensa norteamericano de tiempos de paz, o de relativa paz al menos). Segundo, el anuncio de Ridge pudo haber tenido el efecto de resituar esos blancos en la mira de los terroristas (si no lo estaban, porque la información sobre la que se basó el alerta era anterior aun al 11-S) o comprometer las fuentes de espionaje e Inteligencia de Estados Unidos (si es cierto que esas viejas pistas se vieron refrescadas con información nueva). Tercero: ¿qué sentido tiene informarles a los terroristas que se sabe de sus objetivos, cuando aún no se sabe cómo evitar que los cumplan? El único resultado concreto del anuncio es poner a los empleados de la Bolsa de Nueva York, el Citigroup, Prudential, el Banco Mundial y el FMI en un estado de paranoia, como si se les dijera que sus nombres aparecieron en una lista negra de la Mafia. Una línea de conducta más responsable hubiera sido mantener el secreto salvo para los jefes de esas instituciones, y reforzar la seguridad igualmente en secreto. Nada de eso se hizo, como si hubiera sido necesario aterrorizar una vez más a Nueva York y Washington antes de que volvieran a hacerlo los terroristas.
Por desgracia, esta peligrosa maniobra de fuegos artificiales electorales ocurre sobre un territorio altamente inflamable, que puede prenderse fuego en cualquier momento. El disparo de la demanda de energía en Asia y en Estados Unidos ha creado una anticipación de escasez de petróleo en que cualquier espasmo político parece traducirse de inmediato en una suba mundial de la cotización de los precios del petróleo, con efectos nefastos para una recuperación económica mundial bastante débil, ejemplificada por lo que pasó con los empleos estadounidenses en junio. Y la confianza va claramente a la baja. La administración juega claramente al juego del Lobo Feroz, sin pensar que éste pueda materializarse. Es un grave error.

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El edificio de la Bolsa de Nueva York, custodiado fuertemente por policías después de la suba del lugar al nivel de alerta naranja.

• China adoptó una serie de medidas que relajan las restricciones para los bancos extranjeros que quieran operar en el mercado nacional, antes de la total apertura del sector a finales del año 2006.

• El Banco de Inglaterra aumentó el jueves pasado su principal tasa de interés un cuarto de punto a 4,75 por ciento, el quinto ajuste que realiza desde noviembre pasado el instituto monetario británico.

• En julio pasado, en Brasil fueron vendidos 133.844 automóviles, un aumento de 17,7 por ciento en relación con el mismo mes de 2003, con lo que el acumulado para los primeros siete meses del año ha sido de 856.927 unidades.

 
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