INTERNACIONALES › POR QUE PARIS SE OPONE FERREAMENTE A LA GUERRA A IRAK
Las razones de Francia
La guerra estadounidense a Irak es por petróleo, se dice. Pero también lo es la oposición francesa, a la luz de un jugoso contrato.
Por Claudio Uriarte
Si la guerra estadounidense a Irak parece inspirada en un principio imperial de egoísmo y megalomanía, Francia tiene razones para oponerse a esa guerra, y tampoco son altruistas. Francia es responsable por cerca del 25 por ciento de las importaciones iraquíes, un comercio que representa 1500 millones de dólares a las compañías francesas. Y un rumor que anda dando vueltas desde hace un tiempo en los mercados petroleros señala que el gigante energético francés TotalFinaElf recientemente negoció un contrato con Bagdad por entre 40.000 y 60.000 millones de dólares para expandir los enormes campos petroleros del sur de Irak. El contrato es tan favorable a París que muchos creen que viene a cambio de favores políticos, lo que ayudaría a explicar dos enigmas: 1) la irreductible oposición francesa a Estados Unidos en el Consejo de Seguridad; y 2) el hecho de que Francia, de un modo totalmente desusado para su diplomacia, no haya elegido bajarse a último momento del púlpito de la paz para subirse al tren bélico norteamericano a tiempo de llegar juntos a Bagdad y repartir ahí los beneficios. De algún modo, pareciera que Francia intuye que, una vez en Bagdad, los norteamericanos no van a repartir nada. Esto es un poco curioso, porque Estados Unidos no podrá solventar solo los costos de reconstrucción de la posguerra, y en algún momento deberá pedir la ayuda de un consorcio internacional, donde Francia podría entrar, y beneficiarse de sus licitaciones. Pero no, parece, en el sector del petróleo.
Hay que entender que el petróleo iraquí representa distintas cosas para Estados Unidos y Francia. Para Estados Unidos, es un elemento importante, pero no el único, de una operación mayor, y muy costosa: mientras la guerra costará 90.000 millones de dólares, el crudo de Irak genera ganancias de sólo 14.000 millones de dólares anuales, y recién después de mucho esfuerzo e inversiones podrá llegar a generar 22.000, que además deberán ser usados en sostener la economía civil del país. Por cierto, puede darse como un hecho que las petroleras norteamericanas estarán en primera fila a la hora de las licitaciones por la futura industria petrolera privatizada de Irak, pero el costo de la guerra no se cubre con petróleo, y sólo puede explicarse en función de un objetivo mucho mayor, que es el control geopolítico de un área que se extiende desde el Mediterráneo y el Golfo Pérsico hasta Asia Central –área donde, nuevamente, hay mucho petróleo, pero muchas cosas más además–. El destino de esta verdadera empresa imperialista no puede adivinarse, pero sí uno de sus efectos: Francia quedará fuera de la ecuación. Para Francia, un país más pequeño que Estados Unidos, el contrato de TotalFinaElf representa muchísimo, y además no tendría que ir a la guerra por él, sino todo lo contrario. Pero el nivel de enfrentamiento Washington-París de los últimos días, así como sospechas estadounidenses de que Francia financió secretamente el rearme de Irak, vuelven difícil que la película empiece a marchar hacia atrás.