Domingo, 1 de abril de 2007 | Hoy
AGRO › TENSION CON LOS ACTORES DEL MERCADO LACTEO
Una política de precios eficiente desde la perspectiva del consumidor debería trabajar sobre retenciones y el control del poder de las usinas.
Por Claudio Scaletta
Una vez más, el comportamiento de los principales actores del mercado lácteo sirve de laboratorio para los interesados en la relación causa–efecto de la política económica. Los subsidios a la materia prima destinados a evitar la suba de precios minoristas en el mercado interno no han tenido efecto alguno en el mercado. A pesar de la transferencia de recursos sociales a un sector concentrado de la economía, muchas de las principales firmas del complejo siguen remarcando. Según organizaciones de defensa de los consumidores, en marzo la leche en sachet se habría disparado hasta el 18 por ciento. El precio pagado a los productores primarios, en tanto, registra una moderada recuperación, pero todavía no está claro si ello responde a los subsidios o a la baja estacional de la oferta junto con la mayor demanda, interna y externa.
Por el lado de los consumidores, el aumento de los precios de base agropecuaria, como el de la leche, tiene efectos sociales particularmente dolorosos que no pueden dejarse de lado al momento de evaluar políticas. Los sectores más pobres de la población son siempre los más perjudicados por la suba de los precios de los alimentos, tanto porque son los que destinan una mayor proporción de su ingreso a adquirir los bienes que integran la Canasta Básica Alimentaria, como por el dato cierto de que esa cesta aumentó desde la devaluación bastante por encima de la inflación. Mientras el IPC se expandió el 67,3 por ciento desde entonces, el rubro Alimentos y bebidas lo hizo el 85,1 por ciento. En el primer bimestre de 2007, una reseña de la consultora RK, sobre la base de las cifras del Indec, detalla que las firmas del rubro Alimentos y bebidas remarcaron el 2,6 por ciento contra una inflación de 1,4. Al mismo tiempo, el valor de la Canasta Básica Total (utilizada para medir pobreza) creció el 2,5 por ciento y la Canasta Básica Alimentaria (la referencia para la línea de indigencia) lo hizo el 3,4 por ciento.
Ante la relativa gravedad del contexto, el análisis de la eficiencia de las políticas de control de precios aparece como esencial. Algunos datos conocidos del mercado lácteo son que en 2006 las exportaciones se incrementaron el 30 por ciento y bordearon los 850 millones de dólares. Siempre de acuerdo con la Secretaría de Agricultura, el boom exportador continuó en el primer bimestre del año con ventas por casi 180 millones de dólares, lo que significa una suba interanual del 54 por ciento. Desde las usinas lácteas, quizá las firmas que mejor conocen la psicología gubernamental, respondieron que el aumento de exportaciones en lo que va del año no es más que una ilusión estadística emergente de las escasas ventas registradas en enero de 2006, cuando los exportadores especulaban reteniendo producción a la espera del fin de la suba de las retenciones.
En el pasado, adelantarse a la reacción gubernamental ya les dio buenos resultados a las usinas. Frente al aumento del precio internacional de la leche en polvo, que en 2006 se disparó 1500 dólares la tonelada alcanzando los 3800, fueron capaces de evitar una nueva suba en las retenciones. Lo consiguieron a través de una propuesta de “autorregulación” para canalizar el excedente a mayores pagos de la materia prima, lo que siempre tiene buen rating. En realidad pagar más por la materia prima era una necesidad acuciante del circuito si quería seguir teniendo tamberos, pero ésta es otra cuestión. La promesa informal de los empresarios en su momento fue que la medida también evitaría las subas en el mercado interno. El canje parecía claro. Asumir motu proprio menores ingresos internos a cambio de que no les poden el negocio externo.
Pero resuelto el problema de las retenciones, resulta duro perderse el mercado interno. Con mayores ingresos, dicen, la población demanda más lácteos, lo que explicaría las góndolas raleadas a los precios actuales.
Vale reconocerle al sector que a la hora de sumar datos para explicar la oferta y la demanda no faltan argumentos a favor de la escasez. Tampoco para el lecho de Procusto de la contabilidad de costos. Cualquiera sea el caso, una política de precios eficiente desde la perspectiva del consumidor no debería trabajar en esta línea sino sobre una revisión de la política de retenciones y el control del poder de mercado de las usinas. En otras palabras, desandar el camino transitado en los últimos meses.
La Superintendencia de Riesgos del Trabajo informó que durante 2005 (últimos datos disponibles) en el sector rural se notificaron 40.065 casos de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, sobre una población de trabajadores cubiertos de 310.747. Los casos fatales fueron 115, lo que ubica al sector en el segundo lugar de mortandad laboral detrás de Minas y Canteras.
El precio del pollo eviscerado subió, en enero y en la comparación interanual, un 15 por ciento mayorista y un 14 por ciento minorista, informó la Secretaría de Agricultura.
Durante el primer bimestre de 2007 las exportaciones de frutas frescas fiscalizadas por el Senasa sumaron 268,5 mil toneladas por 175,9 millones de dólares, mostrando un incremento del 30 por ciento en divisas y 21 en volumen respecto de los envíos del mismo período de 2006.
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